jueves, 24 de noviembre de 2011

De los genes al cerebro


Se ha publicado en la revista 'Nature' un estudio sobre la expresión de los genes en el cerebro:

Kang et al. (2011). Spatio-temporal transcriptome of the human brain. doi:10.1038/nature10523

El desarrollo del cerebro y su funcionamiento depende, en buena medida, de una regulación precisa de la expresión genética.

En este trabajo se encuentra que casi el 90% de los genes analizados (aprox. 17.000) se expresan en el cerebro. Y eso sucede antes del nacimiento, influyendo, también, en las sustanciales diferencias de sexo observadas.

Se exploraron más de 1.300 muestras de tejido post-mortem de los cerebros de 57 sujetos de distintas edades y sexo (31 varones y 26 mujeres con un intervalo de edad entre las 5 semanas después de la concepción y los 82 años de edad).

La expresión de esos genes se materializa en

(1) La proliferación y migración de neuronas
(2) El desarrollo de dendritas y sinapsis
(3) Los procesos de mielinización

Es una investigación tan compleja como fascinante que nos recuerda que todavía estamos en pañales en lo que a la comprensión de las relaciones de los genes con el cerebro y la conducta se refiere.

Hay demasiada información y el modo de encontrar un panorama coherente sigue siendo oscuro.

Los autores mantienen que el desarrollo tecnológico nos ayudará a separar lo relevante de lo menos importante. Estoy de acuerdo.

Ante las complicaciones que nos encontramos podemos caer en la tentación de tirar la toalla. O, lo que es peor, negar la relevancia de esas empresa, y hacerlo, incluso, de manera beligerante.

Pero opino que el futuro nos depara importantísimos descubrimientos. Eso que ahora nos resulta tremendamente complicado e indescifrable, nos parecerá terriblemente sencillo cuando lo comprendamos. Sucedió en el pasado. Volverá a ocurrir en el futuro.

Un resultado de esta investigación que resulta particularmente chocante es que las diferencias de sexo en la expresión genética sobre el cerebro suceden antes del nacimiento.

Los autores no se extienden en las implicaciones de ese hallazgo, pero una posible lectura lleva a concluir que las diferencias de sexo que se observan en la vida adulta pueden resultar del hecho de que ellos y ellas interactúan diferencialmente con el contexto desde el principio.

'Desde el principio' significa que las mismas circunstancias son experimentadas diferencialmente según el sexo, no que esas circunstancias sean las responsables de las diferencias de sexo.

Si esta lectura resulta correcta, entonces las teorías de la socialización tienen un problema. El hecho de que no comprendamos ahora el mecanismo exacto no significa que esa interpretación sea inapropiada.

La ciencia avanza desde la descripción hacia la predicción de los fenómenos. La comprensión solamente se produce al final del camino.

El escepticismo es positivo. La parálisis no.

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