jueves, 10 de enero de 2013

IBEROS: Álvar Núñez Cabeza de Vaca


Álvar Núnez Cabeza de Vaca fue una peculiar combinación de aventurero y monje nacido en 1492 en Jerez de la Frontera y fallecido en 1564 en Sevilla.

Estuvo al servicio de los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II.

Escribió dos libros narrando sus aventuras en las dos Américas (‘Naufragios’ para el Norte y ‘Relación y comentarios’ para el Sur). Ambos tuvieron un éxito de ventas sobresaliente, llegando incluso hasta las estanterías de la biblioteca del emperador.

Álvar es descendiente del pastor (Martín Alhaja) que ayudó decisivamente al ejército confederado cristiano (dirigido por el vasco Diego López de Haro) durante la batalla de las Navas de Tolosa (1212). El extraño apellido, Cabeza de Vaca, se debe al signo usado por Martín para guiar a los cristianos y evitar la emboscada de los musulmanes.

Desde aquel momento, la familia Cabeza de Vaca, en la que nace Álvar, forma parte de la casta de los hidalgos. Pero sus genuinas creencias religiosas le alejan de la superficialidad de muchos de sus miembros. Fue un caballero en el mejor de los sentidos.

Álvar comienza sus andaduras combatiendo (y ganando una batalla decisiva) en Italia. En su novela sobre este ibero (‘El último caballero’) Sánchez Galera describe así el regreso a España (y, en concreto, a Barcelona) de los soldados victoriosos en Italia:

Todos los habitantes de la ciudad, y todos los catalanes en general, parecían electrizados de entusiasmo con las victorias de nuestro ejército en Navarra e Italia, lo cual no era de extrañar, pues después de dos siglos de plena decadencia para Cataluña, y en los que habían perdido todo su antiguo poder y prestigio, la reunificación de España, obrada por Isabel y Fernando, les había devuelto a los catalanes en menos de una década lo que los franceses les habían arrebatado en los últimos doscientos años, y el Rosellón, Córcega, y Nápoles volvían a ser catalanes…, volvían a ser españoles.

No es de extrañar que fuese precisamente a los catalanes, a los que más les gustaba presumir de españoles, por encima de gallegos, andaluces o castellanos, y nunca jamás, como en Cataluña, he escuchado tantos gritos de ¡Viva España! como los que durante esos días no dejaban de retumbar a todas horas por las calles y plazas de Barcelona

Cabeza de Vaca critica a los europeos que se dicen cristianos, pero que actúan con mala fe: “no solamente tienen ya por costumbre atacarnos a traición, sino que nos echan la culpa a nosotros, difundiendo por toda Europa que somos unos intolerantes”.

Quizá su viaje más emblemático es su recorrido a píe por América del Norte, desde Florida hasta California. Durante casi diez años vaga por esas tierras y logra reunir a su alrededor miles de indios que le consideran una especie de mago/curandero. Álvar aprende seis de los idiomas hablados por las distintas tribus (“confiando en Dios, cuatro vagabundos conseguimos descubrir e iniciar la conquista pacífica de la mitad de lo que hoy sabemos que es un nuevo continente: América del Norte”).

Cabeza de Vaca era absolutamente contrario a la práctica de explotación practicada por algunos de sus correligionarios. Unas prácticas que eran contrarias a las consignas ya impuestas por los Reyes Católicos: “que no consientan que los indios de las tierras ganadas reciban en su persona o bienes agravio alguno, sino que sean bien tratadas”.

Fue gobernador del Rio de la Plata, pero la experiencia resultó traerle bastantes sinsabores. Fue traicionado y tuvo que esperar años hasta que Felipe II le llamó a su palacio de Madrid para pedirle disculpas por haber prestado oídos a las inmerecidas calumnias.


Álvar aprecia una profunda diferencia entre los indios del Norte y del Sur:

a diferencia de aquellos otros indios que conocí en América del Norte, pueblos miserablemente pobres y pacíficos por lo general, los de América del Sur se encontraban mucho más avanzados social y económicamente, llegando a formar grandes imperios, como el de los Aztecas de la Nueva España, o los Incas del Perú.

Sin embargo, la humanidad no les iba a la par de su desarrollo, pues no creo que haya habido jamás en la tierra gentes más depravadas, acostumbrados durante siglos al canibalismo, el concubinato, la trata de esclavos, y a la guerra como única forma de vida”.

Desde sus postreros días en un convento, Sánchez Galera pone en boca de Cabeza de Vaca las siguientes palabras:

al fin y al cabo, y por muchas contrariedades que hubiera tenido últimamente, mi vida entera estaba llena de grandes momentos y alegrías.

Nada que ver con esas existencias vacías y tristes de tantas otras personas que había conocido, y que se van de este mundo sin poder decir que han hecho nada medianamente interesante en sus vidas (…)

no existe actitud más mezquina en esta vida que la de no intentar levantarse cada mañana con la ilusión de hacer algo grande.

Al fin y al cabo, nuestras vidas valen lo que valen nuestras ilusiones (…)

si algo he aprendido en estos 72 años es que sin la eternidad no se puede vivir, porque entonces el tiempo se quedaría vacío, y la existencia no sería otra cosa más que una invención repugnante, vacía de contenido”.

2 comentarios:

  1. Me quedé impresionado cuando descubrí que este hombre había sido también el primer español (por tanto europeo) que contemplaba las Cataratas del Iguazú. Desde Florida hasta el Iguazú. Hay que téner ilusiones y agallas para convertirlas en realidades.

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  2. Es un individuo realmente interesante. ¿Cuántos habrá que, como él, suele ser absolutamente ignorado por la Historia, con mayúsculas?

    El otro día recibí el catálogo de una compañía norteamericana (The Great Courses) que edita cursos en video sobre los más variados temas.

    El caso de la historia es brutalmente sangrante. Casi seguro que le dedico un post, pero para hacerse una idea, fui incapaz de encontrar nada sobre el imperio español en los cursos de Historia, pero, eso si, sobredosis de historia anglo...

    Saludos, R

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