Este músico canadiense no es para las masas, en absoluto, pero es bueno, condenadamente bueno.
Su propia música no suena en los grandes circuitos, pero ha sido productor de grupos y cantantes poderosos como Bob Dylan, Peter Gabriel o U2. Su exquisitez es deseada.
La voz de Lanois recuerda a Gabriel o Robbie Robertson, y sus composiciones resultan verdaderamente originales.
Causa placer escuchar los álbumes ‘For the Beauty of Wynona’ (1993) –uno de los temas de este disco (Sleeping in the Devil’s Bed) se incluyó en la banda sonora de la película de Wim Wenders ‘Until the End of the World’—o ‘Shine’ (2003).
También tiene trabajos exclusivamente instrumentales, como ‘Belladonna’ (2005). Ambient en estado puro –por cierto, Brian Eno es otros de los músicos que ha trabajado con Lanois en repetidas ocasiones.
Disfruta la experimentación, y, en ese proceso, descubre texturas que ayudan a avanzar. Y lo hace en una época en la que lo que se lleva es más de lo mismo. Si te sales del carril, estás comercialmente muerto. Pero ¿y qué mas da si lo que haces es lo que quieres?
Lanois hace lo que considera oportuno –y también lo que le apetece—creyendo firmemente que el acceso masivo a la tecnología liberará el mercado del yugo de quienes desean mantener el monopolio comercial.
Los artistas podrán interactuar con el público sin intermediarios. Ya está ocurriendo y la práctica se extenderá como la pólvora.
Tienes razón, es un músico muy bueno. Ojalá se escuchara más por ahí. Los vínculos a YouTube de la entrada dan una idea.
ResponderEliminarEfectivamente es buena música
ResponderEliminarAsí es FGM. No es muy conocido, pero merece la pena poseer y escuchar su música.
ResponderEliminar