miércoles, 11 de diciembre de 2013

Conectividad cerebral de varones y mujeres

Los medios de comunicación se han excitado muchísimo con un artículo recientemente publicado en la revista PNAS.

Ingalhalikar, M. et al. (2013). Sex differences in the structural connectome of the human brain. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1316909110

Estas cosas de las diferencias de sexo capturan la atención sin remisión. La palabra ‘sexo’ es casi tan atractiva como el término ‘gratis’.

En esencia, lo que este grupo de la Universidad de Pensilvania hizo fue comparar las conexiones cerebrales de casi mil personas (428 chicos y 521 chicas) de entre 8 y 22 años de edad.

Dividieron el cerebro en 95 regiones de interés y comprobaron sus conexiones a través de la sustancia blanca en tres grupos de individuos: entre 8 y 13 años –niñez--, entre 13 y 17 años –adolescencia--, y entre 17 y 22 años –edad adulta temprana.

El resultado estrella fue que los chicos presentaban una conectividad más fuerte dentro de cada uno de los dos hemisferios cerebrales y que las chicas mostraban una mayor conectividad entre los dos hemisferios. Es decir, que el cerebro de los chicos está mejor comunicado localmente, mientras que las chicas lo están globalmente.

Este dato casa bastante bien con lo que se sabe desde hace tiempo sobre el impacto de las lesiones cerebrales según el sexo, con secuelas bastante más dramáticas en chicos debido, precisamente, a su mayor especialización hemisférica. El cerebro de las chicas se muestra más flexible, responde mejor a las lesiones porque se re-adapta con mayor eficiencia (está menos especializado).

Los autores especulan declarando que el cerebro de los chicos se encuentra estructurado para facilitar las conexiones entre los procesos perceptivos y la acción, mientras que el de las chicas lo está para facilitar la comunicación entre procesamiento analítico e intuitivo. Vale, es una posibilidad, pero no deja de exigirnos una petición de principio notable (eso de que el hemisferio izquierdo se dedica a la cosa analítica y el derecho a la intuitiva –realmente dudoso).

Los autores evitan sabiamente meterse en jardines llenos de puntiagudos hierbajos. Pero como este es un blog personal sin ninguna trascendencia institucional (cero) y en el que la especulación razonada es más que bienvenida, vamos a ello (brevemente).

Se dice en el artículo que los chicos presentan mayor anisotropía fraccional (FA), es decir, la integridad de su materia blanca es mayor. Por tanto, sus cerebros deberían mostrar una mayor eficiencia en la comunicación.

También se muestra que los chicos presentan una mayor conectividad de corto recorrido (short-range), mientras que las chicas muestran una mayor conectividad de largo recorrido (long-range). Sabemos que la madurez cerebral conlleva un aumento de esta segunda clase de conectividad.


Por tanto, podría concluirse que las chicas son más maduras, cerebralmente, que los chicos. Pero nada se dice en el artículo sobre esta cuestión. Los autores nadan y guardan la ropa.


Preguntas que se podrían hacer son:

¿qué sucedería si eligiésemos al azar (n veces) dos grupos mezclados de chicos y de chicas de un tamaño similar y comparásemos sus patrones de conectividad?
¿qué sucedería si comparásemos dos grupos mezclados de chicos y de chicas, pero de distintas edades?

No es improbable que comparar grupos produzca diferencias en una determinada variable. Y nuestra creatividad para interpretar los resultados desconoce límites.

Si llevásemos los resultados de este artículo más allá de donde llegan los propios autores se podría concluir, sin forzar demasiado las cosas, que las chicas deben ser psicológicamente más competentes (o, si se quiere, más capaces cognitivamente).

Una mayor conectividad general y unas mejores conexiones de larga distancia deberían asociarse a mejores dividendos psicológicos. Sin embargo, los psicólogos sabemos que no es ese el caso, lo que produce una paradoja de la que es difícil salir.

Finalizo con dos cauciones metodológicas que pude leer en un interesante blog (Neuroskeptic):

En primer lugar, leves movimientos de la cabeza durante el registro en el escáner influyen sustancialmente en los datos que permiten explorar la conectividad de la sustancia blanca. El hecho de que los chicos tiendan a moverse más que las chicas (o al revés) podría explicar las diferencias observadas en conectividad.

Yendiki A, Koldewyn K, Kakunoori S, Kanwisher N, & Fischl B (2013). Spurious group differences due to head motion in a diffusion MRI study.

En una muestra tan grande, levísimas diferencias de sexo en ese movimiento resultarán significativas, pero serán espurias, irrelevantes para lo que realmente se quiere estudiar.

En segundo lugar, el hecho de que la cabeza de los chicos sean mayor que la de las chicas (en promedio) puede influir en los resultados. Así, por ejemplo, se sabe que el cuerpo calloso es menor en cerebros de mayor tamaño. Pero esta es una diferencia asociada al tamaño, no al sexo.

Eileen Luders, Arthur W. Toga, & Paul M. Thompson (2013). Why Size Matters: Differences in Brain Volume Account for Apparent Sex Differences in Callosal Anatomy Neuroimage DOI:10.1016/j.neuroimage.2013.09.040


Sería interesante (necesario) averiguar si las diferencias de sexo de las que se informa en el artículo se mantienen después de controlar las diferencias en tamaño cerebral que separan a los chicos y a las chicas.

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