viernes, 8 de mayo de 2015

Marchando una de homeopatía, placebos, niños y mascotas –por Andreu Vigil

La credulidad de los seres humanos ante las pseudociencias no deja de sorprenderme y, antes de que el propietario del blog aluda a la inteligencia de los individuos, déjenme recordar cómo afecta, también, a personas con un elevado nivel intelectual (como se supone que fue el caso de Steve Jobs).

(Si caen en la tentación de reikis, flores de bach, etc., no dejen de ver este fantástico monólogo de Tim Michin).

Entre todas, quiero centrarme en algunos aspectos concretos de una que está moviendo en la actualidad cantidades ingentes de dinero: la homeopatía.

A modo de recordatorio, la homeopatía se basa en dos principios básicos:

1) Lo similar cura lo similar (no les recomiendo probar este principio si se golpean el dedo con un martillo).
2) Una substancia es más poderosa cuanto más diluida esté.

Tengo que reconocer que el punto 2) me emocionó hasta tal punto que diluí un chupito de whisky single malt de 18 años en la bañera, esperando obtener reservas para todo el mes, con un resultado descorazonador.

El nivel de dilución al que someten las substancias es simplemente increíble. Es tan elevado que la probabilidad de encontrar una molécula de la substancia original en el producto resultante, es la misma que la de señalar a un punto al azar en una esfera cuyo radio es la distancia entre la Tierra y el Sol y encontrar justamente ahí una pelota de tenis que previamente habíamos puesto en órbita.


La respuesta que dan al hecho de que sea prácticamente imposible encontrar una molécula del principio supuestamente activo en la solución final es que, antes de cada dilución, se realizan una serie de movimientos que hacen que el principio activo transmita su información a las moléculas de agua, que a su vez guardan dicha información en su memoria.

Como pueden ver, dicha explicación deja muy clara la base científica de la homeopatía: las moléculas de agua tienen memoria (aunque no sabemos si a corto plazo o a largo plazo).

Múltiples sociedades científicas, sociedades en defensa del pensamiento racional e investigadores, han aportado numerosas pruebas de que, en realidad, estamos ante un ejemplo más del efecto placebo y de la autosugestión (un ejemplo buenísimo de autosugestión lo pueden encontrar aquí.

En este sentido, una de las demostraciones más divertidas contra la homeopatía, son los numerosos suicidios homeopáticos que se han llevado a cabo alrededor del mundo.

Un suicidio homeopático consiste en quedar con unos cuantos colegas escépticos para tomar una cantidad de un producto homeopático muy superior a la indicada por el fabricante como peligrosa para la salud, y esperar pacientemente a la consecuencia mortal de dicha dosis.

Como pueden suponer el número de muertes totales alrededor del mundo ha sido “cero patatero”, incluso cuando, como en el caso del suicidio acaecido en Madrid el año pasado, los imprudentes escépticos tomaron una cantidad enorme de somníferos homeopáticos.

Llegados a este punto, una de las últimas líneas de defensa de los seguidores de la homeopatía es que sus productos también manifiestan efectos en niños y animales, los cuales difícilmente pueden manifestar el efecto placebo o autosugestionarse.

¡Jaque Mate Escépticos!

¿Seguro?

Una explicación posible es que la mejoría observada está sólo en el ojo del observador (progenitor o propietario de la mascota). De hecho, este efecto está bien documentado, es el caregiver placebo effect, pero me temo que esta explicación no va a convencer a los defensores de la homeopatía.

Como señalaban en otro blog en un artículo sobre el efecto placebo en niños “Sana, sana, culito de rana, si no sana hoy sanará mañana”.

Cualquier madre/padre/abuelo/abuela del mundo puede contarles la elevada efectividad de esta terapia.

De hecho, hace muchos años (demasiados si los cuento), cuando hacía travesías por la montaña llevando niños, el remedio habitual al “me duele mucho el pie y no puedo seguir andando” era adherir una supuesta aspirina con una tirita al pie, lo cual provocaba un efecto que ríanse ustedes del KERS en la Fórmula 1.

¡A ver quién demuestra que todo esto no es equivalente al efecto placebo!
  
Bromas aparte, existen numerosos estudios que muestran que los niños presentan también el efecto placebo. Este efecto es incluso mayor cuanto menor es la edad del niño.

Por supuesto con esto tan solo solucionamos parte del problema pues…

¿Qué ocurre con los animales?

¡Pues simplemente que también presentan efecto placebo!

Por ejemplo, este estudio mostró que cuando las ratas suponen que un placebo contiene un calmante, reaccionan del mismo modo que los sujetos humanos, es decir, sintiendo menos dolor.

Mientras que otros han reportado efectos similares al placebo en perros y gatos.

Lamentablemente, esta información tan solo convencerá a los escépticos pues, creo recordar que en una ocasión Roberto comentó un estudio que demostraba que atacar una creencia con datos hacía que el “creyente” se cerrara aún más en banda. No obstante, no por ello hay que dejar de seguir intentándolo.

Para finalizar, me he encontrado un par de veces con una frase que se dice que Carl Sagan atribuyó a un ingeniero de la NASA (si non e vero e ben trovato)  y que viene como anillo al dedo para concluir este post:


Es bueno tener la mente abierta, pero es peligroso tenerla tan abierta, porque uno corre el riego de que se le caiga el cerebro”.

4 comentarios:

  1. Y aún y así, las cosas van como van..... saludos.

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  2. Andreu, deberias patentar lo del binomio tirita-aspirina. Glorioso...

    A ver si se te ocurre algo aplicable a una 'sham stimulation' que estamos diseñando para darle caña a los cebollos.

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  3. Un artículo muy divertido. Ignoraba lo del "suicidio homeopático", lo encuentro de lo más creativo. Saludos.

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  4. Efectivamente Antoni, eppur si muove

    Roberto, yo metería unos cuantos indicadores estilo equipo de música de Harlem de los años 90 que se disparen al iniciar la supuesta estimulación ;-)

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