Hace poco una universidad australiana presentaba los Lingodroids, una pareja de robots que hablan entre si sobre el espacio circundante que son capaces de explorar. Pueden orientarse en ese entorno asignando nombres a los obstáculos que se van encontrando. En ese proceso llegan a generar un lenguaje propio para comunicarse entre sí.
Los Lingodroids poseen una serie de sensores para capturar la información del ambiente, codificando los elementos que se encuentran a medida que se mueven. Mediante micrófonos y altavoces, uno de los androides le comunica al otro sus experiencias.
El hecho de que puedan explorar el entorno por si mismos, comunicar sus experiencias a su compañero y que puedan usar esa información para no repetir los mismos errores, y mejorar su ejecución ¿convierte a los Lingodroids en inteligentes?
Seguramente no. Se requiere algo mas, ¿verdad?
El titulo de este post no se refiere al famoso co-descubridor de la estructura del ADN, sino al programa informático que fue capaz de derrotar a dos campeones humanos en un famoso juego televisado de preguntas en los Estados Unidos (Jeopardy) --algunos de mis colegas norteamericanos estuvieron verdaderamente enganchados a la pantalla durante la emisión.
El editor de la revista ‘Intelligence’ (Douglas K. Detterman) ha publicado un breve editorial felicitando a los científicos de IBM responsables de Watson, el nombre de ese programa informático.
Le tienta compararle con Deep Blue, el programa de la misma compañía que derrotó al campeón de ajedrez, Kasparov, pero rechaza rápidamente la tentación porque, en el caso de Watson, el espacio del problema esta mucho peor definido que en el caso del ajedrez, y, además, este nuevo programa maneja con elegancia las sutilezas del lenguaje natural.
Reconoce Detterman que este nuevo programa tiene algo mas que el ajedrecista, pero deja caer que eso no implica que se le pueda calificar de inteligente.
Es cierto que, posiblemente, resuelva adecuadamente muchos de los ítems de los tests de inteligencia. Por ejemplo, de información general, de vocabulario, de semejanzas, y, en general, los problemas que dependan del uso de conocimiento verbal.
Sin embargo, piensan el editor de 'Intelligence' que Watson fracasará al intentar resolver problemas de verdadero razonamiento,
En cualquier caso, propone dejar de darle vueltas al asunto de si la maquina desarrollada por una determinada compañía es o no es inteligente.
Basta con que el comité editorial de la revista --presumiblemente compuesto por expertos en inteligencia humana alrededor del mundo-- prepare un test de inteligencia para esa máquina.
El resultado sería una puntuación de CI y se podría saber lo inteligente que es el dispositivo, dejando la especulación para las revistas del corazón.
Ese test de inteligencia tendría dos niveles.
En el primero, la maquina podrá disponer de toda la información que necesita para buscar el material que permite responder a los problemas, usando los algoritmos con los que ha sido programada y que se encuentran predispuestos a gestionar la información con la que se les ha alimentado.
Sin embargo, en el segundo nivel la maquina solo podrá disponer de algoritmos pre-programados, como sucede en los humanos, de modo que deberá enfrentarse a los problemas con la información que ya posee, echando mano, inclusive, de la combinación novedosa de esos algoritmos.
Detterman clausura su editorial lamentado que nadie le tomara en serio...
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