viernes, 18 de diciembre de 2015

La integridad del cerebro en la vejez

En un artículo de ‘Opinión’ publicado en ‘Trends in Cognitive Sciences’ se discute la evidencia disponible sobre la hipótesis de la modulación según recursos (resource-modulation hypothesis, RMH).

Esa hipótesis, que no suena demasiado original, la verdad sea dicha, se formuló para explicar el desproporcionado deterioro observado en personas mayores que (se supone) presentan genotipos que les colocan en una posición desventajosa.

Según la RMH, los efectos genéticos se magnifican en personas con menos recursos neuronales, algo que sucede con el aumento de la edad, es decir, a medida que envejecemos. Los hallazgos encajan, en parte, con lo que se sabe sobre el aumento de la relevancia de las diferencias genéticas con la edad sobre la cognición, la estructura cerebral y el funcionamiento cerebral.

Es decir, el genoma gana relevancia con el paso de los años, nuestras diferencias genéticas cobran protagonismo para dar cuenta de nuestras diferencias cerebrales y cognitivas. Por tanto, las desventajas genéticas serán más relevantes en edades avanzadas, traduciéndose, en primer lugar, en un deterioro cerebral más avanzado, y, en segundo lugar, en un funcionamiento cognitivo deficiente.

Sin embargo, los datos no son concluyentes.

La presencia de una elevada variabilidad es indiscutible:

Mientras que algunas personas mayores presentan capacidades cognitivas similares a las de individuos más jóvenes, otras presentan un sustancial declive, tanto a nivel cognitivo como en cuanto a la integridad de sus cerebros”.

Según la RMH, las pérdidas de recursos cerebrales a nivel anatómico y neuroquímico durante el envejecimiento normal, modula los efectos de las variaciones genéticas comunes sobre el funcionamiento cognitivo.

Como puede verse en la figura, la relación de los recursos cerebrales con la cognición no es lineal, de modo que el efecto de las diferencias genéticas es mayor cuando los recursos disponibles pasan de un alto nivel a un nivel medio.



Se supone que las medidas neuronales (endofenotipos) deben ser mas sensibles a los efectos genéticos que las medidas cognitivas (fenotipos en sentido estricto), por la sencilla razón de que se encuentran a niveles de análisis más próximos:

Gen > Cerebro > Cognición.

Por tanto, una ventaja genética (G) permitiría preservar el funcionamiento cerebral (CER) y cognitivo (COG) en la vejez.

Los autores de este artículo de opinión revisan el efecto de determinados genes, como el APOE, el BDNF, el COMT, el KIBRA y el DRD2. En general, se subraya una importancia creciente con la edad de sus efectos sobre el cerebro y la cognición, tal y como sugiere la RMH. Pero, como se comentó anteriormente, esa evidencia no es totalmente consistente.

La ausencia de consistencia puede atribuirse a determinados efectos, que también se discuten en el artículo:

a) interacciones entre genes: centrarse en un gen particular es menos informativo que estudiar la relación entre varios genes.
b) características de la población estudiada: la influencia genética se reduce cuando los individuos alcanzan niveles muy bajos de recursos –en situaciones de demencia o declive terminal. Es infrecuente categorizar cuidadosamente a los individuos estudiados en las investigaciones al uso.
c) interacción gen-ambiente: los efectos negativos de un genotipo desventajoso pueden compensarse por un estilo de vida ventajoso –como la práctica regular de ejercicio físico, un alto nivel educativo o un ambiente intelectualmente estimulante.
d) epigenética: es decir, cómo los factores ambientales y el estilo de vida pueden influir en la expresión genética –la edad puede magnificar o no los efectos genéticos según la actuación de esos factores.
e) correlación gen-ambiente: individuos con un genotipo ventajoso pueden buscar activamente ambientes estimulantes y esos ambientes pueden aumentar la expresión de un determinado gen a través de mecanismos epigenéticos.

En el artículo se subraya el hecho de que la mayor parte de la evidencia disponible es transversal, no longitudinal. Por tanto, los resultados no pueden considerarse concluyentes en tanto no se confirmen con ambos tipos de diseños:

Es necesario diseñar investigaciones conductuales y neurológicas (aplicando distintas técnicas de neuroimagen) para hacer un seguimiento, durante un largo periodo de tiempo, que permita explorar los factores relevantes durante la transición de la edad adulta a la vejez”.

En suma, el artículo de ‘Opinión’ está dirigido a sensibilizar sobre la relevancia del tema, sobre la necesidad de diseñar y llevar a la práctica una investigación de calidad que ayude a alcanzar conclusiones sólidas que puedan, llegado el momento, traducirse en aplicaciones terapéuticas dirigidas a prevenir (o ralentizar) el declive.


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