Se publica en ‘Intelligence’
un artículo en el que, estudiando gemelos, se muestra que el factor g es un
constructo latente válido. Las peregrinas discusiones sobre su estatus
parecen ir llegando a su fin (y ya era hora, o ‘about time’ como dirían los yankees).
Panizzon, M. S. et al. (2014). Genetic and environmental
influences on general cognitive ability: Is g a valid latent construct? Intelligence, 43, 65-76.
Los autores concluyen que la inteligencia posee una
estructura claramente jerárquica en la que se identifica un factor general de
orden superior (g) y una serie de capacidades
o dominios aptitudinales más específicos. Ese factor g presenta una alta heredabilidad (86%) y es capaz de explicar la
mayor parte de los efectos genéticos sobre las capacidades o aptitudes específicas.
Para llegar a esa conclusión se parte del hecho de que los
diseños que no son genéticamente informativos, es decir, que se centran
únicamente en la medida de fenotipos, impiden averiguar si g es un factor latente válido o es un simple producto de los
análisis hechos a nivel estadístico. Por tanto, usan una aplicación del
análisis multivariado al diseño clásico de gemelos para explorar la covarianza
genética y no-genética de una serie de medidas cognitivas.
Se comparan formalmente cuatro modelos: modelo de primer
orden (A), modelo jerárquico (B), modelo factorial simple (C), y modelo de
factores correlacionados (D).
Seguidamente se contrasta si un fenotipo que representa al
factor común (g) explica los datos
observados (B), o bien si la covarianza se explica mejor a través de un modelo
de independencia (C).
En esta investigación se consideran 346 pares de gemelos
monocigóticos y 265 pares de gemelos dicigóticos con una media de edad de 55
años. Se mide la capacidad verbal (dos tests), la memoria operativa (tres
tests), el razonamiento visoespacial (tres tests), y la velocidad de
procesamiento (dos tests).
Los resultados más descriptivos señalan que el ambiente
compartido (o familiar) posee un efecto nulo sobre las diferencias de
rendimiento valoradas (ninguna sorpresa). Al comparar los distintos modelos se
observa que el jerárquico es el que presenta un mejor ajuste a los datos. Por
lo tanto, el siguiente paso consiste en valorar si el modelo que incluye un
factor común (g) es el que (también) se
ajusta mejor a los datos.
Las estimaciones señalan que g explica, como se dijo antes, la mayor parte de la influencia
genética observada sobre las capacidades más específicas. Sin embargo, mientras
que la especificidad para la velocidad de procesamiento es 0, para la memoria
operativa es del 36%. Apenas se observa nada interesante para las medidas
específicas (los diez tests).
Los autores no se reprimen al lanzar la conclusión más
general de sus resultados: “g es esencialmente un fenómeno genético”. No se
regodean en sus implicaciones, aunque podrían. El factor latente de orden
superior que captura la varianza común al rendimiento intelectual valorado por
los tests estandarizados (g) se puede
explicar sin recurrir a los componentes no genéticos de la varianza. Por tanto,
el ambiente compartido (o familiar) y el ambiente específico (o experiencia
personal) juegan un escaso o nulo papel al comprender por qué se observan
diferencias de rendimiento intelectual.
Dicen, además, los autores de este estudio, que el modelo de
factores correlacionados es peor que el jerárquico, en el sentido de que se
ajusta peor a los datos. Una conclusión que me parece claramente discutible y
que mis colegas de metodología deberían destripar. Mi experiencia ajustando
modelos me ha enseñado que el modelo de factores correlacionados es
indistinguible del modelo jerárquico en términos de ajuste.
Finalmente, se reconoce que aunque g sea un constructo latente válido, su valor causal sobre las
capacidades o aptitudes más específicas no puede dilucidarse fácilmente (aunque
los estudios longitudinales sean consistentes con ese valor causal).
La verdad es que mis conocimientos en este tipo de modelos genéticos son prácticamente nulos pero el hecho que el componente genético de "g" no tenga absolutamente nada que ver con la velocidad de procesamiento me resulta como mínimo sospechoso.
ResponderEliminarAndreu, lo que el resultado sobre velocidad indica es que todo lo que es relevante lo absorbe g. A mi lo que me sorprende, para mal, es que working memory tenga casi un 40%, esencialmente porque las investigaciones con modelo estructurales confirman una mucho más alta correlación entre inteligencia y WM que entre inteligencia y speed. Saludos, R
ResponderEliminar