Las evidencias de las que se disponía hasta ahora eran bastante sistemáticas al señalar que los efectos positivos de la intervención temprana sobre el posterior desarrollo intelectual eran poderosos a corto plazo, pero que se disipaban con el paso del tiempo.
Sin embargo, un estudio reciente, de carácter longitudinal (iniciado en 1990) apela a la ‘calidad’ de esa intervención para encontrar un efecto ‘realmente’ positivo a largo plazo:
Child Development, May/June 2010, Volume 81, Number 3, Pages 737–756
Patricia Matey, que escribe para el diario El Mundo, se hace eco de este estudio y, al menos aparentemente, le da crédito. Veremos si lo merece.
El NICHD (National Institute of Child and Health Development) financia este proyecto que estudia a 1.364 niños y a sus familias (de un amplio espectro socioeconómico, y tanto monoparentales como estándar) de diez ciudades norteamericanas.
El grupo de participantes se siguió desde el momento del nacimiento de los niños y hasta los 15 años de edad. Los seguimientos tuvieron lugar en la guardería y en la escuela, así como al cumplir los 15 años de edad.
Según los resultados publicitados, los adolescentes que asistieron en su niñez a guarderías de mayor ‘calidad’ puntuaron más alto en escalas de desarrollo cognitivo y obtuvieron mejores calificaciones académicas. Además, eran adolescentes menos conflictivos.
También se observó que quienes pasaban más tiempo en la guardería eran más impulsivos y buscadores de sensaciones en la adolescencia.
Pero cuando se le ponen números a estas declaraciones, las conclusiones cambian. En la figura se observa que esa ‘calidad’, presuntamente relevante para el posterior desarrollo cognitivo, se relaciona con valores de entre 0.07 y 0.09 (sobre un mínimo de 0 y un máximo de 1) con la variable de interés.
En cuanto al tiempo pasado en la guardería, la relación con la impulsividad y la búsqueda de sensaciones oscila entre 0.09 y 0.13 (dentro de la misma escala ya señalada de 0 a 1).
Por tanto, el efecto a largo plazo es realmente escaso. Y, desde luego, se puede predecir que, cuando los chavales abandonen el hogar familiar y comiencen a seleccionar sus propios contextos, los minúsculos valores de la figura se aproximarán todavía más a 0.
Es inquietante verse obligado a extraer una conclusión tan pesimista cuando se han invertido millones de dólares en alcanzar una conclusión optimista. Pero los hechos son realmente tozudos y en algún momento deberíamos prestarles atención para buscar vías alternativas para alcanzar el objetivo perseguido.
Aceptar hechos incómodos puede convertirnos en seres desalmados para algunos, pero, a largo plazo, quién sabe, quizá se reconozca que compartíamos objetivos pero discrepábamos en la estrategia.
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