viernes, 7 de septiembre de 2012

Un plan para España --por Luís Martínez Gálvez


Aprovechando que Roberto me da la oportunidad de empezar el curso, creo que puede ser un buen momento, siguiendo el ejemplo a nivel profesional o personal de muchos en Septiembre, para planificar el futuro próximo.

Es ambicioso y será difícil que quienes tienen la responsabilidad en estos temas me escuchen, pero mi actitud para este nuevo curso es, cuando menos, de intentarlo.

Mi actividad profesional me ha permitido ver cómo en los últimos 20 años España se ha quedado prácticamente sin tejido industrial, ya fuera de origen nacional o de multinacionales implantadas en nuestro país.

Los motivos son difíciles de definir, pero es importante analizarlos en profundidad. Si no llegamos a conocerlos, estudiarlos y asumirlos seguramente volveremos a reproducir los mismos errores. Sin embargo, puesto que ahora lo importante es trazar un plan habrá que posponer la tarea de analizar profundamente. Simplemente los dejo enunciados: demagogia política, productividad, burbuja de la construcción, competitividad, nacionalismos y subvenciones.


Estamos tan mal que deberíamos centrarnos en invertir nuestro esfuerzo en salvar los sectores que todavía pueden salvarse, como el textil o la alimentación, dejando de tirar dinero en aquellos que no tienen ninguna posibilidad, como, en mi opinión, la industria del automóvil y de la construcción. También habría que potenciar los que funcionan bastante bien, como el turismo, elevando la calidad y haciendo una oferta mas atractiva si cabe.

Ahora bien, no basta con esto. Debemos ser valientes para reinventar y para generar proyectos en actividades novedosas. Habrá que esforzarse, concretamente, en tres aspectos, dos del futuro y uno del ahora.

Los a más largo plazo son la educación y la I+D+i, y, además, por ese orden. Dudo que se pueda innovar si se carece de la formación adecuada. Aunque a algunos les pueda parecer totalitario, lograrlo exigirá recuperar una enseñanza pública de calidad basada en la cultura del esfuerzo. Será, quizá, un proceso lento, pero es el único camino sólido hacia un futuro mejor.


Mientras tanto hay que trabajar duro para salvar los sectores que aún no están perdidos, apoyando decididamente a los empresarios, a quienes tengan ideas emprendedoras y a los que, aunque tienen la necesaria imaginación, no dan el paso porque el país no les apoya con el entusiasmo debido.

Se ha de trabajar para que nuestras empresas sean rentables, y, a los que empiezan, hay que darles tiempo y margen de maniobra para que saquen sus empresas adelante. Quien intenta promover su empresa no está en el paro y contribuye a que otros ciudadanos abandonen la cola en el INEM.

Es terrible comprobar que todavía hay gente joven que sigue pensando que papá estado les debe dar trabajo. Eso se acabó. Con casi cinco millones de parados, no solo hay que buscar trabajo sino que también hay que crearlo. Muchos emprendedores extranjeros que estuvieron, o están todavía por estos lares, piensan que, con el necesario apoyo político, España es un lugar fantástico para emprender ¡gracias a la escasez de emprendedores locales!

¿A que esperamos?
¿Estamos aletargados?


Reconozco que este plan tiene un fallo: necesita del apoyo de los que mandan, de esos en los que una mayoría de nosotros ya no confiamos, esos que, en vez de generar medidas para disminuir el paro y crear riqueza, se empeñan en mantener su casta y sus privilegios, diseñando planes de ajustes que solo sirven para empeorar las cosas.

Este plan necesita, por tanto, reemplazarles.

¿Cómo se puede lograr?

Honestamente pienso que puede alcanzarse a través de una sociedad civil implicada y realmente participativa.

Si no lo hacemos ¿qué opción nos queda?

1 comentario:

  1. Comprendo su postura pero ¿no cree que una buena parte de los ciudadanos en edad de trabajar no están 'preparados' para emprender?

    Seguramente solo aspiran a que alguien les contrate para tener un sueldo y poder vivir, sin mayores pretensiones.

    Gracias y un saludo, José María

    ResponderEliminar