Teresa Giménez Barbat es europarlamentaria en
el Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas de Europa (ALDE) desde finales
de noviembre de 2015.
En el corto trimestre transcurrido
desde ese momento, esta antropóloga (preocupada por los conflictos presentes en
sociedades multiculturales y por el uso del conocimiento científico para
orientar el progreso social) ha puesto en marcha ‘EuroMind’
en el Parlamento europeo, es decir, un espacio en el que se promueve las
relaciones entre ciencia y política para contribuir, llegado el caso, a
transformar la sociedad del siglo XXI.
Esta confluencia de las ciencias con
las humanidades recuerda lo que E. O.
Wilson denominó ‘consillience’.
Y esa conexión podría contribuir a
que los políticos decidan, al fin, usando la mejor de las evidencias acumuladas
por la ciencia, no de espaldas a ellas. Quizá algo equivalente a lo que Alice Dreger discute en ‘Galileo’s
Middle Finger’, es decir, una sólida conexión entre datos científicos y
activismo social. La evidencia científica, disponible o por descubrir,
constituye el tema ético de mayor importancia en las democracias modernas, y,
por tanto, debe ser considerada al dictar las políticas sociales.
Las decisiones políticas meramente
ideológicas son nocivas y una academia secuestrada por la pandemia de lo
políticamente correcto no es un lugar en el que mirar. La libertad académica es
absolutamente crucial y, de hecho, la heterodoxia
debería ser bienvenida, de hecho, debería ser promovida.
EuroMind también se encara a los
fundamentalismos y nacionalismos, promocionando una sociedad secular y,
también, una identidad europea.
Cómo ayudar a alcanzar estos
objetivos es la razón de ser de la plataforma de Giménez Barbat:
1. Aplicando la ciencia al analizar
la sociedad.
2. Luchando contra las ideas desenfocadas.
3. Apreciando las propuestas
heterodoxas.
4. Buscando valores compartidos.
5. Construyendo una identidad
europea.
La europarlamentaria se ha rodeado de
una serie de colaboradores y asesores para acompañarla, en la medida de lo
posible, en este estimulante proyecto.
En su oficina trabajan Roger Corcho,
Eduardo R. Zugasti, Joan López Alegre, Valentina Cefalú, Verónica Laorden y
Aisling Fenton.
En su consejo asesor están, por
ahora, Félix Ares, Arcadi Espada, David Galadí-Enríquez, Robert Redeker, Pilar
Ruiz-Lapuente, Adolf Tobeña, Manuel Toharia, Gabriel Tortella, Ibn Warraq y
quien esto escribe.
El 23 de Febrero se celebró el primer
acto de EuroMind.
El filósofo Paul Citeur y la
activista Maryam Namazie expusieron
sus ideas sobre el modo de erradicar los fundamentalismos en Europa, es decir,
de promover una unión secular.
Una Europa secular permitiría la
convivencia pacífica de individuos con distintos orígenes culturales. Una
sociedad laica en la que se apoye la libertad de expresión resulta esencial. La
política europea debe ser resolutiva al solidarizarse con los colectivos
sociales que combaten los fundamentalismos coercitivos. Un relativismo cultural
que permita valores inhumanos no puede tener espacio en Europa. Las costumbres
religiosas contrarias a las libertades individuales deben ser prohibidas en nuestra
sociedad.
La perspectiva mantenida por Citeur y
Namazie me parece interesante, incluso necesaria. A los políticos europeos no
les puede temblar el pulso al defender la declaración universal de los derechos
humanos. Punto.
Sin embargo, pienso que debe también
ponerse encima de la mesa la relevancia de la arquitectura psicológica de los
ciudadanos. Es fácil identificar grupos humanos diversos en Europa, pero,
indudablemente, esos grupos son heterogéneos. Namazie, por ejemplo, confiesa
que ‘la cultura
de los emigrantes musulmanes que llegan a Europa no es homogénea’.
La pregunta que le surge a este
oyente es: ¿qué explica esas diferencias, esa heterogeneidad? Necesitamos una
respuesta científica para ayudar a los políticos al adoptar sus decisiones legislativas.
¿Cuáles son los mecanismos psicológicos que explican que alguien abrace un
credo fundamentalista o se aleje de él?
Steven
Pinker
es un autor de referencia para EuroMind. Algunas de las tesis expuestas en ‘The Blank Slate’ encajan con mis ideas (reduccionistas)
al respecto:
1. La realidad social únicamente
existe dentro de un grupo de personas.
2. Esa realidad social depende de la
capacidad cognitiva de cada una de esas personas, de su capacidad para
comprender, por ejemplo, un acuerdo público.
3. La cultura constituye una
epidemiología de las representaciones mentales de cada uno de los ciudadanos.
4. Las ideas y prácticas se diseminan
persona a persona.
5. La cultura colectiva proviene, en
última instancia, de la psicología individual.
6. Por tanto, la cultura puede, y
quizá debe, anclarse en la psicología.
7. Y la psicología se sustenta
necesariamente en la neurociencia porque nuestras mentes se componen de redes
neuronales en las que se materializan los pensamientos y sensaciones.
El hecho de que las mentes de los
ciudadanos no sean pizarras en blanco le complica el trabajo al político, pero
así son las cosas. Los mecanismos de socialización no funcionan igual en
distintos individuos. Comprender esas diferencias resulta crucial.
El economista Tatu Vanhanen propuso una serie de mecanismos para reducir los conflictos
étnicos en nuestra sociedad. En general, subraya la necesidad de mezclar
los grupos sociales, evitar los guetos, diluir la etnicidad. Y esa idea encaja
con J.
R. Harris: conviene distinguir las relaciones personales, los procesos de
socialización y la promoción del estatus personal. Estos tres mecanismos
existen porque contribuyen a la vida en sociedad, pero son también responsables
de que cada uno de los ciudadanos sea único (no two alike).
En suma, las soluciones políticas no
pueden ignorar esa variabilidad natural fuertemente anclada en la arquitectura
psicológica de los ciudadanos. No se puede legislar dándole la espalda a esa
realidad individual. O, mejor dicho, se puede, pero no se debería si se
persigue un impacto real y la mejora de la armonía social.
Proyecto interesante que puede ser trasladado a otros puntos en esta Aldea Global.
ResponderEliminarGracias, Leticia. Esa aldea necesita un buen repaso.
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