martes, 29 de noviembre de 2011

Corrección política

Félix García-Moriyón me envió hace días un artículo del economista Luis M. Linde titulado 'Animal grotesco, pero feroz'.

El autor hace un interesantísimo repaso de los orígenes de la denominada corrección política.

Sitúa los albores de ese movimiento en el 'Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Frankfurt' fundado en 1923, aunque el movimiento sigue su desarrollo en los Estados Unidos de la mano de autores como Adorno, Marcuse o Fromm.


Los dos principales desarrollos de ese instituto, por lo que a la corrección política se refiere, son la personalidad autoritaria y la crítica de la Ilustración. "pero la crítica que tuvo una influencia decisiva en la construcción de la corrección política es la que se refiere a la suerte de los débiles y al sufrimiento humano".

Se trata de defender a los más débiles a cualquier precio y de quitarles cualquier responsabilidad sobre su situación.

"Quien no es débil, es malo.
Lo bueno de la bondad natural del hombre no es el hombre sino la naturaleza.
Es bueno en tanto que ser natural, no en tanto que humano.

Las desigualdades son siempre excesivas e injustas y deben ser compensadas o, cuando la compensación es difícil o imposible --como ocurre con las capacidades intelectuales-- simplemente negadas o anuladas en sus consecuencias prácticas.

Además, las minorías, pueblos real o pretendidamente oprimidos, siempre poseen un derecho franco a la violencia".

Ahí es nada.

Dice Linde que lo políticamente correcto invita a las minorías a imponer su voluntad a la mayoría. El pluralismo y la alternancia contradicen lo políticamente correcto.

Se puede admitir la opulencia de un deportista, de un cantante o de un ganador de la bonoloto, pero la de un empresario es inaceptable.

En el universo relativista de la corrección política, el concepto de verdad objetiva carece de sentido. Lo relevante es cómo encajan las opiniones en las pautas de indignación moral, así como en las convenciones sociales políticamente correctas.

Naturalmente esa visión ataca de lleno a la democracia porque se justifican los ataques a la libertad de expresión y al debate abierto.

Concluye Linde que "los intérpretes más celosos de la corrección política son los que más enfáticamente niegan su existencia.
Dicen que se trata de un monstruo imaginario creado por la derecha para desacreditar a los que quieren cambiar el status quo.
Imaginario o no, come todos los días y, aunque es viejo, goza de excelente capacidad reproductiva y amenaza constantemente nuestra libertad  y nuestra cultura".

Pienso que Linde olvida decir que somos nosotros, los ciudadanos de a píe, los únicos responsables de que esas despóticas prácticas haya cuajado. Somos nosotros, con nuestra pasividad y nuestra tendencia a la sumisión, los que permitimos que un puñado de dictadores --literalmente-- gobiernen nuestras vidas.

El control social funciona porque los controlados así lo queremos.


Recuerden:

Nadie debería asustarse del Gobierno.
Es el Gobierno el que debería asustarse de la gente

4 comentarios:

  1. El artículo que resumes es muy interesante. Sin embargo, no creo que sea correcto atribuir a los pensadores de la escuela de Frankfurt el origen del problema. Su aportación a la filosofía es bien anterior a la aparición de ese problema y desde luego su opción por la defensa de los débiles y las minorías es una opción muy legítima científicamente y más todavía desde un punto de vista democrático y moral. Si recuerdas el artículo de Searle que te envié, hay algo más de responsabilidad en algunos movimientos sociales de los años sesenta y setenta. Y hay mucha más responsabilidad en la censura indirecta impuesta por el actual sistema de control de los medios de comunicación.
    Por cierto, la defensa de las minorías por la que optaron los de Frankfurt tiene ese valor positivo que ya he mencionado. Muy al contrario, la defensa brutal de las minorías en el poder que estamos viendo ahora en los medios de comunicación no tiene ninguna valor positivo

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  2. Un problema grave consiste en definir 'minoría'. Por eso siempre fui partidario de, en la práctica, considerar casos individuales. Las grandes fortunas son una minoría, pero también las personas con discapacidad intelectual o los sometidos a maltrato también. Un superdotado puede experimentar un profundo dolor existencial al ser marginado por sus compañeros. Un sordo también. Si damos predominancia al individuo frente al grupo podemos resolver, quizá, muchos problemas que ahora no sabemos muy bien cómo atacar. Otra cuestión es la amputación de la libertad de expresión que denuncia el artículo. El hecho de que, como sociedad, hayamos aceptado eso, y que incluso se promueva desde los centros universitarios, es particularmente grave. Algún colega me ha llegado a trasmitir la idea de que no importa lo que se diga sino cómo se diga...

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  3. Roberto, el control social funciona porqué los controlados queremos. Este fenómeno se llama obediencia a la autoridad.

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  4. Correcto David y de eso algo sabes ¿no?

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