En el famosísimo Hospital Mount Sinai de Nueva York --y con la colaboración del Centro de Investigación Médico Aplicada de la Universidad de Navarra-- se ha hecho un estudio en el que se concluye haber encontrado un medio para afianzar nuestra memoria a largo plazo.
Chen, D. Y. et al. (2011). A critical role for IGF-II in memory consolidation and enhancement. Nature, 27, January, Vol 469, 491-499.
¿Cómo? Fácil: se inyecta IGF-II, es decir, un factor de crecimiento insulínico omnipresente en el cerebro durante su desarrollo, pero que se va desvaneciendo a medida que ese cerebro (y, de paso, nosotros) se hace mayor.
Según parece, la 'sangría' de IGF-II está detrás de que perdamos memoria.
Por ahora se ha probado esa solución con (nuestros queridos amigos los) roedores, observándose que la inyección debe hacerse dentro de un ventana temporal idónea (aprox. una semana). El IGF-II ayuda a mejorar la comunicaciones entre las neuronas (sinapsis).
El experimento se basó en entrenar a las ratas para modificar su conducta de exploración, comparando a las tratadas con el IGF-II dos días después del proceso de condicionamiento, con las ratas de control no tratadas. Las primeras superaron a las segundas, como era de esperar.
Y, como viene siendo habitual, estos resultados pretenden aplicarse a personas con pérdidas de memoria. Pero no únicamente con individuos que presentan trastornos degenerativos, sino con aquellos que, simplemente, se hacen mayores y manifiestan problemas para recordar. La píldora de IGF-II está al caer. Pero, eso sí, el cerebro la reconocerá como un factor familiar, no como un agente extraño.
Si un estudiante quiere mejorar su proceso de memorización sin apenas esfuerzo: IGF-II en vena.
Ninguna reserva manifiestan estos científicos ante la posibilidad de que el cerebro se sorprenda ante la repentina aparición de esta sustancia en un momento del desarrollo que no le corresponde. Algo así como lo que les sucedió a los dinosaurios en el parque creado por la imaginación de Crichton: wow, what the hell are we doing here in the last quarter of the XX Century, sixty thousand years after we became extinct? (o sea, más o menos ¿qué demonios hacemos aquí, en el siglo XX, sesenta mil años después de habernos extinguido?)
¿Qué soy negativo? Quizá no tanto: el IGF-II se ha relacionado con varios tipos de cáncer. Vaya.
Un paso más para erradicar esa plaga llamada "esfuerzo". ¡Cosas veredes!
ResponderEliminarAsí es Andreu, el IGF-II está llamado a convertirse en el nuevo DDT para los Bolonia's boys (& girls).
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