viernes, 3 de diciembre de 2010

Mitos de la Psicología

Con la llegada de los grados de Bolonia se ha puesto de moda recomendar a los estudiantes recién estrenados, un libro sobre mitos de la Psicología preparado por cuatro profesores norteamericanos.

S.O. Lilienfeld, S.J. Lynn, J. Ruscio, & B. Beyerstein. 50 grandes mitos de la psicología popular. Biblioteca Buridán.

El texto es interesante, repasándose cuestiones como la cantidad de cerebro que usamos, la percepción extrasensorial y subliminal, el efecto Mozart, la crisis de los 40, la hipnosis, los tests de CI, el detector de mentiras, las diferencias de sexo, las consecuencias de la herencia, la grafología, el efecto de las etiquetas diagnósticas, la influencia de la luna llena sobre la salud mental, la efectividad de los perfiles psicológicos para capturar a los criminales, la intuición de los expertos para tomar decisiones clínicas, el supuesto efecto de la crianza, la relevancia de la autoestima, o el electroshock.

Algunos de los mitos comentados son poco prácticos, aunque es destacable que se subraye la necesidad de considerar las evidencias científicas realmente disponibles.

Sin embargo, el epílogo logra desvirtuar la meta básica de la obra, trayendo a colación algunas evidencias que, siendo ciertas, parecen falsas, pero que transmiten la sensación de que la Psicología científica estudia cosas absolutamente irrelevantes socialmente. Ejemplos: las palomas distinguen a Picasso de Monet, alguien que sostiene un lápiz con la boca considera que un determinado chiste es más gracioso, o un apretón de manos revela la personalidad de un individuo.

Hay también algunas imprecisiones relevantes en el texto:

-. No es verdad que exista una tendencia a sentirnos atraídos por quienes comparten nuestra personalidad.
-. Existen algunos fenómenos extrasensoriales demostrados, aunque todavía incomprendidos.
-. Carece de sentido la declaración de que cuanto más viejos somos, más probable es que seamos felices. Como los mismos autores dicen, los suicidios son considerablemente más frecuentes en los viejos.
-. Desechan, sin pruebas, el posible efecto de las diferencias genéticas sobre el rendimiento intelectual.
-. Los métodos docentes pueden adaptarse a los discentes.
-. La personalidad se relaciona con la propensión al cáncer (y también a la cardiopatía).
-. Biológicamente resulta verosímil concluir que las mujeres son de Venus y los varones de Marte.
-. Los videojuegos llamados violentos no tienen, en general, el efecto de incrementar la agresividad.
-. Dick Herrnstein y Charles Murray no cometieron errores técnicos en ‘The Bell Curve’, por mucho que sus recomendaciones sociales puedan (y deban) ser discutibles.

Los autores invitan a los lectores a que se mantengan alerta ante la cháchara habitual que rodea a los tópicos psicológicos. Los medios de comunicación son peligrosos y las películas de Hollywood también. El uso de muestras no representativas (algo bastante habitual en Psicología, por cierto) lleva a conclusiones erróneas. Hay que luchar contra las correlaciones ilusorias y el sesgo de confirmación. Usar datos falsos tiene consecuencias sociales.

Aunque este texto no puede sustituir el proceso de aprendizaje por el que debe pasar un estudiante de Psicología, su lectura puede darle herramientas para juzgar muchos de los contenidos que escucha en el aula, abandonando una cómoda e infructífera recepción pasiva y siendo partícipe del proceso de formación.

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