Precisamente por su omnipresencia, su uso conlleva a menudo un abuso.
Son pocos quienes saben servirse inteligentemente
de ese programa.
Una regla de oro que se olvida con facilidad
es:
"Muy
poco texto y abundancia de imágenes".
Las páginas
repletas de texto deberían estar prohibidas por ley, o, en su defecto, por real
decreto.
Las imágenes
tienen un potencial evocador muy superior al texto (Picture Superiority).
El cerebro
humano extrae más información cuando se combinan imágenes y (un poco de) texto.
Usar únicamente texto es una pésima idea comunicadora.
Además, las imágenes deben ubicarse a la izquierda y el texto a la
derecha.
También
deberían incorporarse videos cortos
porque enganchan, son muy fáciles de memorizar y (muy importante) de recordar.
La superioridad
comunicadora de las imágenes vale para cualquier clase de presentación, incluso
para un material altamente abstracto. Si realmente deseamos comunicarnos, se ha
de recurrir a imágenes. El texto es irrelevante. Y, en último, término, el
texto debe ser lo que sale de nuestra boca, no de la pantalla.
Esta consigna
general es algo que el presentador o conferenciante avezado puede deducir por sí
mismo, siempre que le preocupe comunicarse. Sabe lo que funciona y lo que no.
Para el menos
despierto, para quien es inasequible al desaliento, o para aquel que opina que
el público tiene una alta responsabilidad en el éxito de la comunicación,
déjenme recomendarles los trabajos de Carmine
Gallo, asesor de comunicación de las compañías multinacionales de mayor
éxito.
Algunas de sus
obras son:
También tiene un curso on-line sobre presentación: The
New Rules of Persuasive Presentations.
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