Los medios de comunicación se han excitado muchísimo con un
artículo recientemente publicado en la revista PNAS.
Ingalhalikar,
M. et al. (2013). Sex differences in the structural connectome of the human
brain. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1316909110
Estas cosas de las diferencias de sexo capturan la atención
sin remisión. La palabra ‘sexo’ es casi tan atractiva como el término ‘gratis’.
En esencia, lo que este grupo de la Universidad de Pensilvania hizo fue comparar las conexiones
cerebrales de casi mil personas (428 chicos y 521 chicas) de entre 8 y 22 años
de edad.
Dividieron el cerebro en 95 regiones de interés y comprobaron
sus conexiones a través de la sustancia blanca en tres grupos de individuos: entre
8 y 13 años –niñez--, entre 13 y 17 años –adolescencia--, y entre 17 y 22 años
–edad adulta temprana.
El resultado estrella fue que los chicos presentaban una
conectividad más fuerte dentro de cada uno de los dos hemisferios cerebrales y
que las chicas mostraban una mayor conectividad entre los dos hemisferios. Es
decir, que el cerebro de los chicos está mejor
comunicado localmente, mientras que las chicas lo están globalmente.
Este dato casa bastante bien con lo que se sabe desde hace
tiempo sobre el impacto de las lesiones cerebrales según el sexo, con secuelas
bastante más dramáticas en chicos debido, precisamente, a su mayor
especialización hemisférica. El cerebro de las chicas se muestra más flexible,
responde mejor a las lesiones porque se re-adapta con mayor eficiencia (está
menos especializado).
Los autores especulan declarando que el cerebro de los chicos
se encuentra estructurado para facilitar las conexiones entre los procesos
perceptivos y la acción, mientras que el de las chicas lo está para facilitar
la comunicación entre procesamiento analítico e intuitivo. Vale, es una
posibilidad, pero no deja de exigirnos una petición de principio notable (eso
de que el hemisferio izquierdo se dedica a la cosa analítica y el derecho a la
intuitiva –realmente dudoso).
Los autores evitan sabiamente meterse en jardines llenos de
puntiagudos hierbajos. Pero como este es un blog
personal sin ninguna trascendencia institucional (cero) y en el que la
especulación razonada es más que bienvenida, vamos a ello (brevemente).
Se dice en el artículo que los chicos presentan mayor
anisotropía fraccional (FA), es decir, la integridad de su materia blanca es
mayor. Por tanto, sus cerebros deberían mostrar una mayor eficiencia en la
comunicación.
También se muestra que los chicos presentan una mayor
conectividad de corto recorrido (short-range),
mientras que las chicas muestran una mayor conectividad de largo recorrido (long-range). Sabemos que la madurez
cerebral conlleva un aumento de esta segunda clase de conectividad.
Por tanto, podría concluirse que las
chicas son más maduras, cerebralmente, que los chicos. Pero nada se dice
en el artículo sobre esta cuestión. Los autores nadan y guardan la ropa.
Preguntas que se podrían hacer son:
¿qué sucedería si eligiésemos al azar (n veces) dos grupos mezclados de chicos y de chicas de un tamaño
similar y comparásemos sus patrones de conectividad?
¿qué sucedería si comparásemos dos grupos mezclados de chicos
y de chicas, pero de distintas edades?
No es improbable que comparar grupos produzca diferencias en
una determinada variable. Y nuestra creatividad para interpretar los resultados
desconoce límites.
Si llevásemos los resultados de este artículo más allá de
donde llegan los propios autores se podría concluir, sin forzar demasiado las
cosas, que las chicas deben ser psicológicamente más competentes (o, si se
quiere, más capaces cognitivamente).
Una mayor conectividad general y unas mejores
conexiones de larga distancia deberían asociarse a mejores dividendos
psicológicos. Sin
embargo, los psicólogos sabemos que no es ese el caso, lo que produce una
paradoja de la que es difícil salir.
Finalizo con dos cauciones metodológicas que pude leer en un
interesante blog (Neuroskeptic):
En primer lugar, leves movimientos de la cabeza durante el
registro en el escáner influyen sustancialmente en los datos que permiten
explorar la conectividad de la sustancia blanca. El
hecho de que los chicos tiendan a moverse más que las chicas (o al revés)
podría explicar las diferencias observadas en conectividad.
Yendiki
A, Koldewyn K, Kakunoori S, Kanwisher N, & Fischl B (2013). Spurious group
differences due to head motion in a diffusion MRI study.
En una muestra tan grande, levísimas diferencias de sexo en
ese movimiento resultarán significativas, pero serán espurias, irrelevantes
para lo que realmente se quiere estudiar.
En segundo lugar, el hecho de que la cabeza de los chicos
sean mayor que la de las chicas (en promedio) puede influir en los resultados.
Así, por ejemplo, se sabe que el cuerpo calloso es menor en cerebros de mayor
tamaño. Pero esta es una diferencia asociada al
tamaño, no al sexo.
Eileen Luders, Arthur W. Toga, & Paul M. Thompson (2013).
Why Size Matters: Differences in Brain Volume Account for Apparent Sex
Differences in Callosal Anatomy Neuroimage DOI:10.1016/j.neuroimage.2013.09.040
Sería interesante (necesario) averiguar si las diferencias de
sexo de las que se informa en el artículo se mantienen después de controlar las
diferencias en tamaño cerebral que separan a los chicos y a las chicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario