lunes, 20 de mayo de 2013

El lóbulo frontal del sapiens


Robert Barton y Chris Venditti han publicado un estudio en PNAS en el que cuestionan la clásica conclusión de que el homo sapiens disfruta de un frontal demasiado grande para lo que cabe esperar según el resto del cerebro.

Barton & Venditti (2013). Human frontal lobes are not relatively large. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1215723110

Por el contrario, sostienen que el tamaño de los lóbulos frontales de los humanos, así como de las distintas regiones de esos lóbulos (como la famosa corteza dorsolateral prefrontal, DLPFC) es el esperado cuando se tienen en consideración las demás regiones: "los humanos no se desvían de las expectativas alométricas".

El análisis de estos autores sobre los estudios publicados con anterioridad les lleva a proponer que se debe abandonar la 'obsesión' por el frontal y comenzar a pensar seriamente en redes neuronales distribuidas para averiguar qué nos hacen humanos.

En lugar de subrayar la relevancia del volumen cerebral, habría que explorar variables presuntamente más vinculadas a nuestra capacidad para procesar información, como, por ejemplo, el número de neuronas y sus conexiones (sinapsis).

La siguiente figura demuestra que el tamaño de los lóbulos frontales es el que cabe esperar según el tamaño del resto de las regiones. Este resultado se obtiene de modo consistente al re-analizar las bases de datos disponibles: "la corteza frontal no evolucionó especialmente rápido con respecto a otras regiones del cerebro cuando se separaron los linajes de chimpancés y humanos".


Los autores se lanzan a especular sobre qué es, entonces, lo que puede diferenciar a los humanos, en qué reside nuestra especialización cognitiva. En su carrera se decantan por un aumento coordinado de áreas conectadas estructural y funcionalmente, incluyendo regiones, tanto de la corteza como subcorticales.

De hecho, nos dicen que la expansión selectiva de los sistema de conexión entre la corteza y el cerebelo es una característica general de la evolución del cerebro de los primates. El lóbulo frontal debe entenderse dentro de un sistema más extenso: "sugerimos que la selección natural alargó selectivamente las redes distribuidas en las que se apoya la especialización cognitiva de los humanos".

Me gusta esta perspectiva.

Pero, por lo que sabemos, un mayor volumen supone más neuronas y más conexiones sinápticas, y, por tanto, en principio, una mayor capacidad para procesar información.

El tamaño importa, aunque no absolutamente.

Concluir que es irrelevante no suena demasiado verosímil. A su análisis le puede suceder algo similar a la situación que los autores denuncian con respecto a errores de cálculo y adecuación de muestras.

Sea como fuere, estos resultados no parecen buenas noticias para quienes conceden protagonismo a una determinada región del cerebro para explicar lo que nos hizo humanos. El frontal es solamente un ejemplo.


Mi colega del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos, el Dr. Emiliano Bruner, piensa, con buenas razones, que el lóbulo parietal resulta particularmente relevante en este sentido.

Recientemente ha propuesto una fascinante hipótesis sobre hasta qué punto la vulnerabilidad del parietal puede ayudar a comprender los procesos degenerativos en humanos modernos: "los cambios en las exigencias de energía asociados a las variaciones de forma y tamaño de las áreas parietales puede apoyar la hipótesis del trastorno de Alzheimer como un síndrome metabólico".

Pero de esto nos ocuparemos en otra ocasión.

2 comentarios:

  1. El artículo de Barton añade una pieza más a un cuadro que se va pintando desde hace tiempo. Ahora, es verdad que tampoco se trata de tirar todo al trastero, pasando de un exceso a otro. Las áreas frontales tienen su importancia en nuestra cognición y a nivel evolutivo, aunque hay que admitir que se le ha dado demasiada atención, cargando tintas sobre evidencias … que no existían. No hay que excluir la posibilidad que haya factores que no se conocen todavía. Tampoco hay que pensar que porqué una variable no pasa un umbral estadístico pues entonces no tenga valor biológico (en éste análisis por ejemplo la proporción de materia blanca en nuestra especie no excede una cierta regla numérica, pero sigue siendo más alta de lo previsto). Y finalmente, como bien rematas, el tamaño es importante, y no podemos olvidar que tenemos valores absolutos de masa neural bastante increíbles.

    Ahora, me sorprende mucho como estos autores pasan olímpicamente de cualquiera evidencia paleontológica. Franz Weidenreich decía desde los años ’40 que no le parecía ver cambios así patentes en las áreas frontales de los Homínidos. Ralph Holloway y Phillip Tobias muchas veces han rematado que no se notan variaciones relevantes por lo menos en los últimos dos millones de años. De hecho Holloway ha recientemente comentado sobre éste tema que está bastante harto de ver redescubrir el agua caliente continuamente. Al mismo tiempo hemos publicado ya hace unos años un estudio cuantitativo donde demostramos que si es verdad que no ha habido cambios de volúmenes frontales pero ha habido cambios de proporciones de éstas áreas en los humanos modernos y en los Neandertales, con probable redistribución de la masa neural en el área de Broca. En fin, a pesar de que Barton conoce bien ésta literatura, igual que muchos otros no piensa que haya que incluir la paleontología en el debate. A parte una redonda falta de respeto, me parece un poco incauto excluir la evidencia de los fósiles de un contexto evolutivo.

    He comentado éste tema en dos posts, en ingles de forma sintética:
    http://paleoneurology.wordpress.com/2013/05/16/frontal-matters/

    Y en italiano de forma más detallada:
    http://neuroantropologia.wordpress.com/2013/05/18/due-dita-di-fronte/

    Rob, gracias por haber llamado la atención sobre estos asuntos!

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  2. Gracias a ti por tu más que relevante comentario.

    Desde luego es sorprendente el hecho de que ignoren información bastante importante para su principal línea argumental.

    El asunto de los umbrales estadísticos es realmente sustancial. Los investigadores debería re-leer con cierta asiduidad el artículo de Cohen (The earth is round, p <.05).

    Conocer la investigación previa e ignorarla es bastante tendencioso. Me disgusta y despierta sospechas.

    Los artículos de los enlaces que incluyes en tu comentario merecen mucho la pena.

    Saludos, Roberto

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