Se ha publicado a mediados de Septiembre de 2013 el informe
del grupo que debe estimular la investigación dentro de un proyecto que
presentamos hace tiempo en este blog.
Una serie de encuentros y seminarios de un grupo de
especialistas, que tuvieron lugar durante el pasado verano, ha dado como fruto un
informe sobre el estado actual de nuestro conocimiento sobre el cerebro y los
logros que cabe esperar durante los próximos años. Es un informe de transición
que debería conocer su versión final en el verano de 2014.
Este grupo de científicos compone el Comité que debe asesorar
al director del NIH (Francis Collins)
el consejero delegado del Presidente norteamericano (por ahora Obama) para este ambicioso proyecto
dirigido a “resolver
un misterio esencial: cómo interactúan dinámicamente circuitos organizados de
células para producir la conducta y la cognición, la esencia de nuestra vida
mental”.
En el informe se usa un prolífico lenguaje psicológico
disfrazado de neurociencia (“nada en neurociencia tiene sentido salvo a la luz de la
conducta”). Sus contenidos se distribuyen en dos secciones: (1)
visión y filosofía y (2) revisión científica y áreas prioritarias de
investigación. Un factor común que recorre el documento es la necesidad de
desarrollar tecnología para acelerar el avance de nuestro conocimiento sobre el
cerebro.
Las áreas prioritarias son: a) establecer un censo de tipos
de células cerebrales, b) crear mapas sobre la estructura del cerebro, c)
desarrollar dispositivos para registrar la actividad de las redes del cerebro,
d) mejorar las técnicas para manipular esas redes, e) conectar la actividad
neuronal con la conducta, f) integrar teorías, modelos, estadística y cálculo
con la experimentación, g) mejorar las técnicas para obtener imágenes del
cerebro, h) crear medios para registrar datos en humanos, e i) diseminar los
conocimientos acumulados y establecer programas de formación.
El grupo es particularmente realista cuando admite que “todos los cerebros
humanos comparten una anatomía básica, pero el patrón preciso de conexiones e
interacciones revela extraordinarias diferencias individuales –y de ahí
proviene la llamativa variación que se observa en la conducta humana (…)
nuestros cerebros nos hacen ser lo que somos, nos permiten percibir la belleza,
enseñar a nuestros niños, recordar a los seres queridos, reaccionar ante la
injusticia, aprender de la historia e imaginar un futuro diferente”.
Comparan este proyecto con las misiones Apolo porque están
seguros de que alcanzar sus objetivos cambiará para siempre a la sociedad. Y
subrayan que se trata de un ‘Proyecto Americano’. Los europeos ya tienen el
suyo.
Naturalmente hacen referencia al desarrollo de neuro-tecnología, equivalente, para
entendernos, a la bio-tecnología. Se espera
un potente retorno económico de la inversión que ahora se solicita.
Son conscientes de que la investigación con animales es
necesaria, pero “el
estudio directo del cerebro humano es clave porque nuestras capacidades
cognitivas son únicas”. Aquí entra en escena la neuroimagen,
señalando sus importantes limitaciones y lo que cabe hacerse para mejorar (en
esencia, aumentar su resolución espacial y temporal). Lograr visualizar la
actividad del cerebro humano en tiempo real es esencial y eso solamente se
podrá hacer gracias a los avances tecnológicos basados en chips biológicos o
nanotecnología.
Compartir la información de la que actualmente se dispone
también se considera básico y para alcanzar eficientemente esta meta se
propone reducir la burocracia. Interesante novedad que revela que estos
científicos piden que se confié en ellos, en su trabajo. Se invita a acoger las
ideas innovadoras, arriesgadas, promoviendo la incorporación de científicos que
se salgan del marco de referencia comúnmente aceptado: “carece de sentido elegir un único mecanismo de
financiación o a un determinado grupo de investigadores; debe haber exploración”.
No me cansaré de repetirlo y quizá en algún momento esta
insistencia tenga algún efecto: los psicólogos debemos abandonar lo que estamos
haciendo (por mucho que nos excite) y orientarnos hacia la persecución colectiva
de ese gran proyecto. Podemos y debemos contribuir a comprender la esencia de
nuestra identidad, de eso que explica qué somos y por qué hacemos lo que
hacemos.
Ni podemos ni debemos mirar hacia otro lado.
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