La AQU (Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya) ha publicado un informe en el que se dice que siete de cada diez titulados de las universidades catalanas provienen de familias en las que los padres carecen de estudios superiores.
La principal conclusión del informe es que en la universidad pesa más el talento personal que el entorno.
Eso si, (a) los chavales de familias sin titulación superior eligen carreras cortas y (b) los chavales de familias con titulación superior están sobre-representados (el 12% de los padres son titulados, pero un 30% de sus hijos son titulados).
La situación es totalmente diferente a la presente en los ciclos obligatorios, donde la formación de los padres resulta mucho más relevante para comprender el mayor o menor éxito escolar de los retoños. En la Universidad existe una selección, por lo que “el esfuerzo y las aptitudes personales pesan más que el entorno” (ahora el esfuerzo se sitúa por delante de las aptitudes o el talento).
El informe concluye que el nivel de estudios y el trabajo de los padres incide poco a la hora de encontrar un empleo: la universidad catalana supone un elemento clave de movilidad ocupacional entre generaciones.
El mensaje velado, maquillado, es que los chavales más listos llegan a la universidad, y, por tanto, se habilitan para conseguir un trabajo mejor remunerado a medio plazo. Es su capacidad lo que promueve la movilidad generacional, y, por tanto, el verdadero agente causal. La universidad es un medio que solamente los más aptos aprovechan para moverse dentro del tejido social.
Al menos hasta la llegada del Plan Bolonia…
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