martes, 21 de febrero de 2012

Modelar la conciencia de los escolares

Estuve leyendo el libro publicado por el Catedrático de Filosofía Félix García-Moriyón titulado 'El troquel de las conciencias. Una historia de la educación moral en España', publicado por Ediciones de la Torre a finales de 2011.

El autor hace gala de una exquisita documentación y reflexión sobre la principal temática (el adoctrinamiento que conlleva la educación moral), pero también recurre a su dilatada y rica experiencia como docente (la vida cotidiana en la escuela que actúa como un troquel de conciencias realmente poderoso).

Este análisis es resultado de un encargo que le hizo José Antonio Marina a través de su 'Fundación Cambio Social' --el prólogo es suyo, de hecho.

Marina no es santo de mi devoción y me atrinchera en mi postura la lectura de ese prólogo, que incluye perlas como las siguientes:

"la inteligencia individual y aislada es una abstracción".
"las convicciones morales determinan el comportamiento de los seres humanos".

Nada de esto se encuentra en el texto de García-Moriyón, sustancialmente mejor trabado que lo que ese prólogo deja entrever. Por ejemplo, escribe el autor:

"entiendo por moral el conjunto de valores presentes en una determinada sociedad que orientan la conducta de las personas".

Obsérvese la diferencia entre el 'determinar' de Marina y el 'orientar' de García-Moriyón.

El origen de la investigación de este filósofo es la polémica social suscitada por la asignatura de 'Educación para la ciudadanía'. A día de hoy es irrelevante, puesto que ha sido eliminada por el nuevo ministro popular de educación. Pero da igual. La información recogida en este libro y las consecuencias que deriva el autor son relevantes en sí mismas. Por tanto, su lectura es recomendable.

Es absurdo intentar, por parte de quien escribe esta reseña, resumir como es debido la riqueza de detalles que se pueden encontrar en este interesante libro.

Pero, a mi juicio, en esencia se percibe una cierta indefensión al admitir que, actualmente, la escuela ya no educa moralmente a nadie. Los medios han tomado el relevo y los chavales buscan fuera de las aulas los modelos más congruentes con su propia personalidad. El profesor y el propio entorno escolar apenas cuentan. Los padres, tampoco.

En los dos últimos siglos --el autor comienza su recorrido en 1812-- se han hecho intentos por troquelar las conciencias de los futuros ciudadanos, tanto desde una perspectiva religiosa como laica. Se ha tenido más o menos éxito, pero nada de eso es relevante ahora. A esto se añade una confesión del autor que, de cuando en cuando, olvida haber hecho:

"las reformas [han tenido] un impacto parcial [...] porque el profesorado encargado de llevarlas a cabo no las acepta".

García-Moriyón sabe cosas que no explota, pero que apenas puede evitar dejar caer ocasionalmente:

"nosotros, los adultos, hacemos mucho para educarles, pero son ellos los que en definitiva, aprenden".

"los niños se fijan sobe todo en sus iguales" [en referencia a la teoría de la socialización de Judith Harris].

Llevar estas cosas hasta el final puede cambar significativamente nuestro modo de enfocar el problema.

Estas palabras del autor concuerdan con mi sensación al cerrar su libro:

"no estamos en condiciones de contar la historia; en el mejor de los casos estamos en condiciones de hacer historia".

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por el comentario, Roberto. Has recogido bien la idea central del libro. Solo quiero hacer un par de precisiones. La primera es que la asignatura como tal no ha desaparecido; parece ser que van a cambiar el nombre y posiblemente las orientaciones. Ya veremos qué pasa cuando se aprueba y se aplique.
    Por otra parte, está claro que la escuela desempeña un papel secundario hoy en día, dada la omnipresencia de otros agentes sociales que modelan la conducta moral de los niños y adolescentes. De todos modos, la escuela sigue siendo un mecanismo muy fuerte de socialización (por tanto, de control social adoctrinador) y de legitimación del sistema social vigente (igualdad de oportunidades y meritocracia)y, por tanto, también de las desigualdades sociales.

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  2. Ha sido una lectura estimulante. No es frecuente. R

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