Cuando
somos todos los que pagamos a los científicos para que se pongan manos a la
obra y hagan su trabajo, no parece que tenga demasiado sentido que luego
tengamos que pagar para averiguar qué han hecho o para que podamos
beneficiarnos de los avances logrados.
La
cosa cambia cuando los hallazgos provienen de la inversión de una institución
privada, ¿no? Bueno, depende, si esa institución ha logrado ventajas fiscales
por su inversión en investigación, a lo mejor lo que sus científicos han
descubierto debería tener un estatus similar a cuando se han usado fondos
públicos.
El
caso es que, de alguna manera significativa, el
prestigio de los científicos depende de dónde publiquen el resultado de sus
trabajos. Hay revistas científicas de mayor y de menor impacto. Los investigadores
procuran colocar sus productos en las primeras, pero, a menudo, lograrlo exige
un pago. Si, han leído bien, publicar en las revistas
de mayor impacto (no necesariamente las mejores) como 'Science' o 'Nature' exige pagar.
Las
universidades deben pagar la suscripción a esas revistas (invirtiendo millones
de euros) y los científicos de esas universidades pagan por publicar en ellas. Se paga por partida doble. En algunos casos hasta se
debe pagar simplemente por enviar un artículo a la revista y someter el trabajo
a la consideración de los revisores (sus colegas científicos o 'peers'). Luego puede ser perfectamente
rechazado, pero la revista ya se ha embolsado la pasta.
Fríamente,
pagar por someter un artículo científico a la consideración de una revista
hasta puede tener sentido. Los revisores son colegas que invierten tiempo y
esfuerzo en valorar los informes sometidos a las revistas. Y lo hacen
gratuitamente. Nadie les paga nada por ese esfuerzo, pero la revista cobra a
las universidades por acceder a sus publicaciones. Ergo, los científicos de las universidades
trabajan gratis para que luego esas revistas cobren a sus centros por acceder
al resultado de su trabajo.
Cada
vez es más intenso el llamamiento para que la ciencia sea gratuita. O, como se
dice ahora, 'Open Access'. Se habla de repositorios de Internet en los que
colocar los artículos científicos para que cualquiera pueda acceder a ellos sin
pagar nada. Pero, por ahora, eso exige una inversión por parte de los centros
de investigación y también de los propios científicos.
Las
revistas abiertas, como por ejemplo el famoso PLOS, cobran más de mil euros por publicar un artículo en formato
'Open Access'. Los revisores de los artículos que se envían al PLOS tampoco
cobran nada por su trabajo de revisión, por cierto.
Los
parámetros considerados confluyen en una situación peculiar. Los científicos,
como cualquier otro profesional, deberían cobrar por su trabajo. Especialmente
cuando alguien se beneficiará de ello.
Recientemente
la editorial 'Elsevier' contactó conmigo para que valorase la propuesta de
unos colegas que deseaban publicar un libro. Ni siquiera se trataba de revisar
la obra terminada, sino el proyecto de no más de diez páginas. Pan comido. Aún
así recibí una retribución por mi trabajo.
Mientras
que algunos debaten sobre la gratuidad de la ciencia, otros no lo tienen tan
claro. Se hace negocio con la ciencia, de eso no hay duda. Hasta los
periodistas contactan con los científicos para que les expliquen (gratis) cómo
escribir un artículo por el que luego sus periódicos cobrarán a sus clientes. Las
productoras mediáticas contactan con los investigadores para que trabajen (gratis)
para los programas por los que luego ellos cobrarán a las cadenas de radio y
televisión.
Existe
la creencia generalizada de que los científicos son espíritus puros que se
deben a su trabajo, y que disfrutan tanto de hacer lo que les gusta que
prácticamente deberían hacerlo gratis. Gratis para las revistas científicas y
para los medios de comunicación en general. Se lucran
a su costa y a la de los contribuyentes que financian su investigación.
Mi posición personal es:
el científico debe cobrar por su trabajo igual que cualquier otro profesional.
Cuando trabaja en una institución financiada con fondos públicos, los
honorarios que cobrase por sus trabajos de revisión para las revistas
científicas, o por sus contribuciones a la prensa escrita, la radio o la
televisión, deberían revertir en su institución, y, en último término, en
quienes pagan su salario.
Difícil,
pero no imposible.
Te envío un enlace interesante sobre la hipocresía y estupidez del gobierno en la gestión de la investigación en España:
ResponderEliminarhttp://esmateria.com/2012/12/12/el-gobierno-homenajea-a-cientificos-que-despide-o-deja-sin-dinero/
Saludos
Muchas gracias por el comentario Sandra. Realmente interesante.
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