Hoy en día
aplicamos de forma casi automática las técnicas de control en el diseño de
experimentos y en los ensayos clínicos, pero cabría cuando menos que
realizáramos un pequeño reconocimiento a los pioneros
de dichas prácticas.
Casi seguro
que en nuestra época escolar estudiamos las beneficiosas propiedades del limón
para prevenir los terribles efectos del escorbuto, pero de lo que seguramente
pocos somos conscientes es de que dicho descubrimiento es considerado por
muchos el primer ensayo clínico controlado
(para su época).
James Lind, un médico escocés
embarcado en el navío Salisbury en
1747 decidió probar la teoría de que las substancias ácidas evitaban la
putrefacción causada por el escorbuto (es preciso señalar que algunos estudios
anteriores ya habían propuesto los efectos beneficiosos de los cítricos, pero
no los habían demostrado sistemáticamente). Para ello dio distintas substancias
ácidas y no ácidas a diversos pares de enfermos de escorbuto lo más parecidos
posible, cuya dieta era idéntica en todo salvo el complemento que se
administraba (podemos ver como introdujo el control de
variables extrañas igualando la dieta y el físico de los individuos).
Las
substancias fueron:
-. Un cuarto
de litro de sidra al día.
-. 25 gotas
de ácido sulfúrico diluido tres veces al día con el estomago vacío (los comités
éticos de la época eran bastante tolerantes).
-. Media
pinta de agua de mar al día.
-. 2
cucharadas diarias de vinagre.
-. Dos
naranjas y un limón al día
-. Una mezcla
de ajo, pimienta y mostaza en una infusión de cebada.
A pesar de
que al cabo de unos días debió suspender el suministro de cítricos pues se
acabaron las existencias, verificó que los sujetos de dicho grupo habían
mejorado notablemente, mientras que el resto de grupos no mostró apenas
mejoría.
Si os parece
sorprendente que hace tres siglos ya se planificaran ensayos clínicos que,
salvando las distancias, pueden considerarse similares a los actuales,
posiblemente os sorprenda mucho más que el primer ensayo clínico de la historia
se remonta a una fecha alrededor del año 598 antes de Cristo.
El profeta Daniel, junto con otros jóvenes, fue
hecho prisionero por Nabucodonosor,
quien decidió que fuera educado y criado en palacio. Para ello ordenó que se
les diera la dieta real (rica en carnes y vino)
a lo que Daniel se opuso, proponiendo la superioridad de la dieta de Dios descrita en el Génesis que se basa en
los alimentos que nacen de la tierra (verduras, frutas, etc.). De este modo
propuso al jefe de los eunucos que los vigilaba que alimentara durante diez
días, con la comida que el rey les proporcionaba, a sus siervos, mientras que a
ellos les diera tan solo legumbres (en aquella época al parecer este término se
reservaba para los alimentos que nacen de la tierra a partir de semillas).
Al cabo de
dichos días se comprobó que Daniel y los suyos presentaban un aspecto mucho más
saludable, determinándose que la dieta de Dios era
preferible a la del rey. Este suceso está descrito en la biblia en el
primer capítulo del libro de Daniel (ver p.ej. http://www.biblia12.com/daniel-1-n27.html).
Creo
necesario que, cuando utilizamos de forma rutinaria métodos que nos
proporcionan una información tan valiosa, tengamos un
reconocimiento para el ingenio de aquellos que los hicieron posibles.
Para finalizar,
y para mostrar una prueba de cómo algunos aplican el ingenio al
diseño de investigaciones, me gustaría dar comienzo a un concurso cuyo único
premio es satisfacer la curiosidad intelectual. Seguramente muchos de vosotros
sabéis que las monjas tienen bastante que ver con el conocimiento que tenemos
de las relaciones entre la actividad intelectual y el deterioro cognitivo
asociado a la vejez pero, ¿qué tienen que ver los clásicos autobuses de Londres con la
prevención de las enfermedades cardiovasculares?
Un post muy interesante. No he podido con la curiosidad y he tirado de Google hasta llegar al estudio de Morris et al. (1953). No haré spoilers aquí, pero me quedo con el premio ;)
ResponderEliminarSi es que hoy en día no se puede mantener el suspense. El Google debería ser eliminado, desterrado del planeta para siempre jamás.
ResponderEliminarMaldito Google :-(
ResponderEliminarEfectivamente me refería al estudio de Morris de 1952. Me gusta la idea de comparar a dos tipos de trabajadores sometidos a un mismo ambiente, los conductores de autobús y los cobradores/revisores que difieren en actividad física, todo el día sentados versus a todo el día subiendo y bajando entre los dos pisos del autobús. Morris publicó un segundo artículo sobre el tema en 1953.
Por a alguien le interesa para su colección podéis descargaros los artículos aquí:
https://dl.dropbox.com/u/2000827/Archivo%20comprimido.zip
Muchas gracias por la interesante 'carnaza' Andreu. Estos artículos son una joya.
ResponderEliminar