Como decía Collins, “la vida es corta. Por ahora, la predicción es
que todos y cada uno de nosotros morirá”.
La vida/la muerte es un círculo que
se cierra, es volver donde empezamos. Empezamos siendo niños, olvidamos un
tiempo que lo fuimos y finalmente volvemos al principio. Nos pasamos la vida
aprendiendo a asumir que hay principios y finales, aunque puede que reconocer
las estaciones nos dé cierta esperanza. A los
inviernos les siguen las primaveras.
Hoy en día, con la resonancia magnética (RM) se puede
observar ese ciclo estacional en el cerebro: primavera, verano, otoño e
invierno (Figura 1).
Volviendo a la trinchera, allí donde
los médicos nos partimos el cobre contra la enfermedad (no contra la muerte)
tenemos en la Enfermedad
de Alzheimer (EA) un buen ejemplo de nuestra razón de ser: la lucha
contra la injusticia que supone que el ciclo se acelere y veamos cómo el invierno
se adelanta excesivamente.
La RM muestra cómo la atrofia va
ganando posiciones, desde el lóbulo temporal medial, al resto del sistema
límbico, y, finalmente a todo el cerebro. Los que trabajamos cerca de esta
tremenda enfermedad, vemos cómo cambia el cerebro hasta llegar a estados en los
queda reducido a un mero esqueleto (Figura 2).
La EA es especialmente dura porque
casi siempre lesiona especialmente la memoria,
que mantiene nuestra identidad, ante nosotros mismos y ante los demás (¿no es
esa pérdida una clase de muerte?). También eso podemos verlo con la imagen y
aunque cada vez se puede estudiar más de cerca la morfología de esa enfermedad,
todavía no somos capaces de alterar ni un ápice su evolución inexorable (Figura
3).
Hoy sabemos que la EA comienza muchos
años antes de que la morfología del cerebro cambie, y que una de las claves
para conseguir ganarle alguna batalla a esta enfermedad es detectarla antes de
que se produzca una pérdida importante de células.
La lucha va a tener lugar a nivel
molecular. Y la neuro-imagen se prepara desarrollando nuevos tratamientos y tratando
de mejorar la detección precoz de la enfermedad. Junto a la Genómica y la
Proteómica se desarrolla la denominada Imagen Molecular.
La RM pone a punto técnicas que
permiten observar cambios en la estructura molecular del cerebro y la
Tomografía por emisión de Positrones (PET) puede detectar acúmulos anormales de
proteínas muchos años antes de que comiencen los síntomas de la EA.
Esperamos novedades en un futuro
cercano. Seguimos buscando restaurar el ciclo para que
el invierno vuelva al lugar que le corresponde.
¿Según su experiencia, con qué fiabilidad diría que se puede detectar un deterioro que pueda ser la antesala de muerte celular preocupante usando RM?
ResponderEliminarGracias por su interesante artículo.
Aprovecho para felicitarle por los que escribió anteriormente.
Javier