miércoles, 2 de octubre de 2013

Redes sociales

Siguiendo la sugerencia que me hizo alguien en algún lugar, decidí probar un experimento este verano usando una red social por la que jamás había mostrado ninguna inclinación.

Así, de entrada, los números asociados al intercambio de mensajes breves en esa red me mareaban.

El espacio limitado de caracteres por mensaje debe propiciar su cuantía, pensaba.

El caso es que me lancé a la piscina, con poco agua, y creé una cuenta de Twitter. Pude vincularla a Facebook, así que me ahorré algún trabajo en el proceso.

Nada más comenzar, el programa me sugirió ‘seguir’ a individuos e instituciones, así que elegí algun@s para echar a andar.

Enseguida me percaté de que la cosa iba de ‘seguir’ y ‘ser seguido’. Una vez más, los números parecían importantes.

Me pregunté: ¿y qué puedo poner para empezar como twitt?

Sin pensarlo demasiado decidí incluir la dirección de mi blog personal (en el que ahora escribo) y la web en la que se consigna mi actividad investigadora. Ya tenía dos twitts. Ruinoso, pero ya estaba dentro del círculo.

Como el verano invita a minimizar esfuerzos, se me ocurrió que, para ir aumentando los números y ponerme a la altura de las circunstancias, podría estar bien recuperar posts antiguos de mi blog que me resultaban especialmente interesantes y que, por tanto, podía merecer la pena sacar del baúl.


Así, cada mañana, publicaba un twitt con un enlace a la correspondiente dirección web del post antiguo seleccionado para ese día.

Entre tanto, hice caso de algunas sugerencias del programa para seguir a determinados individuos e instituciones. El número creció rápidamente, llegando pronto a los 60.

Comencé a asustarme.

Pero el suceso aleccionador estaba todavía por llegar.

Algunos de los individuos a los que decidí seguir, por eso de ampliar el espectro y explorar nuevas posibilidades, mostraban un comportamiento compulsivo de publicación de twitts. Me apenó darme cuenta de que las cosas que publicaban y que podían tener un cierto interés, se diluían entre decenas de mensajes absurdos y carentes de sentido.

Así que comencé un proceso de poda virtual.

Dejé de seguir a quienes mostraban una tendencia patológica de publicación (entre otros, Pérez-Reverte o Sánchez-Dragó).

Y descubrí que esa conducta es terrible. Dejar de seguir a alguien es lo peor.

Dejar de seguir a alguien en Twitter revela tu despiadada crueldad y tu lamentable patetismo. No importa que ese alguien tenga más de mil seguidores. Se dará cuenta y se mostrará abiertamente ofendido por tu conducta.

Y no solamente el individuo directamente implicado. También aquellos que se sienten aludidos por la saña de semejante práctica. Se encargarán de dejar constancia de su abierta hostilidad ante tu reprochable conducta.

Novato como era en esas lides (y no es que ahora sea un experto), se me ocurrió explicar que no comulgaba con la práctica de inundar la pantalla con decenas de micro-mensajes. Naturalmente, el presunto remedio fue peor que la enfermedad.

Nada más agresivo que, educadamente, hacerle notar al individuo en cuestión que lo poco interesante que se tiene que decir (igual que nos sucede a todos los demás mortales, dicho sea de paso) se diluye ante el torrente de irrelevancia con el que se inunda la red.

En medio de esta experiencia, casi mística, me encuentro con dos sucesos.

Por un lado, el escritor Salvador Sostres (también columnista del diario ‘El Mundo’) decide cerrar su cuenta de Twitter.


Estas son algunas de sus declaraciones para explicar esa decisión:

"Twitter me ha permitido conocer a dos personas a las que considero mis amigos y a una decena larga de lectores valiosos e inteligentes, y también a muchos fans, que halagan, pero alimentan un ego estéril
(pero) Twitter es la patria del tarado, el resentido y el enfermo, y los debates que se generan suelen ser artificiales y carecen de interés
(…) para quienes tenemos una vida agradable, con amigos inteligentes y buenos restaurantes, Twitter es una absurda y ridícula pérdida de tiempo
(…) he decidido dejar Twitter y regresar a la realidad".

Quizá es un diagnóstico exagerado (no hay duda de que se encuentra interesante información en las redes --incluso en Twitter-- algo que él mismo reconoce) pero lo que concluye este escritor parece ajustarse a lo que sucede generalmente en esta y otras redes sociales virtuales.

El segundo dato que llega a mi conocimiento es que algunos usuarios de Twitter contratan los servicios de determinadas empresas para engordar artificialmente su número de seguidores. Las empresas, de hecho, son creadas con ese único fin, así que la cosa parece tener peso.

Me quedo sin palabras. Al menos por ahora.

5 comentarios:

  1. No puedo evitar señalar que durante la lectura del post me ha venido recurrentemente al "perolo" (como tu dices), la imagen de la escena de la vida de Brian en que lo toman por el mesias y todos lo van siguiendo e imitando sus acciones :-)

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  2. siempre puedes crear listas para agregar a gente que sigues, según distintos criterios y poder filtrar así lo que lees, y seguir distintos temas sin mezclarlos: por ejemplo siguiendo a algún parlamentario que te inspire un poco de respeto o confianza puedes enterarte de lo que se discute en el hemiciclo, cosa que de otro modo seria casi imposible enterarse..

    a mi me funciona no seguir ni a grandes medios, ni instituciones, ni personalidades, y seguir a gente pequeña con intereses similares a los mios... que retwittean cosas que me interesen..

    el peligro: escuchar solo opiniones concordantes, la ventaja: no tener que volver a escuchar a otros medios que invariablemente me dejan con la sensación de que me toman por estúpido..

    para mi twitter ya ha reemplazado totalmente a los medios tradicionales para informarme, ni televisión, ni periódicos, ni en papel, ni online..

    incluso a veces, se convierte en ese lugar donde te enteras de las noticias por chistes fuera de contexto mucho antes siquiera de que los 'medios' reaccionen.. y que al final hablan de lo que ya se hablo en twitter, ayer!

    10 minutos de twitter al día para mi cumplen la necesidad cívica de estas informado de lo que sucede en mi entorno, a la vez que me permite seleccionar las fuentes..

    y prácticamente no twitteo nada..

    un saludo
    ivan

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  3. Andreu, comprendo exactamente a qué sensación te refieres.

    Iván: gracias por los consejos.

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  4. Mientras leía tu post, se me ha dibujado una sonrisa.... Así qué no es tan estupendo como me decías....y yo que soy pertinaz, resistiéndome..... Y parece que sí no te dan un curso especializado, te sepultan a twitazos!!!! Y en esto de bombardear a twitazos al que no quiere seguirte, hay comportamientos semejantes entre mujeres y varones?

    Gracias por la info, voy a seguir resistiéndome una temporadita.... No me veo soportando también las pataletas de los tuiteros despechados....

    Saludos

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  5. MA, no recuerdo hacer usado el término 'estupendo'. Dije que, a veces, es útil porque se encuentra fácilmente información relevante. Esa función la cumple. Lo demás es cuestionable. Ignoro si hay diferencias de sexo pero puede ser un tema atractivo de investigación. Saludos, R

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