miércoles, 9 de octubre de 2013

The p factor

Mi colega Ana Delgado, de la Universidad de Salamanca, tuvo la amabilidad de enviarme un provocador artículo sobre Psicopatología (sabe que me seducen los factores generales).

Caspi, A., et al. (2013). The p Factor: One General Psychopathology Factor in the Structure of Psychiatric Disorders? Clinical Psychological Science published online 14 August 2013. DOI: 10.1177/2167702613497473

Es un estudio interesantísimo, de carácter longitudinal, sobre la estructura de los trastornos psicopatológicos. La práctica clínica rutinaria suele distinguir multitud de trastornos. Sin embargo, esta investigación demuestra que la evidencia empírica permite identificar tres dimensiones globales y un factor general.

Las tres dimensiones psicopatológicas fundamentales que revela el seguimiento longitudinal de una muestra de mil individuos durante veinte años son:

1) Interiorización: vinculada a la ansiedad y la depresión.
2) Exteriorización: asociada a la antisocialidad y el abuso de sustancias.
3) Desórdenes del pensamiento: relacionadas con los síntomas psicóticos.

Por encima de esas tres dimensiones se encuentra un único factor (p) que resume la propensión general de los individuos a desarrollar alguna clase de psicopatología. Una mayor puntuación en p expresa mayores problemas vitales, peores historias de desarrollo y un funcionamiento cerebral comprometido durante los primeros años de la vida.

Los individuos con altas puntuaciones en p experimentan problemas para regular y controlar la relación con los demás (bajo niveles en la dimensión clásica de personalidad denominada ‘cordialidad’), con el ambiente (baja ‘responsabilidad’) y consigo mismos (alto ‘neuroticismo’).

Así que resulta que las dimensiones que vienen usando los psicólogos diferenciales para describir la personalidad ‘normal’ desde hace décadas, tienen algo que decir en la comprensión de los trastornos psicopatológicos. Menuda sorpresa.

Para un científico que se dedica al estudio de la inteligencia humana (como es mi caso) resulta entrañable que los autores de esta investigación hagan un paralelismo con el factor general de inteligencia (g) para explicar sus resultados: “se sabe que la inteligencia general influye en el rendimiento mostrado ante cientos de pruebas cognitivas, lo que permite agregar ese rendimiento en una serie menor de capacidades mentales que, a su vez, se agregan en dominios verbales y no-verbales los que, finalmente, se agregan en una dimensión general: g, generalmente medida a través del CI. La mayor parte de la variación en las capacidades más específicas se encuentra adecuadamente explicada por g”.


El factor p sería similar: los cientos de síntomas psiquiátricos se agregan en unas docenas de diagnósticos que pueden resumirse en tres dimensiones que, a su vez, se resumen en una sola dimensión. El factor p unifica todos los trastornos y posee, como sucede con el factor g, una relevante base biológica.

Hay que subrayar el valor de esta investigación longitudinal: es el estudio epidemiológico de esta naturaleza más comprensivo hecho hasta ahora sobre los trastornos psicopatológicos. Nada volverá a ser igual. O nada debería ser igual a partir de ahora.

Sostienen los autores, con razón, que agrupar los trastornos, basándose en los datos disponibles, facilitará la investigación y el desarrollo de tratamientos eficaces. Los clínicos deberían adaptarse cuanto antes a este hecho: “comprender la etiología de p exigirá medidas en los dominios genético, neurológico, cognitivo y ambiental (…) todos los factores de riesgo se asocian primariamente con p (…) los trastornos presentan una elevada comorbilidad tanto de modo concurrente como secuencial”.

Mis colegas expertos en estadística deberían pensar en acoger con entusiasmo esta clase de investigación. A fin de cuentas, este apasionante estudio demuestra la necesidad de cuantificar, y, por tanto, les convierte en protagonistas de una historia de la que, con relativa frecuencia, fueron excluidos sin más contemplaciones por los clínicos.

¿O no fue así?


5 comentarios:

  1. La factoria Caspi&Moffitt son impactantes en la psicologia básica de aplicación profesional... el tiempo lo va diciendo...

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  2. Así es Antonio, pero no creas que los metodologos abrazan estas cosas de los chicos del Dunedin sin reservas. Parece que han admitido el modelo Big Five y que eso de unir/colapsar dimensiones de personalidad (o, para el caso, psicopatológicas) les suena rarísimo. Quizá encuentren el fallo...

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  3. Si bien el estudio es metodológicamente muy relevante por ser longitudinal y sobre una muestra de mil sujetos, la conclusión no es novedosa. Ya viene siendo defendida en otros estudios de Rushton y compañía al defender al factor general de personalidad (GFP) y su polo opuesto, el factor "p" que ahora defiende Caspi.

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  4. Correcto JC, no es novedoso en el campo de la personalidad, pero la pregunta es ¿posee este tipo de evidencia relevancia para la práctica clínica?

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