viernes, 29 de enero de 2016

Inteligencia y memoria operativa durante el ciclo vital

Los estudios disponibles han subrayado la sustanciosa estabilidad de la inteligencia, medida a través de instrumentos estandarizados, durante el ciclo vital. Una reciente revisión publicada por Ian Deary discute esta cuestión con detalle:

la mitad de las diferencias individuales en inteligencia son estables durante la mayor parte del ciclo vital. Esta información es valiosa porque se puede usar para averiguar en cuánto se puede compensar el declive cognitivo asociado al envejecimiento
(…) si dejamos a un lado la inteligencia de un individuo cuando es niño, ¿qué más contribuye a su inteligencia cuando es viejo? Entender la estabilidad de la inteligencia es el fundamento para el estudio de cómo cambia durante el ciclo vital”.

Sin embargo, los estudios en los que basa la revisión de Deary usan medidas concretas de la capacidad intelectual. Es decir, no se considera el constructo ‘inteligencia’, sino el rendimiento de los individuos en un test de inteligencia.

En un artículo publicado hace algunas semanas, un equipo de investigadores suecos evalúa a un grupo de 262 varones cuando tienen 18 y 50 años. A partir de esa edad se les vuelve a evaluar cada 5 años hasta alcanzar los 65. Al comienzo del estudio se mide la capacidad intelectual y cuando se hace el seguimiento cada lustro también se mide la memoria operativa (working memory).

La novedad es que esos dos factores cognitivos se consideran a nivel latente, y, por tanto, la inteligencia se valora a nivel de constructo, superando la limitación, señalada anteriormente, de basarse en medidas concretas, en test específicos.

Los resultados indican que la capacidad intelectual general (g) explica entre el 74 y el 90% de las diferencias de capacidad 32-47 años después de la medida original. Además, la relación de g con la memoria operativa osciló entre 0.61 y 0.88, según se considerasen ambos factores de modo concurrente o predictivo.

Los autores interpretan sus hallazgos a partir de la estabilidad neural característica en el periodo central del ciclo vital. Esta estabilidad comienza a ser menos visible a partir de los 60 años de edad, momento en el que se degrada, según ellos, la integridad parieto-frontal en el cerebro de los humanos.

Se comprueba, también, que el factor general de inteligencia (g) posee la misma naturaleza en los distintos momentos considerados, es decir, es invariante en un sentido métrico. La Figura muestra que los valores de relación entre los factores g calculados en los distintos periodos del ciclo vital, se sitúan por encima de 0.90 y es habitual que se acerquen a 1, a una relación perfecta.



Cuando se considera la relación del factor g medido a los 18 años y a los 65 años con la memoria operativa medida a los 65 años, los valores de correlación calculados a nivel latente son 0.61 y 0.88, respectivamente.

El resultado esencial de esta investigación refuerza los estudios previos sobre la estabilidad del factor g durante el ciclo de la vida, ofreciendo estimaciones aún más elevadas. Y la explicación a esos valores más altos reside en que los análisis se hacen a nivel latente, se centran en la varianza relevante eliminando el ruido, el error de medida.

Por tanto, la investigación previa subestima la verdadera estabilidad de la inteligencia. Y si así es, entonces la esperanza de Deary se desvanece.

Los autores recurren a una de nuestras investigaciones para explicar sus resultados. Observamos que existía una relación perfecta entre el factor g y un factor latente que representaba el funcionamiento ejecutivo al estudiar pacientes con lesiones cerebrales locales y crónicas. Subrayamos especialmente la relevancia de una red fronto-parietal y los autores de este artículo resaltan que el funcionamiento ejecutivo se encuentra fuertemente relacionado con la memoria operativa. Blanco y en botella.

En suma, la inteligencia, como factor latente, presentaría una enorme estabilidad mientras el sistema nervioso es estable. Cuando la máquina comienza a presentar visibles síntomas de deterioro (alrededor de los 60 años de edad) esa estabilidad se resiente.

Un carácter aleatorio de ese proceso de deterioro en los distintos individuos permitiría explicar el descenso en los indicadores de estabilidad. A partir de esa edad, la predicción de que los individuos más y menos inteligentes de la manada seguirán siéndolo tiempo después, se hace más imprecisa. Los individuos comienzan a reordenarse de modo aleatorio y ese cambio reduce la estabilidad calculada.

El caos sustituye progresivamente al orden, precisamente cuando más nos interesan las regularidades para orientar las intervenciones dirigidas a prevenir el declive.

El brillante panorama pintado por Deary al comienzo de este post se ensombrece en su tramo final.


2 comentarios:

  1. Roberto, muy buena analogia la que relaciona la inteligencia y el cerebro en el contexto de la estabilidad temporal de la inteligencia: "En suma, la inteligencia, como factor latente, presentaría una enorme estabilidad mientras el sistema nervioso es estable. Cuando la máquina comienza a presentar visibles síntomas de deterioro (alrededor de los 60 años de edad) esa estabilidad se resiente."
    Aunque cuando la lees parece obvio, decirlo es importante.

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  2. Muchas gracias, Antonio. A menudo lo obvio no se tiene presente, así que estoy de acuerdo con tu apreciación. Además, encontrar una explicación a lo que parece obvio puede ser importante. Saludos, R

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