martes, 31 de mayo de 2011

El cementerio de Praga

La última novela de Umberto Eco sigue en la línea de lo que ha producido después de 'El nombre de la rosa' y 'El péndulo de Foucault'.

Aunque intenté poner todo mi espíritu positivo por encontrar algo, fracasé.

La historia de 'El cementerio de Praga' es aburrida y sin interés narrativo, aunque, como siempre sucede con el escritor italiano, erudita.

Aprovechándose de la figura de un oscuro personaje con trastorno de personalidad múltiple, Eco intenta hablarnos de sucesos relacionados, directa o indirectamente, con la creación de la nación italiana.

En la historia se menciona, en diversas ocasiones, la figura de Sigmund Freud (o de Charcot) por aquello de que el protagonista está mal de la chaveta. Hay guiños al 'péndulo' con referencias a la masonería o los templarios, pero sin ninguna clase de nervio. Esos masones persiguen "envilecer y destruir a los dos grandes enemigos de la humanidad, el trono y el altar". El novelista francés Alejandro Dumas se convierte en un aliado de Garibaldi, ayudándole con dinero, armas y su presencia.

El pánico al llamado 'dominio judío del mundo' recorre la historia. Disraeli se considera un judío sefardí --o sea, de origen ibérico-- que "ha tenido la cara dura de escribir que los judíos se aprestan a dominar el mundo".

En el documento supuestamente preparado en el cementerio por el lobby judío, se encuentran perlas como las siguientes: "difundamos la idea de progreso que tiene como consecuencia la igualdad de todas las religiones, luchemos por suprimir, en los programas escolares, las clases de religión cristiana. La educación religiosa quedará relegada a la familia, y como a la mayor parte de las familias les falta tiempo para vigilar esta rama de la enseñanza, el espíritu religioso se irá debilitando paulatinamente (..) Si el oro es la primera potencia de este mundo, la segunda es la prensa. Es necesario que los nuestros se encarguen de la dirección de todos los periódicos diarios de cada país".

No están en ese documento, pero éstas también son buenas:

"no puedes crear un peligro con mil caras, el peligro debe tener solo una; si no, la gente se distrae".

"la característica principal de la gente es que está dispuesta a creérselo todo".

"no hay nada más inédito que lo que ya se ha publicado".

"el sentimiento de la identidad se funda en el odio, en el odio hacia los que no son idénticos"

"con el fin de que las masas no lleguen a hacer nada por reflexión, distraeremos su pensamiento con juegos, diversiones, casas públicas; presentaremos concursos de arte, de deporte de todas clases (...) la idea de la difusión de diversiones fáciles e insulsas para las grandes masas resultaría excelente para un complot (...) es preciso tener en cuenta la cobardía, la debilidad, la inconstancia y la falta de equilibrio de las masas"

"la civilización no puede avanzar más que bajo la protección de un jefe"

"nuestra fuerza consiste en mantener al trabajador en un estado constante de necesidades e impotencia, porque de este modo lo sujetaremos más a nuestra voluntad, y a su alrededor no encontrará nunca, ni poder ni energía suficiente para volverse contra nosotros"

En suma, únicamente me resta lamentar que Eco no haya sabido, a mi juicio, construir una historia interesante que vincule sus sugerentes contenidos.

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