viernes, 30 de marzo de 2012

Cerebritis, cerebrofilia y otras preferencias: el cerebro de Einstein --por Antonio Andrés Pueyo

No hay duda de que la ciencia avanza y a qué velocidad. Este año se celebra en España "el año de la Neurociencia”, y  en la década de 1990-2000 lo fue en los Estados Unidos.

Nunca como ahora los avances en el estudio del cerebro han aportado tanta información. Incluso quizás hasta sufrimos una cierta “cerebritis o neurocientificitis”, que nos debe hacer reflexionar a los que nos dedicamos a estudiar la conducta y la mente humana sobre sus verdaderas aportaciones.

Yo soy un “cerebro/bio-fílico” y celebro vivir esta época, ver cómo solamente en 25 años hemos pasado de especular sobre la relación entre la “eficiencia neuronal” y la inteligencia, tal y como propuso Eysenck en 1982, a “ver” que áreas y haces nerviosos en el cerebro se activan/desactivan cuando el sujeto solventa un ítem de un test de Cociente Intelectual.

En las fotografías se puede ver el laboratorio de este psicólogo en los años 80, tal y como se expone en el Museo de la Ciencia de Londres. Nada que ver con los laboratorios de hoy, donde los instrumentos de registro y amplificación nos dan imágenes precisas y sugerentes de cómo funciona el cerebro cuando la mente actúa.


Ver colegas como Roberto Colom, en sus estudios recientes (y en este blog se incluyen siempre buenas noticias) nos enseñan cómo el estudio avanzado del cerebro aporta conocimiento preciso sobre ciertos constructos psicológicos, como la inteligencia, es una delicia y permite anticipar nuevos descubrimientos apasionantes.

Resulta que se anuncia una exposición en Londres, que precisamente empieza hoy, y estará abierta hasta el 17 de Junio, organizada por Wellcome Collection Show: "Brains: The Mind as Master", en la que se comunica que se expondrán  dos secciones del cerebro de Albert Einstein,  junto con otras muestras del cerebro de otras figuras históricas. Las muestras del cerebro de Einstein han sido prestadas por el Museo Mutter de Filadelfia, en donde se mostraron públicamente, y por primera vez, en los EE.UU. en 2011.

La primera ocasión que oí hablar de estas muestras fue hace 15 años, en Julio de 1997. En Aarhus (Dinamarca) nos reunimos en la Conferencia anual de la ISSID (http://www.issid.org/conferences/ISSID1997/00links.html) unos cuantos estudiosos (aproximadamente 300) de la Psicología de las Diferencias Individuales de Europa y USA para tratar los avances en los temas habituales en estas reuniones (inteligencia, personalidad, genética de la conducta, estudios de rendimiento o neurociencia). Precisamente en esa reunión pudimos saludar por última vez a Hans J. Eysenck (1916-1997) el psicólogo más destacado del siglo XX, que moriría en Septiembre del mismo año, en su domicilio de Londres como consecuencia de un accidente cerebrovascular. En aquella reunión escuché a un neurólogo noruego presentar unos resultados sobre la “citoarquitectura neuronal” microscópica del tejido cerebral de Einstein, en el buscaban, naturalmente, las claves de la genialidad del gran físico. No me imaginaba que el cerebro de Einstein estaba siendo analizado en ningún laboratorio.

Me llamó mucho la atención saber que se disponía de este material, pensaba que con la muerte de Einstein, en 1955, solamente se había realizado una autopsia general en la que se obtuvieron datos macroscópicos de su cerebro, volumen, peso, fotografías, etc..., en los que se basaban los trabajos sobre las propiedades del cerebro del gran científico. Pero la historia tenía algún triunfo escondido en la manga.

El médico que realizó la autopsia de Einstein, el Dr. Harvey  secreta (e ilegalmente) se apropió del cerebro y lo escondió (parcialmente dispuesto en 240  cubos de 1 cm3 incluidos en colodión) para su estudio posterior. No se sabe con certeza si Albert Einstein dio su permiso para esta intervención (uno de sus hijos afirmaba que su padre lo había autorizado con la condición de que sus resultados se publicasen en algunas revistas científicas de calidad), pero lo cierto es que el autor del expolio entregó 40 años más tarde el cerebro robado a los familiares de Einstein.

Esta historia, casi surrealista, está recogida en un libro que se titula “Driving Mr. Albert” en la que se narra cómo el Dr. Harvey atravesó los Estados Unidos en un coche, en cuyo maletero se encontraban unos recipientes de Tuperware que contenían el cerebro conservado.  Conducía el coche un periodista, el autor del libro, Michael Paterniti, y le acompañaba el Dr. Harvey (que tenía entonces 84 años). Este viaje sucedía en el mes de Febrero de 1995 y viajaron desde New Jersey hasta California, donde entregaron estos restos a la nieta de Einstein, Evelyn.

Varias muestras del cerebro fueron donadas y repartidas después por distintos laboratorios que han hecho análisis y han publicado sus resultados. Harvey había donado a un amigo y colega, William Ehrich, una caja de 46 cortes y las muestras fueron donadas a distintos laboratorios y con el paso del tiempo al Museo de Filadelfia.

Posiblemente los estudios citoarquitectónicos no aporten nuevas evidencias para aclarar las bases de la genialidad, pero a los que nos apasiona esta parte de la ciencia, la posibilidad de ver “la mente en la materia”, ya nos está haciendo buscar un hueco en la agenda y unos cuantos euros, para ir a Londres otra vez.


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2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la amable referencia, pero todavía nos resta mucho tajo para llegar a algo medianamente claro sobre cómo nuestro cerebro 'exuda' esas capacidades mentales que tanto apreciamos. Saludos, Roberto---

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  2. ¿Sabe usted si robó Einstein la famosa ecuación? Gracias.

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