Goldberg, Lemos y Fañanás han publicado en ‘Psicothema’ el artículo ‘A systematic review of the complex
organization of human cognitive domains and their heritability” (2014, Vol.
26, 1, 1-9).
A partir de 285 estudios publicados sobre la heredabilidad de
las capacidades, se seleccionan 34 que se ajustan a los criterios deseados.
Agrupan los datos según el nivel de generalidad de la capacidad. El resultado
para la capacidad cognitiva general oscila entre el 66% y 87% de varianza
explicada por los factores genéticos.
En el siguiente nivel identifican ‘general performance ability’ (probablemente equivalente a la
inteligencia fluida), ‘general verbal
ability’ (probablemente equivalente a la inteligencia cristalizada), ‘general memory ability’, ‘general processing speed’ y ‘general working memory’. En el nivel más
bajo se incluyen algunas medidas ordenadas según estas capacidades.
El resumen de la evidencia considerada lleva a la conclusión de
que se aprecia una “alta heredabilidad en la capacidad general, algo menor en
inteligencia fluida y cristalizada, y de magnitud media en velocidad mental y
memoria operativa o de trabajo. Las estimaciones son bastante menores para las
habilidades específicas valoradas por las medidas”.
Por tanto, cuanto mayor es la generalidad de la capacidad,
más elevada es la estimación de la contribución de los factores genéticos
(heredabilidad) a las diferencias de rendimiento intelectual o cognitivo.
Los autores sugieren que este resultado puede deberse al
proceso de desarrollo: la maduración de funciones puede contribuir a una
organización cada vez más compleja que, a su vez, provocaría una mayor
relevancia de los genes: “a diferencia de otras funciones cognitivas, la capacidad
intelectual no se limita a una sola región o red neuronal en el cerebro”.
Esta revisión es interesante, pero cualitativa. La evidencia
considerada no puede someterse a un meta-análisis, por ejemplo. Desde esta
perspectiva, se parece al modelo P-FIT (integración parieto-frontal de la
inteligencia) propuesto por Jung y Haier
(2007) también basado en un análisis cualitativo.
El patrón general que observan Golberg y sus colegas me ha
recordado un resultado que hemos hallado recientemente al explorar los
correlatos neuroanatómicos de la capacidad intelectual a distintos niveles
jerárquicos. En nuestro caso encontramos un número menor de regiones relevantes
cuanto mayor era el grado de generalidad de la capacidad considerada (véase
figura).
Román, F. J. et al. (In Press). Reversed Hierarchy In The Brain For General And Specific Cognitive
Abilities: A Morphometric Analysis. HUMAN
BRAIN MAPPING.
Las medidas incluyen una especificidad sustancial, mientras
que las capacidades que se derivan de esas medidas extraen la varianza común.
Cuanto más general es la capacidad, menor es la relevancia de la especificidad
de las medidas.
Por tanto, los factores genéticos serían más relevantes para
explicar la varianza común al rendimiento valorado por las medidas de
inteligencia, mientras que los aspectos específicos serían más ‘situacionales’.
Pero, a la vez, cuanto más general es la capacidad, menor es el número de regiones
cerebrales relevantes para dar cuenta de las diferencias de rendimiento.
Este resultado no encaja con la especulación de Goldberg y
sus colegas. Se requiere una respuesta a esta paradoja. O averiguar dónde está
el error.
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