viernes, 19 de septiembre de 2014

‘The Bell Curve’ 20 años después –un comentario final

Quisiera cerrar esta serie de post sobre ‘The Bell Curve’ con un comentario final.

Una pregunta relevante, vinculada a observaciones que suele hacer la audiencia cuando se explican esta clase de contenidos en público, es si lo descrito en ‘The Bell Curve’ puede generalizarse a otros países que no sean los Estados Unidos de América. Recuerden el subtítulo de la obra: ‘Intelligence and Class Structure in American Life’.

En mi obra de divulgación, ‘En los límites de la inteligencia. ¿Es el ingrediente del éxito en la vida?’ (Madrid, Pirámide, 2002), hice un esfuerzo por discutir la respuesta a esa pregunta usando datos de nuestro propio país. No voy a repetir ahora lo que se puede encontrar allí.

Pero si actualizaré algo puntual para dar algunas pistas.

Los datos de 2013 permiten responder a la pregunta sobre las tasas de paro según nivel educativo (en España). Entre quienes han completado la enseñanza obligatoria un 30% está en paro. Ese porcentaje baja al 22% si terminaron el bachillerato y desciende al 15% si son graduados universitarios. Es decir, se observa un descenso gradual en la tasa de paro conforme aumenta el nivel educativo. De hecho, es la mitad en la parte alta que en la parte baja, es decir, con ‘solamente’ seis años más de educación (en España).

Un patrón similar se observa en cuanto al salario percibido: si quien ha completado la educación obligatoria gana un salario de 1.000 €, los que terminaron el bachillerato cobran 1.200 € y aquellos que son graduados universitarios ingresan 1.680 €. Por tanto, a mayor nivel educativo, mejor salario (en España).

Si en un lugar de usar el nivel educativo alcanzado se considera lo que la OCDE denomina ‘competencia educativa’ (cuya relación latente con la capacidad intelectual es extraordinariamente alta) y nos preguntamos por la proporción de empleados, en paro e inactivos (en España), según que esa competencia sea alta o baja (una aproximación razonable a la élite y subclase cognitivas de H & M) los resultados son los siguientes:

Competencia educativa según OCDE
Categorías laborales
Empleados
En Paro
Inactivos
Alta competencia educativa
83%
7%
10%
Baja competencia educativa
50%
16%
34%

La evidencia es elocuente.

El proceso de estratificación que describen H & M, basado en la capacidad cognitiva (es decir, en la inteligencia) no es exclusivo de los Estados Unidos de América. Un relevante grado de meritocracia parece estar activo, al menos en las sociedades democráticas occidentales.

Uno de los mayores quebraderos de cabeza que nos encontramos los científicos cuando explicamos esta evidencia se relaciona, cómo no, con el problema de las diferencias de nivel socioeconómico que separan a los ciudadanos para comprender muchos de los fenómenos sociales que preocupan a la sociedad. H & M buscan modos de resolver el problema, pero es el segundo quien resuelve definitivamente el asunto en un informe publicado cuatro años después a ‘The Bell Curve’ (que, por cierto, me proporcionó Nat Brody en Barcelona y que, gracias a internet, pueden ustedes descargarse con un sencillo clic):

Charles Murray (1998). Income Inequality and IQ. The AEI Press. Washington, DC.

Es un informe de cincuenta páginas que merece la pena leer. En esencia, lo que hace el autor es comparar hermanos biológicos que han crecido en la misma familia, pero que poseen diferente capacidad intelectual:

Seleccioné pares de hermanos en los que uno de ellos presentaba un CI en la media, mientras que el otro presentaba un CI por encima o por debajo de esa media. El resultado fueron 1.074 pares de hermanos”.

Los resultados son demoledores.

Sería relativamente sencillo aplicar este diseño en nuestro país para despejar muchos de los interrogantes que nos inquietan como sociedad. Pero, que yo sepa, carecemos de esa clase de información y, lo que es peor, no tenemos el mínimo interés por encontrar iluminación. Opinar parece atraernos mucho más que investigar. No cabe duda de que es más descansado.

Pero algo huele mal. Un raro hedor comienza a percibirse en esta segunda década del siglo XXI en la que nos encontramos. No se vayan todavía.

Recientemente, Steven Pinker denunciaba, en un extenso artículo publicado en ‘The New Republic’ (The Trouble With Harvard. The Ivy League is broken and only standardized tests can fix it), que el proceso descrito por H & M se encuentra actualmente en grave peligro de extinción, en su opinión tristemente.

