Estuve releyendo, con una perspectiva
diferente, este celebrado libro de James
Gleick, publicado hace casi treinta años, en 1987. Pienso que merece la
pena volver a pasearse por las páginas que presentan a esa ciencia que “barre la fantasía
de Laplace de la predicción determinista”.
La ciencia del caos comienza a
desarrollarse seriamente en los años 60 del siglo pasado con la idea de que (a)
ecuaciones matemáticas asombrosamente sencillas permitían describir sistemas
complejos (los sistemas sencillos hacen cosas complejas) y (b) leves
diferencias de entrada en un sistema se convierten en enormes diferencias a la
salida de ese sistema (dependencia sensitiva de las condiciones iniciales).
Un personaje clave de la historia es Edward Lorenz y su estudio sobre el
clima. Su investigación le llevó a concluir (a) la imposibilidad de establecer
predicciones a largo plazo y (b) la presencia de un orden disfrazado de
casualidad. Los sistemas no lineales obligan al científico a “recorrer un
laberinto cuyas paredes cambian de posición a medida que se avanza (…) quienes
hacen experimentos aprenden rápidamente que viven en un mundo imperfecto”.
El matemático Stephen Smale luchó con el caos para percatarse de la imposibilidad
de la predicción a nivel local y la estabilidad global de los sistemas
complejos y dinámicos. James Yorke
observó que la mayor parte de las ecuaciones diferenciales no pueden resolverse
y que “el caos
es ubicuo, estable y estructurado”. Benoit Mandelbrot confió en sus imágenes mentales: “la ciencia se irá
al traste si coloca el afán competitivo por encima de todo, y si precisa del
reglamento de la competición acogiéndose a especialidades estrictamente
definidas. Los poquísimos eruditos que son nómadas por elección individual
resultan esenciales para el bienestar intelectual de las disciplinas
establecidas”.
Mandelbrot es el abanderado de los
fractales, de lo auto-semejante. La organización fractal impone estructuras en
los organismos vivos. El ADN solamente puede dictar “un proceso repetido de bifurcación y desarrollo
(…) es cuestión de mirar el conjunto”.
John
Hubbard
escribió: “tengo
la sospecha de que si un día se averigua cómo está organizado el cerebro, se
descubrirá con estupefacción que hay un esquema codificador, de enorme
precisión, para formarlo”. Según Doyne Farmer, “los problemas trascendentales del mundo tienen que ver con
la organización, tanto de la vida como de la inteligencia”. Arnold Mandell subrayó un problema
conceptual: “el
paradigma es un gen > un péptido > un enzima > un neurotransmisor >
un receptor > un comportamiento animal > un síndrome clínico > un
fármaco > una escala clínica de clasificación”. Según su visión,
los científicos de la conducta humana debían esforzarse por comprender las inestables
geometrías en las que se apoya la mente humana.
Se supone que el caos contribuyó a la
desaparición del programa reduccionista de la ciencia. La no-linealidad y la
retroalimentación se consideraron esenciales para comprender estructuras como
el cerebro humano, un paradigmático sistema complejo de información.
Joseph
Ford
replicó así a Einstein: “Dios juega a los dados con el Universo, pero los dados están
cargados. El principal objetivo es descubrir las reglas que se usaron para
cargar esos dados”.
A mi entender, la ciencia del caos
nos envía un mensaje elocuente a quienes estamos interesados en la ‘intersección’
cerebro-cognición: lejos de sentirnos abrumados por su carácter inabarcable,
pensemos en modos simples de comprender las complejas relaciones que permiten
exudar las conductas que nos ayudan estudiar la cognición. Admitir que la
retro-alimentación puede ser esencial es relativamente sencillo, pero hincarle
el diente a la no-linealidad se revela, en principio, como más peliagudo.
Convendría recuperar el excelente
ensayo de Francis Crick (Qué loco propósito. Una visión personal del
descubrimiento científico) porque mi memoria me golpea incesantemente el
lóbulo frontal con el mensaje de que su visión (no tan personal) debería
aplicarse para ayudarnos en ese proceso de búsqueda.
Volveremos…
Página web de James Gleick:
No tiene nada que ver pero seguro que le interesa:
ResponderEliminarhttp://www.abc.es/ciencia/20140713/abci-inteligencia-chimpance-esta-genes-201407111627.html?utm_source=abc.es&utm_medium=modulo-sugerido&utm_content=noticia-AB&utm_campaign=outbrain=obinsite
Gracias por la referencia. El estudio de 'Current Biology' es interesante pero tiene algunos problemas metodológicos. Saludos, R
ResponderEliminar