lunes, 28 de junio de 2010

El ‘Viriato’ de Mauricio Pastor Muñoz

Este historiador publicó una biografía sobre Viriato en 2004 en la ‘esfera de los libros’. En la obra se presentan algunos datos interesantes que completan el post que hicimos sobre esta figura ibera.

El prologuista comenta que la Galia fue conquistada en 5 años, mientras que Hispania tardó en someterse 200 años (la resistencia fracasó finalmente porque las tribus iberas raramente actuaron conjunta y organizadamente). Por cierto, los franceses tienen a Asterix. Nosotros el Jabato, pero sin apenas eco internacional.

Desde el principio el autor resuelve el problema del origen de Viriato: “vivió en una época en la que aún no existía España, ni Portugal (…) fue lusitano, es decir, de una provincia hispana que los romanos llamaron Lusitania y cuya delimitación precisa aún hoy es problemática”. De hecho, Lusitania fue creada oficialmente por Augusto el 27 a. C. aunque los lusitanos no se romanizaron plenamente. Solamente con los visigodos desaparecen las tribus, así como la religión y la lengua indígenas.

Una característica de los lusitanos, igual que de los iberos en general, fue su sentido de la hospitalidad, la facultad de recibir y adoptar extranjeros entre los suyos. Su sistema de relación se basaba en el control del territorio según el prestigio alcanzado, no de acuerdo a la posición ocupada en una línea de descendencia basada en la sangre. El cargo de caudillo entre los lusitanos era electivo, no hereditario.

Según Estrabón, los lusitanos “preferían el robo al cultivo de la tierra, y vivían en continuas guerras entre sí y con sus vecinos del otro lado del Tajo. Organizaban sacrificios en masa, como los griegos. Los condenados a muerte eran despeñados. Tenían una sola mujer como los griegos”. Era generalizado el uso de la incineración para el rito funerario. Hacían sacrificios de prisioneros (igual que las culturas indoeuropeas) y examinaban sus vísceras para predecir el futuro.

Viriato tuvo una arrolladora personalidad, comparable, si no superior, a Aníbal. Se mantuvo al mando de los lusitanos durante ocho años (entre 147 y 139 a. C.) sin casos de indisciplina en sus tropas. Era justo en el reparto del botín, sencillo al vestir, sobrio al comer, depreciaba la riqueza y los lujos, y retaba al peligro. Su hablar era ceñido y preciso, empleando frecuentemente la parábola, la alegoría y los ejemplos. “Es su personalidad la que lo mantuvo durante todo ese tiempo al frente del pueblo lusitano”.

La leyenda de Viriato comienza cuando logra escapar de la traición urdida por Servio Sulpicio Galba (gran orador, experimentado general y político hábil). Galba hizo correr la voz de que estaba dispuesto a ofrecer tierras a cambio de que los lusitanos depusieran las armas. 30.000 hombres aceptaron la invitación. Pero Galba los dispersó y encerró en tres campamentos, ordenando su matanza. 9.000 fueron asesinados, 20.000 hechos prisioneros y solamente 1.000 lograron zafarse, entre ellos Viriato. Este acto marca el resto de la vida del héroe. Galba fue procesado por el Senado, pero salió indemne.

El rasgo fundamental de la estrategia militar de Viriato fue el ataque. Su táctica variaba según las circunstancias: cansar al adversario, preparar una emboscada o una huida aparente. Cuando quería liberar a su ejército de un inoportuno ataque, lo dispersaba en pequeños grupos para reunirlos después en un lugar de encuentro predeterminado. Siempre estaba en movimiento. Su tropa era multiétnica. Las palabras de Dión Casio son elocuentes: “no emprendía la guerra ni por avaricia, ni por amor al mando, ni por cólera, sino que la hacía por ella misma, y es por esto sobre todo que fue temido por belicoso y conocedor del arte bélico”.

La actitud de Viriato logró avivar la resistencia de los celtíberos, aunque su influencia fue insuficiente para conseguir la unidad de los pueblos ibéricos contra Roma. Por su excesivo individualismo, nunca lograron derrotar totalmente a los romanos.

Para alcanzar la paz con Roma, Viriato cometió errores, segando la vida de algunos de sus compañeros de armas. Esta actitud pudo propiciar su asesinato. Si ese suceso no hubiera ocurrido, Viriato, en opinión de los cronistas romanos, podría haberse convertido en el Rómulo de Hispania. El historiador francés E. Philipon escribió sobre Viriato: “no creo que haya habido en la historia otra figura más noble que la de éste héroe olvidado”.

P.S. Se desconoce el nombre de la esposa de Viriato, aunque se admite que era la hija de Astolpas (latifundista asesinado por Viriato).

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