Generalmente es más revelador razonar y actuar según lo que se sabe que a partir de lo que equivocadamente suponemos.
El abuso infantil es algo terrible como fenómeno. No debería ocurrir, pero, de hecho, sucede.
Sin embargo, afortunadamente para quienes tienen la desgracia de vivir esa clase de episodios, parece que los efectos negativos posteriores son realmente escasos en una gran parte de los casos. ‘Una gran parte de los casos’ no es lo mismo que ‘todos los casos’.
Quienes sufren esa clase de vivencias, son, a medio y largo plazo, mayoritariamente resistentes.
Sucede que el clínico está sujeto al denominado ‘sesgo de selección’ mediante el que propende a interpretar una correlación ilusoria entre abuso sexual infantil y psicopatología posterior. El profesional lleva casos en los que existe asociación, pero eso no significa que el abuso sea causa de la psicopatología.
Un meta-análisis, publicado en la revista ‘Psychological Bulletin’—una de las más importantes en Psicología—sobre la asociación entre abuso sexual infantil y psicopatología posterior, desató tal polémica que se convirtió en el primer artículo científico –y que se sepa el último, por ahora—condenado, unánimemente, por el Congreso norteamericano.
Rind et al. (1998). A meta-analytic examination of assumed properties of child sexual abuse using college samples. Psych. Bull., 124, 22-53.
La correlación informada en el artículo entre episodios de abuso infantil y psicopatología en la vida adulta fue de 0.09, una asociación próxima a 0, aunque no nula.
Los resultados de ese artículo de revisión meta-analítica eran consistentes con la conclusión general de que la reacción más habitual al abuso sexual infantil es la recuperación, no la psicopatología.
Quienes arremetieron contra Rind y sus colegas declaraban que las conclusiones del artículo permitían justificar, por ejemplo, la conducta de los pederastas.
Pero no es eso lo que se concluye. Lo que el artículo señala es que cuando se producen esa clase de sucesos vitales, generalmente hay una enorme esperanza de que no haya secuelas.
El celuloide nos juega malas pasadas y tanto los profesionales como los medios, sin quererlo, pueden contribuir a corroborar algo que puede ser irreal. Sin saberlo, se puede criminalizar a la víctima, y es esa, precisamente, una de las variables que pudieran dificultar la superación de una situación que, repitámoslo para terminar, no debería haber ocurrido.
Acabo de ver que la controversia generada a partir de este artículo tiene su propio espacio en Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Rind_et_al._controversy
ResponderEliminarY el enlace a una de las réplicas:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11726068
Como ya comentamos en su día, me pregunto cuántas víctimas preferirían quedarse en casa y sufrir en silencio en lugar de ir a un psicólogo o psiquiatra y hablar de ello. De esas personas nunca habrá registro, y podrían ser suficientes como para darle la vuelta a los resultados... pero no lo sabemos.
En cualquier caso, lo que me parece más interesante no es lo que dicen estos tíos, sino la que se lió en los US y, en general, lo peligroso que puede ser decir cosas que la gente no quiere oír.
Si se debe hablar según lo que se quiere oír, entonces yo me apeo en la siguiente parada. Por otro lado, (a) no se puede decir casi nada sobre lo que no se sabe y (b) hablar ocultando parte de lo que se sabe es un claro síntoma de corrupción intelectual y social. Salu2, R.
ResponderEliminarA mi me parece claro que estos estudios no cuentan con las declaraciones de los que se callan para el resto de su vida.
ResponderEliminarY si se están callando, no me parece que se pueda decir que no ha habido repercusiones en sus vidas a largo plazo.
La polémica me parece absurda pero la investigación citada no me da ninguna confianza...
Leonor: de acuerdo, es posible que carezcamos de información, como sugería también Miguel. Pero si es así, entonces no se puede concluir nada realmente sólido. En ese caso, ante la pregunta ¿posee repercusiones a largo plazo? debería responderse: no lo sabemos. O, también, por defecto no las posee hasta que se demuestre lo contrario. Salu2, R.
ResponderEliminarMuy buena respuesta. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminar«y, en general, lo peligroso que puede ser decir cosas que la gente no quiere oír» Hola! A mi también se me ocurrió pensarlo desde ese ángulo. Sin duda hay que tener cuidado con decir cosas que muchos no querrían oír.
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