martes, 16 de octubre de 2012

Teléfono rojo para la terapia psicológica



Se ha publicado en septiembre un artículo en la revista 'PLoS ONE' en la que presuntamente se demuestra que la terapia psicológica practicada por teléfono es tan eficiente como la terapia presencial o cara a cara.

Hammond, G. C. et al. (2012). Comparative Effectiveness of Cognitive Therapies Delivered Face-to-Face or over the Telephone: An Observational Study Using Propensity Methods. September, 2012, Volume 7, Issue 9, e42916.

Para llegar a esa conclusión se estudiaron casi 40 mil casos de 7 servicios de salud de Reino Unido pertenecientes a la red IAPM (Improving Access to Psychological Therapies). Al comparar los casos tratados por teléfono y presencialmente se obtuvieron indicadores de recuperación similares. Además, el coste resultó bastante menor en el primer caso (más de un 36% de ahorro).


Los autores concluyen que "el potencial es enorme para incrementar la accesibilidad de terapias psicológicas efectivas a millones de personas afectadas por depresión o ansiedad.
Con el aumento de la disponibilidad de teléfonos móviles, incluso en países en desarrollo, se hace posible tener un terapeuta en el bolsillo, superando así las barreras tradicionales".


Además de estas suculentas noticias, y sin necesidad de ponerse tan 'generoso' con los países que están ahora despegando económicamente, la ajetreada vida actual de los ciudadanos dificulta pasarse por los centros de salud para recibir terapia psicológica. El teléfono puede ser la solución.

Se subraya que esta clase de terapia será necesariamente más económica, pero también que podría ayudar a corregir el hecho de que (al menos en el sistema de salud británico) se gaste más en salud mental que, en conjunto, en el tratamiento del cáncer, los problemas coronarios y el asma.

El servicio telefónico que se propone se dirige a los dos principales problemas de salud mental, es decir, la depresión y la ansiedad. Eso sí, de carácter moderado. Para los casos más graves es impracticable. Pero como son muchos menos, no influyen en la conclusión general.

A pesar del cuidado con que se hizo el estudio, los autores reconocen algo que siempre sucede con las terapias psicológicas: en principio es perfectamente posible que la versión telefónica y presencial de la terapia sean equivalentes en su eficacia porque, en realidad, lo que produce el efecto es algo tan pedestre como la remisión o recuperación espontánea.

Bastaría que el paciente recibiese alguna clase de atención para que se produjera un efecto positivo. Sería indiferente el tipo de terapia y, también, su orientación teórica.

Los psicólogos herederos de Skinner odian esta clase de mensajes, pero los meta-análisis disponibles señalan que el principal factor que logra producir alguna diferencia en la efectividad de las terapias psicológicas es el terapeuta. Algo sucede en el contexto clínico que produce un mejor o peor resultado. Y ese resultado no depende de la orientación del terapeuta (conductual, cognitivo-conductual, psico-dinámica, etc.) sino de su talento para conducir el proceso terapéutico.

Ahora sabemos, además, que hasta podría usarse un simple teléfono y daría exactamente igual. Llegó el momento de poner un terapeuta en nuestro bolsillo. Mejor prevenir que curar.

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