Volví a leer, recientemente, el
famoso libro de Tolkien. En su
momento, bajo la arrolladora influencia de mi apasionado vecino Dioni, disfruté de la historia, o eso
creo recordar. Tanto que hasta casi obligué a mi amigo Chus a leer lo que ahora, a pesar de haberme hecho con una versión
inglesa, considero un autentico latazo (ergo,
Chus tuvo razón en su poco diplomático diagnóstico –te pido disculpas por mi
insensatez desde este portal, aunque ya sea tarde).
El mago Gandalf (el Gris) visita al poco estimulante Bilbo Baggins, encerrado en su agujero de ‘The Shire’ --copiado, por cierto, de las famosas cabañas que pueden
encontrarse en León (España).
De repente se le empieza a llenar su
casa de enanos con nombres a cada cual más desatinado. Después de arrasar con
sus víveres, el mago le invita a unirse a una aventura destinada a recuperar el
tesoro de los enanos, ahora en posesión de un dragón (Smaug).
Bilbo se resiste porque es perezoso
hasta para respirar y no se imagina que pueda disfrutar de ninguna clase de
presunta aventura que le pueda llevar más allá de la frontera de la Comarca
retratada en las excelentes películas de Peter
Jackson.
El caso es que acaba cediendo y salen
a la búsqueda del tesoro secuestrado por el dragón. En el camino suceden las
típicas ‘aventuras’, pero sustancialmente más descafeinadas y con muchísimo
menos interés que el se encuentra en ‘The Lord of the Rings’.
Se van topando con desalmados
y bastante estúpidos Goblins ("it is not unlikely
that they invented some of the machines that have since troubled the world,
especially the ingenious devices for killing large numbers of people at once")
en el interior de las 'Misty Mountains',
previo paso por el valle secreto de Rivendel
("Evil
things did not come into that valley"). Bilbo se pierde y se cruza
con Gollum en un lago oculto.
Aprovecha para birlarle el famoso anillo de poder, a través de un juego que no
termino de pillar. A partir de ahí, Baggins usa el anillo para desaparecer
haciéndose invisible cuando sus colegas enanos son encerrados por unos elfos
bastante canallas –o ante cualquier otra comprometida tesitura.
Finalmente logran encontrar el lugar
en el que descansa Smaug, pero no son ellos quienes se deshacen del inmundo
bicharraco, si no un habitante (bastante bruto) de una ciudad situada en medio
de un lago por la que habían pasado días antes Baggins y los enanos.
Muerto el dragón los enanos pueden
recuperar su tesoro, pero se ven obligados a tomar algunas decisiones porque
otros pueblos de la zona consideran que parte de ese tesoro es también suyo.
Así sucede finalmente por la mediación del hobbit, y también de Gandalf –que
seguramente acude al lugar del conflicto final tras un Whatsapp enviado por alguno de los enanos.
Baggins vuelve a su agujero de la
comarca para disfrutar de su te y de sus pipas cargadas de un exquisito tabaco
regional. En la última escena se produce un diálogo, del que reproduzco un
breve fragmento:
-.Gandalf: you don't really suppose, do you, that all your adventures
and escapes were managed by mere luck, just for your sole benefit? You are a
very fine person, Mr. Baggins, and I am very fond of you; but you are only
quite a little fellow in a wide world after all!
-. Bilbo:
Thank goodness!
Espero que Jackson logre mejorar la
historia porque, en caso contrario, los espectadores, que acudiremos sin
tardanza a las salas, nos aburriremos como vacas. Ya logró mejorar
significativamente la historia del señor de los anillos, plagadita de escenas
prescindibles, así que tengo una enorme fe en que ahora suceda algo parecido
con el hobbit.
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