Pinker denuncia los bizarros criterios de admisión que se están aplicando últimamente en las universidades de élite de los Estados Unidos. Las autoridades educativas parecen haberse olvidado de que

Las habilidades necesarias para tener éxito en el mundo laboral incluyen la capacidad para organizar los pensamientos propios y poder comunicarlos con claridad a los demás, descomponer un problema complejo en sus partes, aplicar principios generales a casos concretos, distinguir causa y efecto, así como discernir valores en competición”.

¿No les suena esto a la esencia de lo que entendemos los científicos por inteligencia?

Sostiene este psicólogo, contratado por Harvard, que una persona educada en la universidad

Debe saber algo sobre la prehistoria de nuestra especie y sobre las leyes básicas que gobiernan el mundo, incluyendo nuestros cuerpos y nuestros cerebros.
Debe poder ubicar nuestra historia desde el comienzo de la agricultura hasta la actualidad.
Se le debe exponer a la diversidad de las culturas humanas y a los principales sistemas de creencias y valores en los que se basan.
Debería conocer los eventos clave de la historia de la humanidad, incluyendo los errores que no deberíamos repetir.
Debería comprender los principios de los gobiernos democráticos y de la legislación vigente.
Debería saber apreciar los trabajos de ficción y el arte como una fuente de placer estético y como un modo de reflejar la condición humana”.

¡Cuánto se parece esta descripción a la que discutimos al revisar ‘The Bell Curve’!

Además, la persona educada debe ser capaz de expresar ideas complejas y admitir la relevancia del conocimiento objetivo. Razonar sólidamente es crucial:

La convicción de que se puede enseñar (a razonar) hace que me levante de la cama todas las mañanas”.

Sin embargo, observa que

“La gente varía en su inteligencia innata y adquirida, en su apreciación de la abstracción, su familiaridad con la cultura, sus prioridades vitales, y en los rasgos de la personalidad relevantes para el aprendizaje
(…) una institución vibrante debe estimular a los estudiantes más brillantes para que pongan en tela de juicio la sabiduría recibida, debe alentar la innovación y debe invitar a que reten a los viejos de la casa”.

Pinker señala que, a menudo, sus clases están medio vacías (dilapidando así los estudiantes el dinero de sus familias) porque los chavales

Deben atender las (absurdas) actividades extracurriculares que les permitieron acceder a esa institución”.

Piensa que debería recuperarse la selección de estudiantes basada en su capacidad cognitiva, algo que puede hacerse con precisión usando tests de inteligencia:

Cualquier discusión sobre la meritocracia que asume que la capacidad cognitiva no existe o que no puede medirse, deja fuera de la mesa un elemento crucial
(…) el (farragoso) sistema actual es injusto y dañino
(…) las universidades de élite ya no se rigen por el principio de la meritocracia.
Lo sabemos porque no admiten a la mayor parte de sus estudiantes según su capacidad académica.
Y quizá sea eso lo que debamos recuperar”.

En suma, que el proceso que describieron H & M está en peligro, con las consecuencias que podemos fácilmente predecir si recordamos lo que ya discutimos. Opino que merece la pena pensar sosegadamente sobre cómo esa situación puede influir en las sociedades democráticas occidentales. Pero también sugiero que no pensemos tanto que nos quedemos paralizados. Al pensamiento debe seguir la acción.

Recuerden lo que escribía Tolkien el ‘The Lord of the Rings’:

La prudencia es una cosa y la irresolución es otra”.

Y añadía:

Sé muy bien lo que tengo que hacer, pero tengo miedo de hacerlo
(…) y así siguieron esperando, sin saber qué esperaban”.

Evitemos la indecisión y seamos asertivos. Hablemos claro. Y actuemos.

The Bell Curve Revisited:
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El documento PDF con los post publicados sobre 'The Bell Curve' en este blog se puede descargar usando el siguiente enlace:

https://dl.dropboxusercontent.com/u/10862393/%E2%80%98The%20Bell%20Curve%E2%80%99%2020%20a%C3%B1os%20despu%C3%A9s_PDF.pdf




2 comentarios:

  1. Muy bien, Roberto. Se pueden discutir algunos aspectos, pero sustancialmente comparto lo fundamental. Por cierto, podrías haber avisado que ibas a publicar el documento completo. Me he dedicado a hacerlo por mi cuenta, con una hábil práctica del copia y pega, y parece que no era necesario. Bueno, quizá sí, porque me gusta más mi maquetación que la tuya. :)

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  2. Comparte tu maquetación con determinación. Un abz

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