lunes, 6 de abril de 2015

Rasgos de personalidad y actividad cerebral en estado de reposo

Se ha publicado un informe en el que se pretende predecir las diferencias de personalidad que separan a casi 300 individuos a partir de su actividad cerebral en estado de reposo (valorada con EEG).

Conclusión: hay demasiado ruido en las señales y la predicción es imposible. No existen patrones visibles.

Cómo no, los rasgos de personalidad evaluados corresponden a los famosos Big Five: extraversión, cordialidad, responsabilidad, inestabilidad emocional y apertura a la experiencia. Los autores de este informe predicen que estos rasgos deberían asociarse a las diferencias individuales en el funcionamiento cerebral basal (una característica estable, como los rasgos –es un suponer). Por tanto, estudiando las señales cerebrales debería poder predecirse las diferencias en los rasgos. Un típico estudio neuro-métrico.

Mientras que la (escasa) investigación publicada ha sido generalmente confirmatoria (hypothesis-driven), los autores optan aquí por dejar que los datos hablen (data-driven). Para alcanzar ese objetivo, usan modelos matemáticos que permiten clasificar las señales biológicas (machine learning) y averiguar si dicen algo sobre las diferencias de personalidad.

Consideran distintos tipos de evidencia para comprobar si algo va mal con la información considerada por los algoritmos. Por ejemplo, binarizar los datos de personalidad o mantener su naturaleza continua. En este segundo caso aplican una interesante técnica (que actualmente también estamos usando en nuestro equipo de investigación) denominada LASSO, pero tampoco se llega a ver ninguna luz al final del túnel (la dimensión de ‘apertura a la experiencia’ se aproxima, pero no logra sobrevivir a la pesadilla de la corrección por comparaciones múltiples).

Ante tan desolador panorama, los autores se preguntan si su ‘pipeline’ es la responsable de que no se encuentre nada de nada. Para comprobarlo usan un criterio poco discutible: ¿podemos predecir si el individuo tiene los ojos abiertos o cerrados? El resultado señala, en sus propias palabras, que “cuando hay un patrón claro de información en los datos, nuestro algoritmo es capaz de extraerlo. Este resultado indica con claridad que el fracaso al predecir los rasgos de personalidad a partir de los registros EEG en estado de reposo, probablemente no puede atribuirse a errores en el algoritmo o en su aplicación”.

En un alarde de valentía, este grupo de científicos intenta ofrecer una lección para la neurociencia de la personalidad. Su investigación se basa en la intensidad de las señales (power spectrum) pero las oscilaciones y las correlaciones temporales podrían resultar más interesantes. La inestabilidad emocional se ha relacionado, por ejemplo, con las amplitudes en alpha/beta y en theta/delta.

También señalan que es probable que el EEG no sea particularmente adecuado para obtener la información que resulta relevante para contribuir a comprender las diferencias de personalidad. Quizá sea mejor explorar las diferencias de estructura cerebral o, incluso, el nivel de activación de estructuras subcorticales a las que el EEG es insensible.

Pero quizá el argumento más convincente sea el de que las diferencias de personalidad pueden ser mejor exploradas, con respecto a su sustrato biológico, ante determinadas situaciones. Por ejemplo, hace mucho tiempo que Eysenck observó que las diferencias entre individuos neuróticos y estables son irrelevantes cuando la situación no evoca inestabilidad.


En 2009, la Profesora M. Ángeles Quiroga y quien esto escribe publicamos un informe en el que contrastamos la hipótesis del ruido neuronal asociada al neuroticismo. Se había observado, en algún estudio puntual, que la variabilidad intra-individual en medidas de velocidad mental (usando tareas cognitivas elementales) se asociaba a las diferencias en neuroticismo. La idea era que a mayores niveles de ruido neuronal, menor eficiencia de procesamiento (mayor variabilidad intra-individual) y, también, mayor neuroticismo.

Fracasamos miserablemente: la eficiencia de procesamiento no se asoció a las diferencias de neuroticismo. Por tanto, una mayor variabilidad en los tiempos de respuesta ante tareas cognitivamente elementales, que, teóricamente, permitía evaluar una mayor presencia de ruido neuronal (los individuos más variables serían a veces rápidos y a veces lentos debido a oscilaciones inconsistentes durante la transmisión de información) no tuvo nada que ver con las diferencias individuales observadas en los niveles de neuroticismo.

Sin embargo, el índice de eficiencia que usamos se asoció a las diferencias individuales de inteligencia, algo que no se tuvo en cuenta previamente (para variar).


En suma, el estudio revisado en este post sugiere que explorar el nivel de actividad EEG en estado de reposo para encontrar alguna relación con las diferencias de personalidad, puede constituir una aproximación equivocada. Además, como no se cansaba de recordar David T. Lykken (a quien Quiroga y un servidor hicimos caso), cuando estudie usted variables de personalidad, mida la capacidad intelectual (por si acaso).

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