sábado, 3 de diciembre de 2011

Barbarie electoral


Los resultados electorales de noviembre de 2011 expresan nuestro grado de barbarismo.

Hay 350 escaños a repartir. Los votos que producen escaños, según los repartos que acuerda la controvertida ley salida de la mente del matemático Victor d'Hondt, son 23.146.989, es decir, algo más de 23 millones, aunque el total de votos válidos depositados en las urnas por los ciudadanos es de 24.590.557.

Casi 1 millón y medio de ciudadanos carecen de representación parlamentaria a pesar de haber depositado su voto en las urnas. Eso sin contar los 333.095 votos en blanco --también puestos activamente en las urnas electorales-- y los casi diez millones de ciudadanos (9.710.775) que se abstienen, que deciden no pasar por los colegios, por desconocidas razones.

Centrémonos ahora en las cifras de votos que producen escaños.

La siguiente tabla presenta los partidos que han obtenido representación parlamentaria, los votos conseguidos y el número de escaños que les asigna Victor d'Hondt.

El PP logra la mayoría absoluta (lo es a partir de 176 escaños) y el PSOE es la segunda fuerza política con 110 escaños --algunos dicen que la bajada del límite de velocidad de 120 a 110 durante unos meses en 2010 resultó una premonición digna de la Pitia de Delfos.

No hay duda de que los populares y los socialistas son los partidos más elegidos por los ciudadanos.

Sin embargo, se aprecian cosas particularmente sorprendentes. Veamos tres ejemplos:

-. UPYD logra 140.000 votos más que CIU, pero 11 escaños menos.
-. Izquierda unida (IU) obtiene 600.00 votos más que CIU, pero 5 escaños menos.
-. AMAIUR obtiene 807.000 votos menos que UPYD, pero 2 escaños más.

Se mire como se mire, esta distribución se aleja de lo que las cifras reales expresan respecto de la voluntad de los ciudadanos.

¿Qué sucedería si realmente un voto contase lo que debería, es decir, lo que un ciudadano elige libremente sin pasar por el filtro de Victor d'Hondt?

La siguiente tabla muestra la fuerza política, la proporción de votos logrados sobre el total de votos válidos contabilizados y cuántos escaños les corresponderían según esa proporción real, directa, sin matices.

El panorama cambia bastante:

-. El PP ya no logra mayoría absoluta.
-. IU (izquierda unida) es la tercera fuerza política.
-. UPYD se convierte en el cuarto partido con representación parlamentaria.
-. CIU pasa al quinto puesto.
-. AMAIUR y PNV comparten el sexto puesto.

Por tanto, esta lectura directa de los votos ofrece una radiografía política sustancialmente distinta: el pódium electoral es acaparado por partidos con vocación estatal, mientras que los partidos nacionalistas logran un diploma, pero nada más.

Los porcentajes globales son reveladores:

-. El 89% de los votantes opta por fuerzas políticas de carácter estatal.
-. El 11% restante se decanta por opciones nacionalistas --aunque de estas últimas la abrumadora mayoría se concentra en Euskadi y Cataluña (nada nuevo bajo el sol).

En resumen, nueve de cada diez votantes desean ser gobernados por representantes políticos no nacionalistas, pero, además, el carácter general del voto revela su rechazo a las mayorías absolutas, desea que haya negociación, que se alcancen decisiones consensuadas.

Victor d'Hondt impide expresar la voluntad popular.
Nosotros somos demócratas.
Él --y quienes se sirven de él-- quizá lo sean menos.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Estando en sintonía con lo que planteas, ya que no es justo el reparto de la ley electoral, habría que buscar algo mas justo que tampoco es el reparto proporcional del voto, porque entonces los partidos nacionales tenderían a centrarse en los grandes núcleos de población y a olvidar las zonas menos pobladas (ya sabemos como son y lo que les importa el voto).
    Me explicaron en su día que la clave está en las circunscripciones y como están montadas ahora, si fuésemos a circunscripciones autonómicas conseguiríamos un reparto mucho mas justo sin que las comunidades pequeñas perdieran todo su peso.

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  3. Hágase entonces, pero pienso que un voto debe contar un voto. Las ponderaciones son realmente peligrosas. A lo mejor los indignados tienen alguna solución al problema. Gracias por la contribución. R,

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  4. Como dice el otro comentarista, el problema no es de la ley de D'Hondt, sino de la circunscripción provincial, que da más peso a provincias pequeñas (Soria, por ejemplo), a partidos con una muy fuerte presencia en provincias más grandes (los nacionalistas) y a los partidos con una fuerte presencia nacional (PSOE y PP). Cierto que se puede cambiar, pero no es un sistema injusto democráticamente.
    Si repasas algo de matemáticas electorales, verás que el problema de concretar en los escaños el principio democrático de "cada ciudadano, un voto", no es en absoluto sencillo y todos los modelos conocidos, al parecer más de 300, tienen fallos de diverso tipo. Te aconsejo revisar este artículo, cuyas conclusiones son muy oportunas: http://www.rac.es/ficheros/doc/00470.pdf
    Por otra parte, Izquierda Unida, con este modelo, llegó a tener 25 escaños.

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  5. Sigo sin ver clara cualquier estrategia que aumente o reduzca el valor del voto depositado en la urna por un ciudadano. Lo siento, pero debo ser demasiado simple. Una cosa son las elecciones del país y otra en una determinada región. No es igual elegir a los representantes del país que a los representantes locales. El congreso de los diputados no es lo mismo que el ayuntamiento de Fuenlabrada o la Generalitat.

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