El grupo de Emiliano
Santarnecchi publica un interesante estudio en ‘Human Brain Mapping’ en el que se pone patas arriba el supuesto de
que las conexiones cerebrales deben ser intensas (potentes, fuertes) para ser
relevantes.
Santarnecchi, E. et al. (2014). Efficiency of weak brain
connections support general cognitive functioning. Human Brain Mapping. DOI 10.1002/hbm.22495
Sus resultados muestran que las
diferencias de rendimiento intelectual se asocian a la eficiencia en la
comunicación de redes cerebrales de larga distancia conectadas débilmente.
Las principales regiones vinculadas por esas redes son el lóbulo prefrontal, el
hipocampo, el temporal y el giro postcentral.
Este trabajo gira alrededor de la importancia de las
conexiones de larga distancia (eficiencia global de la comunicación) y las
locales (eficiencia del procesamiento regional). Los análisis habituales de
redes (network analysis) combinan
conexiones potentes y débiles en el cerebro, por lo que no puede explorarse la
contribución de cada una de ellas.
Los autores se sirven de una base de datos pública (NKI-Rockland database) para comparar la
conectividad funcional en reposo (resting
state fMRI) de 37 individuos de alta inteligencia (CI = 122), 35 de nivel
medio (CI = 107), y 26 de nivel bajo (CI = 88).
Dividen el cerebro en 90 regiones corticales y subcorticales
para estudiar sus conexiones funcionales según su naturaleza débil, intermedia
y potente. Consideran los datos de cada individuo en lugar de calcular
promedios, y, por tanto, se estiman las propiedades de las redes para cada uno
de esos individuos.
Se observa que las conexiones de larga distancia propenden a
ser débiles, tanto dentro de cada hemisferio cerebral como con respecto a la
comunicación entre hemisferios. Las puntuaciones en el test de inteligencia
completado por los sujetos participantes (WASI, que incluye los tests de
vocabulario, semejanzas, cubos y matrices) se relacionan positivamente con la
eficacia promedio de la comunicación en las redes del cerebro, aunque de modo
claramente más visible para las conexiones débiles de larga distancia. Es
particularmente relevante la integración
(interacciones globales), no la segregación (eficiencia local).
Me entretuve haciendo algunos cálculos con los resultados de
los tests de inteligencia. Concretamente, hice un análisis de la matriz de
correlaciones compuesta por los cuatro tests del WASI aplicando un análisis
factorial para averiguar cuáles son sus pesos. Y este fue el resultado:
Vocabulario = 0.55
Semejanzas = 0.68
Matrices = 0.76
Cubos = 0.87
Cubos = 0.87
Por tanto, se observa una distancia sustancial entre
vocabulario y cubos, algo que me recordó unos de nuestros trabajos de hace algunos
años.
Colom, R., Jung, R. E., & Haier, R. J. (2006). Distributed
brain sites for the g-factor of
intelligence. NeuroImage, 31,
1359-1365.
Allí mostramos que el peso factorial de un test de
inteligencia revelaba un sustrato neuroanatómico claramente diferencial: a
mayor peso, mayor señal en el cerebro.
Opino que sería interesante averiguar qué sucede en el
estudio de Santarnecchi cuando se va un poco más allá del CI y se trabaja con
los tests considerando su peso factorial. El peso de cubos muestra que, para la
muestra de participantes considerada, su resolución es más compleja
cognitivamente que lo que sucede con vocabulario. Se aprecia una interesante
graduación (vocabulario, semejanzas, matrices, cubos) que permitiría comprobar
si las conexiones débiles de larga distancia son más relevantes para explicar
las diferencias de rendimiento cuanto más cognitivamente complejo es el test de
inteligencia. Si así fuese, la tesis de los autores ganaría bastante potencia.
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