lunes, 18 de mayo de 2015

El impacto de ver la televisión sobre la estructura cerebral

Se publica en la revista ‘Cerebral Cortexun informe del grupo de Hiraku Takeuchi, de la Universidad de Tohoku (Japón), en el que se observa una asociación entre las diferencias en el tiempo invertido en ver la televisión y la variaciones de estructura cerebral (tanto materia gris como materia blanca). Se analizan datos transversales y longitudinales observándose efectos positivos en una serie de regiones, principalmente áreas prefrontales medial y frontopolar, corteza visual, hipotálamo y regiones sensomotrices.


Los autores se interesan por esos efectos debido a que la investigación conductual previa parece concluir que ver la televisión durante la infancia produce un efecto negativo sobre el desarrollo de las capacidades intelectuales.

Pero nada se sabe sobre su efecto en el cerebro.

Este hecho debió interesar a los editores de ‘Cerebral Cortex’ porque, la verdad, esta investigación posee un carácter bastante especulativo. La discusión está plagada de argumentos probables montados sobre una débil evidencia empírica.

Este grupo de científicos considera una muestra original de 290 individuos de edades comprendidas entre los 6 y los 18 años. En el seguimiento longitudinal (parece que tres años después) se tuvo acceso a 216 individuos. Para medir la capacidad intelectual se usaron las escalas Wechsler (WISC-III y WAIS-III). Los hábitos de ver la televisión se registraron con un cuestionario. También se valoró el nivel de ingresos y el nivel educativo de los padres.

El primer resultado de interés es que la cantidad de horas dedicadas a ver la televisión posee una relación negativa con la inteligencia verbal, pero no con la inteligencia no-verbal (aunque los valores son bastante reducidos). Las variables familiares, la edad o el sexo no cambian esta conclusión.


En segundo lugar, la cantidad de tiempo invertida en ver la televisión se relaciona positivamente con el volumen de materia gris en la región frontopolar. Es decir, cuanto más se ve la televisión mayor es el volumen en esa región del cerebro. Pero el volumen en esa región se asocia negativamente a la inteligencia verbal, hecho que, según la investigación, no es extraño. Los autores aprovechan la coyuntura para subrayar que la evidencia sobre el sustrato neuroanatómico de las capacidades intelectuales sigue sin estar demasiado clara.

Sobre el resto de las regiones enumeradas más arriba prefiero no comentar porque es todo demasiado laxo.

Los autores giran y giran alrededor de los resultados que observan porque, se mire por donde se mire, el informe concluye que cuanto más se ve la televisión mayor es el volumen cerebral. Esa relación positiva podría interpretarse, lógicamente, de un modo positivo:

Dejen ver la televisión a sus chavales sin reparo porque su cerebro engordará.

Sin embargo, la relación positiva se aprecia únicamente en los datos transversales. La evidencia longitudinal es inconsistente: el tiempo invertido en ver la televisión al comienzo del estudio no se relaciona con la presencia de una mayor volumen cerebral años después.

¿Por qué?

las razones no están claras (…) quizá no hay margen para el incremento (…) después de ver la televisión durante un largo periodo de tiempo, los programas que vemos se convierten en algo poco estimulante”.

En conclusión, como escribió Bill Shakespeare:

Much ado about nothing”.

O como hubiera escrito Cervantes:

Mucho ruido y pocas nueces”.


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