‘La armonía de los
mundos’ es el título del capítulo tercero de la serie documental que
estamos revisando por entregas desde hace un par de semanas.
El inteligente y obsesivo Kepler es su principal protagonista. En la Europa del Siglo XVI, Johannes
se empeña en leer la mente de Dios, una mente
que para este científico se inspiraba en la geometría (Dios y la geometría eran, en realidad, una misma entidad).
Pero antes de llegar a este astrónomo y matemático, Sagan dedica un tiempo a ridiculizar la
astrología, reconociendo su conexión con la ciencia de la astronomía. Subraya que
fue y es todavía en la actualidad un instrumento de la superstición
humana.
Los pueblos antiguos hicieron, en lugares diversos del
planeta, precisas observaciones del movimiento de los cielos, de las estrellas,
del sol, pero pusieron ahí arriba los productos de su propia imaginación.
Nombraron a las constelaciones según su propia experiencia aquí en la Tierra.
Kepler, el geómetra, el teórico, con la contribución crucial
de las minuciosas observaciones del empirista danés Tycho Brahe ("cada uno sabía que por sí solo sería incapaz de conseguir la
síntesis de un sistema del mundo coherente y preciso") logró
penetrar en la mente de Dios mediante tres leyes
fundamentales que rigen el movimiento de los planetas.
Para lograrlo tuvo que abandonar sus concepciones teóricas y
atender a los datos, aún cuando antes de contactar con Brahe llegó a declarar
que eran los datos los incorrectos. La teoría era tan bella que debía ser
verdad. Pero esa verdad tenía forma de elipse,
no era circular, y para colmo de males, el sol no estaba en el centro sino en
uno de los focos de esa elipse.
Era un sistema mas feo, pero era verdadero. Los datos encajaban perfectamente
con esa horrible forma geométrica. A fin de cuentas, la mente de Dios no
parecía estar demasiado interesada en los sólidos perfectos del Pitágoras. Quizá Dios no fuese griego.
No hace demasiados días, el filósofo José Ferreirós contribuía a este blog con un interesante y atrevido post sobre las relaciones entre la ciencia y la música, especialmente
relacionado con este capítulo de la serie documental.
Pero también encontramos aquí un rotundo ejemplo que desvela
una cierta contradicción entre el aparente rechazo que Sagan demuestra hacia
las creencias religiosas y el hecho de que humanos con profundas tendencias
religiosas han contribuido al avance de nuestro conocimiento sobre las reglas y
leyes naturales que gobiernan el universo, que le convierten en cosmos.
Personas extraordinariamente religiosas han sido excelentes
científicos, han cambiado radicalmente nuestro modo de mirar a las estrellas,
y, también, a nuestro alrededor.
No existe ninguna contradicción.
ANEXO: Las leyes de Kepler:
Ley 1: un planeta se mueve en una elipse con el sol en uno de sus focos.
Ley 2: los planetas barren áreas iguales en tiempos iguales
Ley 3: el tiempo necesario para completar una órbita es
proporcional al cubo de sus distancias medias al Sol.
Totalmente de acuerdo. La lista de científicos importantes muy religiosos es larga y llega hasta la actualidad, aunque algunos estudios sociológicos actuales parecen indicar que las creencias religiosas son menores entre los científicos.
ResponderEliminarPor otra parte, conviene recordar que hasta la Ilustración, en Europa, la religión cristiana era presentada como defensora de la razón y enemiga de la magia, la brujería, el irracionalismo, la adivinación... Es decir, contraria a todas las cosas contra las que luchan, por ejemplo, http://digital.el-esceptico.org/index.php o http://www.skeptic.com/ , por más que estas páginas ahora, sobre todo la primera, son bastante anti-religiosas.