En época de cambios conviene disponer de
datos verídicos, o, si se quiere, reales.
Hace algún tiempo leí un útil artículo de Juan Hernández Armenteros y José Antonio Pérez García en el que se ofrecían datos
que demostraban que la Universidad financiada con
fondos públicos en España era muy rentable.
1.- Nuestro
sistema universitario consume un 25% menos de recursos que la media de la OCDE.
2.- En España hay
una Universidad por cada casi 600.000 habitantes, mientras que en Gran Bretaña
es una por cada casi 300.000 habitantes
(en USA es una por cada casi 100.000 habitantes).
3.- Estamos entre
los mejores de Europa en tasas de titulación (80%).
4.- Hay tres veces
menos parados entre los jóvenes universitarios que entre los no universitarios.
5.- Nuestra
economía supone un 2.2% de la economía mundial, pero nuestros universitarios generan
un 3.3% de la producción científica mundial.
6.- La Universidad
pública forma a sus estudiantes usando un 75% del presupuesto que usan las
privadas para alcanzar un objetivo similar.
Aún así, se exige
ser más eficiente aceptando, sin rechistar, más recortes presupuestarios. La
sangría parece no tener límite.
Globalmente, los universitarios españoles
contamos con un 40% menos de recursos que las universidades situadas en el top
100 mundial. Nuestros gobernantes contribuyen a que los centros universitarios
de los demás países jueguen con ventaja y se lo ponen cada vez más difícil a
sus aliados aquí en su propio país.
Esta lamentable situación contrasta con el
hecho de que los científicos son el colectivo en el
que más confían los ciudadanos de nuestro país, como demostraba Pere Puigdomènech en un revelador artículo. Y esos mismos ciudadanos
desconfían extraordinariamente de quienes pueden facilitarle o complicarle la
vida al científico, es decir, los políticos.
Nuestros representantes políticos subrayan la
burocracia y menosprecian la creatividad característica de la ciencia. Escribía
Puigdomènech: "quizá deberíamos encontrar vías para transmitir de forma
clara a los ciudadanos cuáles son aquellas opciones políticas que respetan a
aquellos colectivos que los ciudadanos respetan y cuáles las están hundiendo
para que estos tomen sus decisiones con pleno conocimiento de causa. Y si la
ciencia no acaba controlando el poder podría exigirse que al menos este muestre
algún nivel de respeto hacia ella".
Un
político realmente preocupado por su país debería actuar y gobernar asumiendo que
no puede valorar actividades de largo recorrido (como la ciencia) dentro del
marco de referencia de su plazo de cuatro años de legislatura. La rentabilidad
inmediata es absurda. Estimular y proteger a los científicos es una prioridad
para salir del atolladero y permanecer fuera de la caverna.
Un
político responsable que realmente desea lo mejor para su país debería promover
con entusiasmo la creación de una Agencia Nacional de Investigación Científica (ANIC)
orientada a concentrar el esfuerzo de nuestros mejores científicos.
Sería
tarea fácil porque los científicos quieren investigar, se caracterizan por su tendencia obsesiva hacia el descubrimiento.
La
ANIC debería establecer una red de centros en los que se concentrasen nuestras
mejores cabezas para focalizarse en las temáticas más relevantes a nivel
mundial, esas que los científicos saben que van a promover el desarrollo y la
innovación, y, por tanto, la mejora del bienestar de los ciudadanos.
La
ANIC debería actuar con extraordinaria flexibilidad para facilitar el trabajo
de los científicos, independientemente de su filiación habitual. Buscaría y encontraría a nuestras mejores cabezas,
estuvieran donde estuviesen, y les ofrecería las condiciones necesarias para
que pudieran hacer su trabajo, para que pudieran desarrollar al máximo sus
tendencias casi psicopatológicas hacia el descubrimiento, de hacerlo antes que
los demás científicos y de obtener el reconocimiento de la comunidad
científica.
Seamos inteligentes y usemos las pasiones más rastreras de
los científicos en nuestro beneficio.
Ellos quieren descubrir, desean innovar, ansían contribuir al avance del
conocimiento científico para que su nombre perdure. Lo único que piden es que
dejen de asfixiarles con la almohada presupuestaria y que se confíe en ellos.
Los
ciudadanos de nuestro país ya confían, pero los representantes políticos no.
Los primeros deberían presionar a los segundos para que se hagan eco y cambien
radicalmente de actitud. La sociedad del siglo XXI no puede sobrevivir sin que
la ciencia sea una protagonista destacada. Seguir a expensas de lo que hagan
los demás países es preocupantemente ruinoso.
Es evidente que la filosofía que guía a nuestros políticos es la de este pensador:
ResponderEliminarhttp://naukas.com/2012/06/29/no-somos-cientificos-valemos-para-esto/
Desde luego, su frontal es inquietante...
ResponderEliminarCoincidimos en la necesidad de disponer de datos verídicos. El artículo que mencionas al comienzo, incluye as fuentes de las que obtienen cada uno de los datos que mencionan, excepto en un caso: el número de ciudadanos por Universidad.
ResponderEliminarAsí que me he puesto a buscar los datos.... Dos horas y no tengo un dato nítido que ofrecer, después de haber revisado los documentos de la OCDE y el EUROSTAT, ....
Según el ministerio español,
http://universidad.es/es/en-espana/estudiar-en-espana/universidades-de-espana
Hay 81 universidades España y somos, a 2013, unos 47 millones de españoles, luego una universidad por casa 585000 ciudadanos...... Falso..... Más de 20 de estas 81 universidades son privadas.....
En Alemania hay 70 universidades públicas y son 81 millones de habitantes....
Sí, necesitamos datos veraces y actualizados.....
Muchas gracias por la búsqueda de evidencia MA.
ResponderEliminarYa tuve ocasión de revisar previamente esta cuestión:
http://robertocolom.blogspot.com.es/2012/04/la-reforma-de-la-universidad-en-espana.html
El caso de USA y UK parece bastante claro. Por lo que comentas, el de Alemania no es consistente con la tendencia sajona.
Lo que es evidente es que no podemos fiarnos demasiado de las estadísticas que se nos ofrecen.
Y sin datos fiables es realmente complicado trabajar en un proceso sensato de toma de decisiones.
Pero repetir ciertos mantras supuestamente válidos es una práctica peligrosa.
Saludos, R
Después del mito del buen salvaje llega el mito del científico honrado y sacrificado.
ResponderEliminar4 años llevo conviviendo con profesores universitarios y el 80% del personal está más preocupado en pagar la hipoteca que de investigar. Y una parte importante de los que investigan tienen sueños húmedos con alcanzar un importante estatus en el mundo de la ciencia.
Lo gracioso de esto es que las grandes mentes de la historia que han hecho grandes avances han ido por libre. Nada de mendigar financiación.
Ese 20% es el que realmente importa.
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