martes, 27 de septiembre de 2011

Inmersión lingüística: ¿español o catalán?


El gobierno catalán no pestañea ante el auto del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) según el cual el español debe ser lengua vehicular junto al catalán.

Los gobernantes catalanes seguirán con su política de inmersión y punto.

Declaran que enseñar en el idioma local "favorece la cohesión social" y atesora un "alto valor pedagógico".

Según parece, esta truculenta historia proviene de un puñado de padres --entre diez y veinte-- que denunciaron al gobierno catalán por imponer la enseñanza en ese idioma regional.

El TSJC les dio la razón, coyuntura que ha sido aprovechada para armar bulla.

El gobierno catalán ha contribuido negándose a escuchar a esos padres y a atender su razonable --y legal-- petición.

No se trata de un problema social, pero se ha elevado a esa categoría para pescar en río revuelto.

El modelo bilingüe catalán se usa como arma política. Y los más interesados en evitarlo no están demasiado finos sirviéndose de declaraciones como

"la lengua no se toca"
"no dejan de tocarnos las narices" --imagino que 'narices' puede sustituirse, de modo verosímil, por otros apéndices corporales.

Se dice, también, que ese modelo bilingüe catalán-español no influye, en absoluto, sobre el nivel de aprendizaje de los chavales.

Sin embargo, el hecho de que el abandono escolar en Cataluña sea de aprox. el 30%, igual que la media en el resto del Estado, resulta chocante.

La similitud con otras comunidades, menos desarrolladas económicamente, en esa tasa de abandono escolar, encaja mal con la declaración sobre el nulo efecto de esa enseñanza bilingüe.

¿Dónde están los estudios sobre ese nulo impacto? O, para el caso, ¿dónde están los que se apoyan en que sí posee un efecto?

Es posible que esos estudios existan, pero no parece que sean demasiado accesibles.

Hace más o menos quince años estudié el caso y pude encontrar declaraciones como las siguientes.

Según la psicóloga infantil Anna Permanyer i Hostench "la inmersión cruda en catalán constituye una equivocación en la mayoría de los casos. Los niños en las escuelas con inmersión forzosa de Barcelona y su entorno, es decir, la mayoría de las públicas, han bajado sus coeficientes de razonamiento verbal y de razonamiento abstracto hasta extremos alarmantes".

El psicólogo Juan Miguel Pipó Rivera escribía: "son datos que, aunque sobradamente conocidos por gran parte del personal docente de muchas escuelas, casi nadie se atreve a comentarlos muy alto por miedo a represalias, a ser estigmatizado, o, en definitiva, a perder el puesto de trabajo. Que bastantes de nuestros niños tienen ahora más problemas, menos inteligencia y menos conocimientos, es algo que no alarma a los responsables de la Generalitat, porque sus hijos o sus nietos van a colegios privados caros donde se alterna el uso del catalán con el castellano y otros idiomas de manera hábil".

Seguramente eso era correcto en aquel entonces y ahora las cosas no son así. Seguramente.

Si se hiciesen los debidos estudios científicos --o se pusieran a disposición de los interesados-- mi predicción sería que existirá un efecto negativo en los primeros pasos escolares de los chavales cuya lengua materna sea la española, pero que se disipará con el paso de los cursos.

No obstante, admito que puedo estar equivocado.

Obama, el Presidente norteamericano, ha declarado, recientemente, que su Ministerio de Educación debe adoptar decisiones educativas que se encuentren amparadas por la evidencia científica.

Sería, por tanto, razonable que aquí se hiciera algo similar.

¿Por qué no se pone encima de la mesa lo que se sabe al respecto en lugar de recurrir a declaraciones emocionalmente cargadas?

Cuando los ciudadanos puedan ver el menú --de verdad-- podrán elegir.


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