Según cuenta la noticia a la que tengo acceso, determinados foros de homosexuales están difundiendo el vídeo (que se puede ver en YouTube) de la conferencia impartida por esta profesora en la Universidad de Alicante (UA).
El video dura algo más de siete minutos.
Tomás y Garrido dice en ese video –no sé qué más dijo porque no tengo acceso—que, según su experiencia, según los casos que parece haber tenido, la homosexualidad es una enfermedad que se puede tratar.
Quien la ha invitado a impartir la conferencia se desmarca y dice públicamente que discrepa, que, según ella, la homosexualidad no es una enfermedad.
Supongo que los foros que difunden el video han decidido no colgar toda la conferencia porque sería realmente aburrido –el parecido de la ponente con Demóstenes es remoto, muy remoto. En realidad lo que se puede ver en el video no es la conferencia, sino que corresponde a la tanda de preguntas, una vez terminada la conferencia en sí.
Mi comentario no está dirigido al contenido de las opiniones de esta ciudadana, que, además, resulta ser profesora de una universidad católica. Mi comentario viene al hilo de una de mis convicciones más poderosas –que, además, me consta, compartimos muchos ciudadanos—la de que las personas deben poder expresarse libremente en una sociedad democrática sin ser condenadas por ello. Una de las grandezas de este tipo de sociedades reside, precisamente, en que los ciudadanos pueden expresarse con libertad y, también, por supuesto, que aquello que expresan pueda ser rebatido con igual libertad.
Lo que, a mi juicio, podrían haber hecho los foros que han difundido el video es rebatir rotundamente la opinión de la profesora. En lugar de eso, el video es una condena, sin más. Sobre las escenas extraídas hay mensajes sobre impresionados que dan cuerpo al juicio sin jurado. “Es culpable porque no piensa como nosotros”.
Personalmente discrepo, y radicalmente, de lo que Tomás y Garrido expresa sobre la homosexualidad en el turno de preguntas de esa conferencia. Las razones por las que alguien es homosexual son extraordinariamente variadas. El fenómeno es fundamentalmente complejo. Si alguien se siente magníficamente ejerciendo esa opción sexual, a mi me parecerá estupendo.
Pero es posible que haya personas que no se sientan tan bien experimentando una atracción por individuos del mismo sexo, personas que, por alguna razón, sufren al tener ese tipo de sensaciones. Si es así, ¿por qué no pueden buscar el apoyo de un terapeuta?
Si ese no es el caso, si realmente no existen determinadas personas que sufren y lo pasan mal al convivir con sus particulares inclinaciones sexuales, entonces ¿de qué estamos hablando?
La iglesia católica repudia la homosexualidad, y, por tanto, quizá sea es la razón que subyace a las opiniones de Tomás y Garrido, miembro de una universidad de esa tendencia religiosa. Quienes no compartimos ese tipo de creencias tenemos una opinión diferente. En lugar de condenar podríamos desengrasar el don por el que el orador griego se hizo famoso e intentar aprovechar la coyuntura para convencer a la audiencia de que la visión católica no se sostiene. La simple condena no parece demasiado educativa.
Yo ya le he mandado un correo deseándole que la despidan de su trabajo por tarada e ignorante, Buscad su correo en google y desearle la peor fortuna. Gente así no puede dedicarse a la enseñanza..
ResponderEliminarGente así es la que hace que busquemos el modo de educar apropiadamente. Si esta profesora piensa lo que piensa, se debe, creo yo, a sus creencias religiosas. Creencias que comparte con mucha gente. Si pensamos que están equivocados, hagamos lo posible por convencerles de su error. La simple condena no sirve de nada, y, desde luego, no educa a nadie.
ResponderEliminarEstimado Maestro,
ResponderEliminarEn mi opinión ambas posturas no son en absoluto incompatibles. Como tú bien dices hay infinidad de argumentos que se podrían enumerar para demostrar que esta profesora está profundamente equivocada. Pero además, hay que mostrar nuestro desacuerdo(educadamente pero con rotundidad) con este tipo de afirmaciones, por el daño social y el tipo de políticas que pueden justificar. Personalmente me da igual con quien se acueste cada cual siempre que se lo pasen bien en la cama.
Cuando alguien no esta satisfecho con su vida puede acudir a un terapeuta,como muy bien señalas en tu escrito, pero esto lo hacemos todos, con idependencia de la opción sexual que profesemos.
Un fuerte abrazo querido Maestro
No puedo estar más de acuerdo con este último comentario. Sin embargo, declarar que alguien está equivocado, y hacerlo con rotundidad e incluso con vehemencia, no significa que debamos colocarle una mordaza. La grandeza de nuestros sistema político, al menos como fue concebido originalmente, está en que todas las personas tienen el derecho a expresarse libremente. Si olvidamos ese principio, entonces el sistema se desmoronará, y, lo que es peor, caeremos en el pensamiento unilateral impuesto por a saber quién. Mal asunto. Saludos.
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