lunes, 6 de julio de 2009

Respuesta a la Pregunta 28

¿Cuáles son los problemas sexuales más frecuentes?

En una ocasión en la que estuve involucrado en un programa de televisión, pasé un momento divertido departiendo con un componente de la productora que acudía diariamente a la agencia con camisetas que llevaban impresos provocadores textos. El que ahora quiero resaltar decía: “¿por qué los hombres son tan rápidos?”.

No tuve el valor de hacerlo, pero pensé hacerme fabricar una camiseta de réplica que dijese: “¿por qué las mujeres son tan lentas?”.

Bromas aparte (y en este caso hay demasiadas) el calificativo de ‘problema sexual’ resulta delicado. En un post de este mismo blog, dedicado al estudio científico del orgasmo femenino, se comentaba un dato que ejemplifica por qué: “las disfunciones sexuales femeninas son tan comunes que actualmente no se consideran un trastorno”. En consecuencia, ‘problema’ no es igual a ‘trastorno’.

Las situaciones que producen los problemas sexuales más frecuentes se encuentran vinculadas a (1) la falta de apetito sexual y el retraso en el orgasmo, (2) las dificultades de erección y el vaginismo, y (3) la eyaculación precoz. Vayamos por partes, avisando de que la siguiente presentación da por hecho que no existe algún problema de origen orgánico, en cuyo caso el médico, y no el psicólogo, debería asistir al interesado.

La falta de apetito sexual puede poseer un carácter crónico o no. Además, puede producirse en presencia de la pareja habitual únicamente o no. La falta de apetito puede combinarse con un rechazo al contacto con los genitales de la pareja, sea estable o no. La persona puede mostrar una elevada ansiedad ante la mera posibilidad de que se produzca el contacto genital. Este rechazo puede tener muchas causas: algún trauma previo (abuso, violación), fuertes creencias religiosas, o una orientación incongruente con el verdadero deseo sexual. El retraso en el orgasmo, que se produce fundamentalmente en mujeres, puede resultar de una mezcla entre actitudes negativas hacia el sexo y una predisposición biológica común con otros miembros del reino animal.

Los problemas de erección corresponden a los conocidos ‘gatillazos’. Si suceden de tarde en tarde no poseen ninguna relevancia, pero si ocurren con relativa frecuencia, pueden generar una serie de acontecimientos encadenados que, llegado el caso, se convertirán en un verdadero problema para llevar una vida sexual saludable: ansiedad, rechazo del sexo o ideas obsesivas. El vaginismo consiste en contracciones involuntarias que cierran la cavidad vaginal e impiden el acto sexual. Igual que en el caso del rechazo al sexo, su origen puede estar en experiencias previas de carácter traumático.

Finalmente, la eyaculación precoz consiste en una extraordinaria facilidad para llegar al orgasmo, naturalmente en el caso del varón. Basta una mínima estimulación para que se produzca la eyaculación, sin que se pueda controlar de ninguna manera. La clave del problema está en que el varón carece de control sobre sus sensaciones, una vez comienza el contacto sexual.

Estos problemas sexuales generan sufrimiento en las personas implicadas. No solamente en quien los padece, sino en las respectivas parejas. Vivimos en un contexto en el que el sexo se encuentra presente sistemáticamente. Los chistes, chascarrillos, comentarios o cotilleos relacionados con el sexo resultan incontables, extraordinariamente creativos y generalmente crueles.

Es muy fácil que un varón tenga una vida estupenda, pero que llegue a sentirse la persona más desgraciada de la tierra si experimenta, durante una época, problemas para mantener una erección o no es capaz de controlar razonablemente su eyaculación. Una mujer que no se vea gimiendo como Kathleen Turner en ‘Fuego en el Cuerpo’ cuando se pone manos a la obra con su pareja, puede fácilmente llegar a pensar que es una alienígena.

La siguiente declaración es arriesgada, pero creo que se encuentra más cerca de la verdad que las demás posiciones posibles: los problemas sexuales más frecuentes no suelen ser individuales, sino de pareja. Si alguien experimenta vaginismo, ‘gatillazos’ o inapetencia sexual, debería hablar con su pareja para acudir a la consulta de un especialista en busca de consejo. Superar ese tipo de situaciones es cosa de dos. Y, sobre todo lo demás, debería evitar construir teorías personales sobre lo que le está sucediendo. La mejor manera de salir del bucle es evitar entrar en él.

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