lunes, 20 de febrero de 2017

The Neuroscience of Intelligence: A Personal Voyage

Richard J. Haier acaba de publicar un ensayo en Cambridge University Press. Sus 250 páginas son apasionantes. Recomiendo sin reservas a los jóvenes psicólogos que se encuentran en proceso de decidir a qué quieren dedicar su carrera científica, que hagan un hueco para leer esta breve obra. Ellos no se arrepentirán y seremos beneficiados quienes pensamos que resolver los misterios de nuestro principal atributo psicológico –es decir, la inteligencia—rendirá enormes beneficios a la humanidad.

Sus contenidos se basan en un curso de 18 lecciones que el autor preparó para ‘The Great Courses’ titulado ‘The Intelligent Brain’, que, por supuesto, también recomiendo.

El ensayo no es simplemente una puesta al día sobre la investigación de la inteligencia desde la neurociencia. Es el equivalente al ‘Cosmos’ de Carl Sagan, es decir, un viaje personal por la neurociencia de la inteligencia. Sus cuarenta años dedicados a la investigación científica le permiten extraer la esencia de lo que supimos, sabemos y, probablemente, sabremos.


El primer capítulo se dedica brevemente a la definición de inteligencia, su estructura, su medida y su validez predictiva. El segundo revisa el impacto de la genética sobre las diferencias de inteligencia. Los capítulos tres y cuatro exploran la neurociencia de la inteligencia en sentido estricto, separando los estudios clásicos y más recientes. El pivote entre ambos periodos es la publicación del modelo P-FIT en 2007. El capítulo cinco revisa críticamente los intentos de mejorar la inteligencia (“el propósito último de la investigación de la inteligencia es mejorar esta facultad humana (aunque) mi declaración de que la mejora es un objetivo importante no es compartida por todo el mundo”). Finalmente, el capítulo seis aventura qué puede suceder en el inminente futuro. En la web del ensayo se encuentra material gráfico y videos que se pueden descargar para completar el material impreso.

Es un viaje personal en sentido estricto. Desde el comienzo avisa de que el ensayo “no es neutral (…) la perspectiva que subyace a cada capítulo es que la inteligencia es un fenómeno 100% biológico, sea genético o no, ambiental o no, y que la biología relevante tiene lugar en el cerebro (…) el modo en que valoro la evidencia puede no ser del gusto de algunos paladares, pero eso es lo que hace que un libro como este provoque conversaciones, abra mentes, y, si hay suerte, promueva algún insight”.

En las primeras versiones de este ensayo, el autor propuso tres leyes en algún lugar recóndito de sus páginas. Fue sensible a mi sugerencia y, en la versión final, las puso en el lugar en el que les corresponde estar, es decir, en el prefacio. Son las siguientes:

1. Ninguna historia sobre el cerebro es simple.
2. Ningún estudio es definitivo.
3. Son necesarios varios años para poner orden en los resultados conflictivos e inconsistentes, así como para establecer una evidencia sólida.

No tengo intención de desvelarles los entresijos de lo que el autor va relatando a medida que avanzan las páginas. Pero puedo garantizarles que se divertirán aprendiendo.

Venimos manteniendo una relación profesional y personal desde que nos conocimos en 2005, cuando hice una estancia de tres meses en su departamento de la University of California at Irvine (UCI).

Una de las facetas destacadas de su personalidad es un británico sentido del humor. Este ensayo es una nueva demostración. En varias ocasiones no pude reprimir una carcajada y predigo que otros compartirán esa sensación.

Aquí va un listado de comentarios que no tienen desperdicio:

Es poco probable que conozcas a un verdadero genio, aunque muchos padres aseguran que ellos conoces al menos a uno”.

Uno de mis profesores solía decir que la mayor parte de la gente define una pregunta como justa cuando ellos saben responderla correctamente”.

Aunque creas que has conocido a una persona con un nivel de inteligencia de cero, seguro que no es así”.

Los investigadores llamaron a esa camada (prodigiosa) de ratones ‘Doogie’, inspirándose en un personaje televisivo que representaba a un adolescente precoz en una escuela de medicina. Este logro (los ratones, no el programa televisivo) se basó en una investigación previa que reveló que un receptor sináptico (NMDA) estaba relacionado con la memoria y el aprendizaje”.

Por un lado, China invierte enormes sumas de dinero en esta caza –de genes asociados a la inteligencia—y, por otro lado, la mayoría de los congresistas estadounidenses no creen en la evolución. En serio”.

Las agencias federales se inclinan a financiar la investigación sobre trastornos (y la estupidez sigue sin ser una categoría reconocida por el NIH, por lo que no existe un instituto para estudiarla) sobretodo si el proyecto menciona el CI (IQ)”.

La adquisición masiva de máquinas de resonancia por parte de los departamentos de psicología con el cambio de siglo fue un hecho predicho por al menos un investigador clarividente (Haier, 1990)”.

El lenguaje cuenta. Nadie se escandalizaría al sustituir ‘razonamiento’ por ‘inteligencia’, aunque algunas instituciones que financian la investigación puedan pensarlo”.

Las tres condiciones experimentales fueron escuchar la Sonata para dos pianos en D mayor de Mozart, escuchar una cinta de relajación y escuchar el silencio (sé que no puede usted escuchar el silencio, pero la frase exige una construcción paralela)”.

Estimularte el cerebro con dispositivos eléctricos comerciales o caseros puede tener consecuencias no deseadas. Por favor, no compitas por un Premio Darwin”.

Las pesadillas de los neurocientíficos son los motores del progreso”.

Un nuevo método para editar el genoma humano se conoce como CRISPR/Cas9. Yo tampoco entiendo qué significa, pero el método usa bacterias para editar el genoma de células vivas cambiando determinados genes”.

¿Qué sucedería si un gobierno se olvidase de la exploración del espacio y anunciase que su principal objetivo es encontrar el modo de aumentar una desviación típica el nivel intelectual de sus ciudadanos?

Suena a ciencia ficción, pero está pasando ahora en un laboratorio cerca de tu casa. Guionistas, presten atención”.

Les aseguro que leer a Haier estimulará su pasión por la investigación científica en general, y por el estudio de la inteligencia humana en particular.

Quiero comentar, para cerrar esta reseña, que durante mi estancia en su universidad, él y Rex Jung estaban trabajando en la formulación del modelo P-FIT. Originalmente, el título que deseaban darle a ese modelo era algo así como ‘The Einstein Hypothesis’ porque querían subrayar el protagonismo del lóbulo parietal sobre el frontal (una característica destacada del físico alemán). Discutimos algunas ideas sobre ese modelo en directo y, más adelante, fui invitado a comentar la versión final del artículo publicada en 2007.

Como se explica en este ensayo, la publicación de ese modelo constituye un antes y un después en el estudio de la inteligencia humana desde la neurociencia. El interés ha ido creciendo, para mayor beneficio del avance en nuestro estado de conocimiento.

Aún queda mucha tela por cortar. La pregunta de ‘por qué hay personas más inteligentes que otras’ sigue sin respuesta. Pero se van construyendo patrones que nos llevarán a diseñar vestidos cada vez más ajustados. Comparto el optimismo y el entusiasmo de Haier.

Háganse con un ejemplar de su ensayo y lean. Se lo pasarán genial.

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