martes, 8 de febrero de 2011

Autocontrol


Algunos de los científicos responsables del estudio longitudinal de Dunedin (Nueva Zelanda) acaban de publicar un artículo en la revista PNAS en el que se informa de la observación de que el autocontrol predice la salud física, la dependencia de sustancias, los ingresos y la delincuencia.

'Predice' en el sentido de que ese autocontrol se valora cuando la muestra estudiada de 1.000 participantes (y 32 años de edad) son niños (entre los 3 y los 10 años de edad).

Moffitt, T. et al. (2011). A gradient of childhood self-control predicts health,
wealth, and public safety. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1010076108.

Además, cuando se compara una numerosa muestra de 500 hermanos --usando como referencia, en este caso, el E-Risk Study-- se aprecia que el hermano con menor autocontrol también manifiesta los peores resultados en las variables señaladas anteriormente, lo que apoya el escaso efecto del ambiente familiar. Lógico, puesto que esos hermanos han crecido dentro del mismo hogar desde que nacieron.

Los autores se ven obligados a controlar las relaciones del autocontrol con la capacidad intelectual y con la clase social, puesto que existe una correlación de 0.44 con la capacidad intelectual y de 0.25 con la clase social. Aún así, sigue apreciándose un efecto del autocontrol --aunque, como es habitual en los estudios epidemiológicos, no es sencillo calcular cuál es ese efecto residual.

El autocontrol se caracteriza por demorar la gratificación, por el control de los impulsos y por la modulación de la expresión de emociones. Hacia los diez años de edad, una gran parte de la gente posee ese autocontrol, pero algunos no lo consiguen.

Este factor psicológico está llamando la atención de los economistas que entienden puede ser relevante para las políticas dirigidas a mejorar la salud física y económica de la población, así como para reducir la criminalidad.

Aunque se supone que el autocontrol es maleable, las políticas tienen la opción de modificar las condiciones del entorno para asegurarse de que la opción correcta de acción es la opción por defecto. Por ejemplo, comer sano, ahorrar dinero o seguir las leyes.

En consecuencia, lo que estos científicos están sugiriendo a los políticos es que legislen para que a los ciudadanos, más o menos auto-controlados --recuérdese que se trata de un gradiente o un continuo, como dice el título del artículo-- no les quede más remedio que actuar como dictan las normas.

Algo huele mal en Nueva Zelanda...

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