domingo, 24 de enero de 2016

Consejos para ser más inteligente

Una estudiante de tercer curso de Psicología de mi Facultad me envió un enlace a un post que incluía consejos (tips) para ‘ser mucho más inteligente día a día’. Me preguntaba por mi valoración de sus contenidos y, después de leerlo, yo me pregunté si podía ser una provocación.

Lo primero que me sorprendió es que no se agonizara debatiendo sobre qué es eso de la inteligencia, sobre si los psicólogos tienen la más remota idea de qué es esa facultad humana, etc. Se daba por hecho que tiene entidad, que es importante y que vale la pena estimularla.

Pero fue avanzar en la cosa y comenzar a estremecerme: ‘17 simples consejos que te ayudarán a pensar de forma más inteligente’. Ah, de acuerdo, no es que vayas a ser más inteligente, sino que pensarás de modo más inteligente.

El primer consejo consiste en ‘beber dos vasos de agua al despertarse’. Tenía entendido que esta estrategia estaba destinada a prevenir los cálculos en el riñón y que está particularmente indicada para quienes padecen ataques de gota (mi progenitor es un caso paradigmático). Además de depurar el órgano doble que contribuye a limpiar el sistema, el agua que se lleve al coleto al volver a posar sus píes en la Tierra después de un reparador sueño, permitirá hidratar su cerebro. Bravo, se admite que el cerebro tiene algo que ver con la inteligencia.

El segundo consejo supone ‘leer el resumen de algún libro’ mientras nos metemos unos cereales entre pecho y espalda en el glorioso momento del desayuno. Se indica, eso si, que sería mejor leerse un libro, pero es que no da tiempo, oiga. Así que un resumen nos vale.

De camino al curro, ‘escuche algún podcast o audiolibro estimulante’. Una vez en su puesto, ingiera te verde para aumentar las ondas alfa del cerebro. El café da mal rollo porque activa (reduce las ondas alfa) y la clave está en relajarse (aumentarlas). Eso de ser productivo en el trabajo como que lo dejamos para otro día.

El consejo número 5 es fenomenal: de cuando en cuando, una siestecita, entre las 12 y las 16 horas. No hay nada mejor para pensar de modo más inteligente que dejar de pensar, desconectar. Perderá el hilo, pero ya lo encontrará, no se preocupe. Además, no tiene usted que encontrar el camino de regreso de ningún laberinto. Su vida no está en peligro.

Se aconseja, también, evitar el azúcar y no se recomienda surfear por la web compulsivamente. El cerebro necesita glucosa, pero eso es un pequeño detalle. Y pasar de página web en página web con temible velocidad reducirá sus ondas alfa y eso no debe permitirse de ningún modo. Si nota algo raro, échese un sueñecito. Fíjese en los orientales; son unos auténticos especialistas en dormirse en los lugares más inverosímiles a lo largo del día. Y son súper inteligentes.

Los consejos 8 y 9 arremeten contra el pernicioso hábito de ver la televisión. En lugar de sentarnos pasivamente delante de la pantalla después de una dura jornada laboral, se recomienda usar videojuegos y leer libros (obsérvese que ahora ya tenemos tiempo de ir más allá del resumen matutino).

Es decir, en el trabajo debe encontrar usted modos de relajarse. Sin embargo, resérvese el estrés para cuando se regresa al domicilio. Busque estimulación, actívese, haga algo, lo que sea, para reducir sus ondas alfa. Ahora es el momento de ‘aprender a programar’ (consejo número diez).

Tampoco puede bajar la guardia cuando se meta en la cocina a preparar la cena. Pelando parsimoniosamente patatas o preparando un pescadito para la parrilla, visione una charla TED o algún programa de Coursera (consejo 11).

El consejo 12 consiste en ‘hacer ejercicio’ (el 15 es ‘pasear por la naturaleza’ –si vives en el Paseo de Gracia o en La Latina lo tendrás un poco chungo, pero tu mismo). Es fácil imaginar que se trata de oxigenar el cerebro que sigue flotando, como puede, en el agua ingerida por la mañana. Aunque, si se piensa un poco (y a estas alturas será fácil porque lo haremos de modo más inteligente), podríamos a) beber agua mientras hacemos ejercicio, b) beber agua mientras matamos soldados imperiales, c) pedalear mientras leemos a Proust, pero sin beber agua, y, en general, d) cualquier creativa combinación que sea fuente de estimulación.

Probablemente, el 13 es mi consejo favorito: ‘pasar más tiempo con alguien más listo’. No solamente no se cuestiona si sabemos qué es la inteligencia y se admite que se debe estimular con entusiasmo, sino que ahora se nos descubre que también somos capaces de detectar quién está más arriba en la pirámide intelectual. No se predice ninguna reacción adversa cuando el ser humano más listo, con el que intentaremos comunicarnos, nos empuje a percatarnos de que leer resúmenes de libros de buena mañana es un signo de debilidad mental.

No solamente debes charlar con alguien más listo, sino que, de ser posible, debe albergar opiniones distintas de las tuyas. Quizá puedas usar el podcast que escuchaste por la mañana sobre el discurso de la luna de JFK para comenzar un debate sobre si mereció la pena gastarse tantos millones de dólares en que la humanidad visitara fugazmente ese pedrusco sin vida.

Y vamos terminando con el listado. El consejo 16 supone llevar en el bolsillo un cuaderno para anotar las ideas geniales que se te ocurrirán después de haber bebido agua, ingerido te verde (pero no café, recuerden), leído el resumen que te llevó al clímax intelectual, darle duro al ‘BattleFront’, programar un script de MatLab, o haber visto la soporífera lección TED de Sebastián Seung sobre el conectoma.

El consejo final consiste en dedicar unos minutos a ‘diseñar el siguiente día’. No sabemos si esto puede hacerse sentado en el sofá, debemos pasear por el pasillo de nuestro domicilio o bajarnos a evitar cagarrutas de perro al caminar por la acera.

Siempre nos quedará el consuelo de que el post se ha compartido 0 veces y de que no hay ningún comentario.

No es un artículo de algún diario ‘serio’. Pero podría serlo. No sería la primera vez. Ni tampoco la última.

Luchar contra los elementos es agotador.


6 comentarios:

  1. Si el más listo se ve obligado a hablar con alguien más tonto, no solo no estará siguiendo las recomendaciones de la lista, sino que hará lo contrario que recomienda. De modo que habrá que suponer que el más listo dejará paulatinamente de serlo, mientras que el más tonto a la larga lo superará. Si el más listo realmente lo es, jamás deseará acercarse a uno más tonto, será como kriptonita.

    ResponderEliminar
  2. Un buen argumento entrópico, Roger. Salu2, R

    ResponderEliminar
  3. Bueno, el esfuerzo intelectual que supone explicar algo para que lo entienda el más "tonto", es muy estimulante para el "más listo".

    ResponderEliminar
  4. Siempre pensando en lo mismo, Félix. Tienes un enorme corazón ;-)

    ResponderEliminar
  5. M. Angeles Quiroga25 de enero de 2016, 13:26

    Desde que leí "El dardo en la palabra" no me reía tanto...y habrá quien lo siga porque lo leyó en un artículo!!!!

    ResponderEliminar
  6. Me alegra saber del efecto hilarante del asunto, MA. Abrazo, R

    ResponderEliminar