viernes, 20 de febrero de 2015

El eterno absurdo

¿Recuerdan a Carl Sagan debajo de un árbol invitándonos a aceptar que compartimos con él (con el árbol, naturalmente) el lenguaje de la vida? Estamos hechos de materiales similares y el libro de instrucciones (de recetas) que debe leerse para construirnos (cocinarnos) demuestra que somos, como poco, primos.

Vale, de acuerdo, admitamos que, salvo detalles insignificantes, árboles, peces, anfibios, reptiles y mamíferos somos, más o menos, la misma cosa, el mismo ente con distintos formatos.

Añadamos a este hecho la tesis de que nuestro única razón de existir es servir de transporte, a través del espacio-tiempo, de los egoístas genes, que van a lo suyo (duplicarse, replicarse, ya saben).

Los genes construyen la enorme variedad de animales y vegetales que vemos a nuestro alrededor (o en los documentales de National Geographic) para preservar su integridad.

Ellos son inmortales. Nosotros somos materia desechable, reciclable.

No sabemos cuánto tardarán en percatarse de que los humanos nos dimos cuenta de su juego. Pero cuando eso suceda, pudiera darse el caso magistralmente relatado en Star Wars:

el emperador nos pedirá que nos unamos a él o nos destruirá.

Pensando en estas estúpidas cuestiones se puede llegar a razonar más o menos así:

Si todos los seres vivos somos más o menos iguales, estamos hechos de materiales casi idénticos, combinados de diferente modo, y únicamente tenemos, sin saberlo, el objetivo final de servir de soporte a la perpetuación eterna de los genes…

¿para qué tanta variedad?
¿por qué el pez grande se come al pequeño?
¿por qué compiten los miembros de la misma especie?
¿por qué compiten las especies entre sí?

Si la diferencia entre un homo sapiens y otro homo sapiens es, a los efectos prácticos del carácter perenne de los genes, irrelevante…

¿por qué competimos?

Mejor dicho…

¿qué hizo que en nuestra naturaleza se encuentre inscrita la tendencia irreductible a competir?

Si la meta final es ser usados por los genes…

¿por qué un envoltorio ha sido programado para competir con otros envoltorios?
¿por qué algunos envoltorios destruyen otros envoltorios?

Parece más eficiente que los genes hubiesen programado a los seres vivos para preservarse, para protegerse unos a otros, para cuidarse recíprocamente como la gran familia que son.

Y sin embargo no es así.

El envoltorio individual lucha para sobrevivir, y si para ello debe destruir otros envoltorios, lo hará sin que le tiemble el pulso, a pesar de que los genes deberían saber que ese proceso destructivo es, realmente, autodestructivo.

Seguramente Dawkins tiene respuesta para estas preguntas.


2 comentarios:

  1. Por lo que sabemos, en general, los envoltorios se destruyen entre sí una vez han obrado, por guía de sus "propietarios" para que dejen nuevos envoltorios. Y cuando hay muchos... y jóvenes ... entonces pasa lo de tantas veces (Estado Islámico, Síria, Ucránia...). Entre otras razones "muchos envoltorios jóvenes en competición".

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  2. ¿Es entonces una solución reducir el número de jóvenes?

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